Memorias de un Periodista. Indro Montanelli

Testimonio recogido por Tiziana Abate.
Edición 2010, RBA Libros, S.A.
Traducción de Atilio Pentimalli Melacrino.
Título original: Soltanto un giornalista.

En la página 9 se puede leer: "Porque los principios permanecen, las ideas cambian. Cambian con los hombres, a los que se les dan en arriendo. He aprendido a reservar el compromiso de la coherencia tan sólo para los valores fundamentales en los que un hombre debe inspirar su conducta: el deber de la honradez, de la sinceridad, de la valentía, de la responsabilidad. Pero en el campo de las ideas han sido precisamente la honradez, la sinceridad y la valentía las que me han obligado a cambiarlas cada vez que me he encontrado frente a la evidencia de su engaño, o del mío."

El párrafo anterior refleja el pensamiento de Montanelli, el cual se va desarrollando a lo largo del libro. Sin entrar en discusiones sobre la exactitud de sus descripciones, lo que refleja el libro es la honestidad de un hombre que hizo en cada momento lo que su buen juicio le dictaba.

El libro repasa la historia del siglo XX, centrada principalmente en Italia, pero con pinceladas de hechos y personajes históricos como son el fascismo italiano, Mussolini, La guerra civil Española, Franco, Salazar, la Segunda Guerra Mundial, Churchill, El régimen comunista, Juan Pablo II, etc. Al haber desarrollado su labor periodística en muchos de estos lugares conocemos los hechos de primera mano, y también una opinión bien fundamentada. Sobre los personajes que se cruzaron en su camino destacar la anécdota de su encuentro en España, durante la guerra civil, con Kim Philby.

Otro de los temas principales del libro es el periodismo, donde Montanelli ha dejado una huella muy profunda.

Libro imprescindible, bien estructurado, con una traducción regular, ya que el traductor no parece hispano hablante e incurre en algún que otro patinazo.

Escribo a continuación algunos párrafos del libro:

"Por temperamento, los españoles son unos anarquistas que a veces creen ser comunistas. Pero no por mucho tiempo. En esa guerra se combatía sobre todo por asuntos de vecindad y viejas rencillas familiares".

"El choque (la batalla de Brunete) había sido frontal, defendiendo palmo a palmo de terreno según el estilo militar de Franco, cuya regla estratégica era: gana el último soldado que queda en pie. Se consideró vencedores a los nacionales sólo porque quedó con vida alguno más que los republicanos...Al final he llegado a la conclusión de que cada batalla es fruto del caos, en el que sólo los periodistas tratan de poner una pizca de orden con sus reseñas".

"En Salamanca...me acerqué al primero de los dos distintos Fraco que tuve ocasión de conocer. El de los días de la guerra civil era conversador y campechano. Era difícil reconocer en él al astuto y despiadado ex jefe del Tercio, la legión extrajera española. "Un auténtico demonio", me dijo Abd el-Krim, cabecilla de los rebeldes del Riff. En realidad, Franco no era un guerrero, sino un hombre de gabinete metódico y sin nervios...avaló atrocidades propias de toda guerra civil, no peores que las que cometía el gobierno republicano, que se las encargaba a los comisarios del pueblo enviados directamente por Moscú..."

"De él (su padre) había aprendido el arte de divulgar de forma transparente y fácil, y relatar la historia hablando de hombres y de hechos en vez de teorías."

"Aprendí que el único amo del periodista es el lector. Y cuando lo tienes en tu bando, no hay poder que pueda amordazarte."

"En cuanto a la objetividad periodística, es tal vez la patraña más grande que me ha tocado oír acerca de nuestro oficio. Otra cosa es intentar mantenerse imparcial, y he de admitir que en Finlandia (durante la invasión soviética en la Segunda Guerra Mundial) ni siquiera lo intenté: sin embargo yo no inventaba nada, tan sólo relataba lo que veía."

"Tanto Churchill como De Gaulle eran líderes, pero también porque hablaban a dos pueblos capaces de comprender su lenguaje".

"Entonces comprendí que, abandonando la india, los ingleses cometían por lo menos un desaguisado: abolir el martirio, es decir, destruir la única industria próspera de aquel país, la de los santos".

"En 1953, después de veinte años de ausencia, regresé a Estados Unidos. Quería v erl el país del que dependía el destino del mundo, al que le debía la libertad y al que nuestra intellighenzia de izquierda, como, por otra parte, todas las europeas, no hacía otra cosas que lapidar".

