Humano, demasiado por Arcadi Espada

Muy atinada reflexión de Arcadi Espada sobre el terrorismo.

Alberto González  trae una reflexión de Gustavo Bueno: Pero ha sido Gustavo Bueno, una vez más, quien abrió brecha en la materia. En breve. Si la finalidad de la pena en nuestro ordenamiento jurídico constitucional es la rehabilitación convendremos que, logrado el objetivo, eso que hemos convenido en definir como despojo, habrá recuperado su humanidad. Si tal efecto se obra qué duda cabe que, reparado en su moralidad, antes perdida, deberá enfrentarse con toda crudeza al horror de sus actos. El dolor causado en el sujeto ante la nueva situación será tal que al estado, a través de su aparato penitenciario, no le cabría otra solución más cabal, justa y humanitaria que eliminar ese dolor, en buen lógica. La técnica para ello: la eutanasia procesal: aplicarle la muerte, de forma institucional, reglada, indolora, para suprimir un dolor que ha devenido, fruto de su reencuentro con la humanidad, insufrible. Sí, lo sé, tal solución no cabe en nuestra Constitución. Pero lo que es peor, no cabe en la mollera de nuestros políticos.


Destaco:

Los terroristas no tienen nada personal con sus víctimas. Por eso, y a despecho del léxico de feriante, son alimañas. Nada personal provoca la mordida del ceraste. Así se comprende que yo no sea partidario de la pena de muerte para los terroristas por las mismas razones que Dawkins no la quería para Saddam. O sea, por examinar su cerebro; pero por ninguna razón más.

Cuentan que el terrorista debe deshumanizar a la víctima antes de disparar sobre su nuca. Es muy probable. Pero sólo a costa de haberse deshumanizado él mismo antes. Por lo tanto sólo cabe obrar en justa correspondencia cuando pasan frente a nosotros, camino de la cárcel, sus despojos.



ARTÍCULO:

La policía detuvo ayer al supuesto asesino de Joseba Pagazaurtundúa, una de las víctimas del terrorismo más intensamente recordadas. El crimen llevaba más de siete años sin resolverse. Es probable que las dos circunstancias hayan contribuido a algunos excesos. El primero, el del consejero vasco Ares, que dio por sentenciado el caso, sin mayor prudencia retórica. El segundo, el de la hermana de Joseba, Maite Pagaza, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, que ha anunciado una rueda de prensa para hoy. Es mejor que las ruedas de prensa se reserven para los hechos y no para las suposiciones. por muy alegres que sean. Al anunciar la rueda de prensa la hermana de Joseba Pagaza dijo que la familia sentía «un gran alivio moral.»

Desde por la mañana temprano en que supe la noticia estaba dándole vueltas, exactamente, a eso del alivio moral. Maite Pagaza, además de la hermana de una víctima, es amiga mía y el alivio de los amigos es el nuestro. Sin embargo… Comprendo que el duelo de los próximos de un asesinado no se cierre hasta que el criminal haya sido detenido. Comprendo que sea dolorosamente necesario saber que el asesino, como parece, sea de Hernani, el pueblo de los Pagaza. Pero el único alivio que yo siento es del tipo técnico. Uno menos. En realidad, nunca he sido demasiado partidario de ese «mirar a los ojos» con que algunas víctimas pretendan retar a los asesinos, sea en el salón de los juicios o en los periódicos. Los terroristas no tienen nada personal con sus víctimas. Por eso, y a despecho del léxico de feriante, son alimañas. Nada personal provoca la mordida del ceraste. Así se comprende que yo no sea partidario de la pena de muerte para los terroristas por las mismas razones que Dawkins no la quería para Saddam. O sea, por examinar su cerebro; pero por ninguna razón más.

Los próximos de un asesinado esperan que se detenga al criminal, sobre todo, para tratar de comprender. Los móviles, las razones, el humanísimo por qué. Y es que suele haber algo personal entre criminal y víctima que conviene aclarar. Pero Joseba Pagazaurtundúa fue asesinado por una sociedad anónima (y el tiempo dará la verdadera y hórrida dimensión de tal sociedad), de la que se conocen perfectamente sus características y su objetivo social. Cuentan que el terrorista debe deshumanizar a la víctima antes de disparar sobre su nuca. Es muy probable. Pero sólo a costa de haberse deshumanizado él mismo antes. Por lo tanto sólo cabe obrar en justa correspondencia cuando pasan frente a nosotros, camino de la cárcel, sus despojos.

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