"Prezzolini era muy consciente, como yo, de lo incurables que son ciertas lacras italianas, como la ausencia de una conciencia moral y cívica. Y él también tenía como blanco sobre todo nuestra cultura, a la que acusaba de traición. Nadie como él se había esforzado tanto por despojara de su provincialismo y purgarla de sus insoportables academicismos...Pero ambos hemos logrado molestar a todos, fascistas y antifascistas, y ser acusados de incoherencias por quienes confunden los noes dichos a hombres y cosas con síes dichos a sus contrarios. Y a quienes, incapaces de reflexionar sobre sus propias experiencias y sacar lecciones de ellas, exige que a los cincuenta años se pueda pensar todavía como a los veinte".

“En Estados Unidos, la descendencia de los pioneros ha sido numéricamente sobrepasada por las oleadas de nuevos inmigrantes de todas las razas y procedencias, pero para integrarse en la sociedad americana ha tenido que asumir sus costumbres y su mentalidad, que son todavía la de las caravanas.”

"Poco después murió (Enrico Mattei) en el famoso accidente aéreo de Bascapè. Los peritajes comprobaron enseguida que no había rastros de sabotaje, pero en este país sediento de lo novelesco, la hipótesis del atentado fue una de las más persistentes. Y mis artículos me convirtieron de oficio en uno de los enemigos de Mattei. Así fue como me encontré mencionado también en la lista de posibles cerebros de aquel sabotaje, una hipótesis que nunca dejará de volver a salir a flote periódicamente: porque un magistrado que cabalga un cadáver como aquél, termina por compartir su prestigio".

"Yo me considero un burgués hasta los tuétanos y muchas de mis batallas de periodista las he combatido en defensa de las tradiciones e ideales burgueses que eran pisoteados por el conformismo rojo: que, lamentablemente, no perdonaba ni siquiera a aquellos que hubieran debido considerarse sus primeras víctimas. Pero había un equívoco de fondo: mientras yo defendía una ideas, los burgueses defendía la platería".

"Frente a la amenaza islámica, de todas maneras, no es suficiente con ser proisraelí: yo soy judío y sanseacabó".

"Lamentablemente, los estudiantes no se apasionaban por las reformas que mejorasen la eficiencia de la universidad, sino por la demagogia y el oportunismo...Sobre todo eran inaceptables los métodos de aquella protesta, que eran los palos, la intolerancia, el atropello. El movimiento estudiantil era una dictadura".

"En Italia, le periodista no se siente como expresión de la opinión pública, sino portavoz de su propia facción. Ataca a los adversarios en nombre de la hermandad a la que pertenece, y por solidaridad jamás se le ocurrirá decir una palabra contra su por corporación".

"Berlusconi es cualquier cosa menos un idealista desinteresado y nadie como él sabe obrar eludiendo, cuando no pisoteando, las reglas".

"Su error (el de Gorbachov) fue no haber comprendido que los totalitarismos son más fáciles de montar que de desmontar, y que han de liquidarse mediante métodos totalitarios. Con la ilusión de encarrilar al mismo tiempo la perestoika, es decir, la reforma política, y la glasnost, o sea, la transparencia política, se privó de los únicos instrumentos - partido, ejército, KGB - que habrías podido permitirle encauzar la situación. Y con ello sumió a la URRS en ese caos del que ha salido hecha pedazos".

"El comunismo ha arrastrado consigo en su ruinosa caída todo el andamiaje ideológico no sólo comunista, sino también anticomunista".

"Mantener a unas personas durante años bajo goteo de comunicaciones que tienen el efecto de relegarlo al campo de sospechosos, seguidas de largos silencios llenos de susurros y gritos, y después de mandatos a presentarse seguidos de redoblados susurros y gritos, antes de llegar a una incriminación propiamente dicho esto no es justicia. Es tortura, sobre todo si la acompaña la prisión llamada preventiva".

"En determinados países, como Inglaterra, la llegada de las masas al escenario político ha ocurrido después de haber absorbido el espíritu de las élites liberales y haberlo convertido en sangre de su sangre."

"Dicho esto, no sé si Europa se formará jamás verdaderamente. Hay países que han dedicado mil años a convertirse en naciones y llevan en la sangre el orgullo de su identidad y de sus tradiciones. ¿por qué habrían de regalar todo eso a Europa?"


En definitiva los temas de los que habla Montanelli en el libro no han perdido actualidad, siempre fue coherente con sus ideas y cuando las corrientes cambiaban pasaba de villano a héroe, o viceversa.