Pobre macroeconomía por Francisco Capella

Francisco Capella escribe sobre los análisis macroeconómicos y su imposibilidad.

Destaco:

Cuando tu única herramienta es un martillo, es posible que todo lo que veas te parezcan clavos. Si además intentas utilizar un martillo pilón como una herramienta de precisión probablemente hagas más mal que bien. Los macroeconomistas, con sus modelos matemáticos que pretenden representar a toda la economía, creen que su actividad es esencial para el estudio de las cuestiones políticas. Pero no suelen tener la humildad intelectual de reconocer que tal vez sea algo prácticamente imposible y potencialmente peligroso por sus abusos.

Mencionemos de boquilla a la microeconomía hablando de individuos que toman decisiones en el tiempo en condiciones de incertidumbre. Y desde aquí y sin que se note mucho, demos un salto mortal sin red, ignoremos cómo estos agentes coordinan empresarialmente de forma evolutiva y adaptativa sus acciones y asumamos que toda la economía está ya prácticamente ajustada y en equilibrio en todos los mercados salvo pequeñas perturbaciones que como parecen muy complicadas vamos a decir que son aleatorias.




ARTÍCULO:

Jesús Fernández-Villaverde aplaude estas citas ajenas:

“All the interesting policy questions involve understanding how people make decisions over time and how they handle uncertainty. All must deal with the effects on the whole economy. So, any interesting model must be a dynamic stochastic general equilibrium model. From this perspective, there is no other game in town.”

“What is exactly that you are against in DSGE models? Being dynamic? Being stochastic? Being aggregate? Or being a model?”

Cuando tu única herramienta es un martillo, es posible que todo lo que veas te parezcan clavos. Si además intentas utilizar un martillo pilón como una herramienta de precisión probablemente hagas más mal que bien. Los macroeconomistas, con sus modelos matemáticos que pretenden representar a toda la economía, creen que su actividad es esencial para el estudio de las cuestiones políticas. Pero no suelen tener la humildad intelectual de reconocer que tal vez sea algo prácticamente imposible y potencialmente peligroso por sus abusos.

Los gobernantes tratan de dirigir la actividad de los ciudadanos, pero se les podría criticar no haber tenido algo en cuenta, haberse fijado sólo en lo que se ve fácilmente y no en lo que no se ve a primera vista (aparte de los problemas éticos de interferir con la libertad individual, claro). En realidad la tarea de ingeniería social es imposible debido a la complejidad de los sistemas sociales, imposibles de controlar por sus múltiples y variadas interconexiones. El macroeconomista ofrece una coartada genial para el político: en lugar de estudiar cada uno de los múltiples sectores, factores o aspectos de una economía y fracasar de forma ostentosa en el intento, huyamos hacia adelante, distraigamos la atención del espectador, demos el cambiazo y recurramos a los remedos holísticos más burdos (eso sí, con mucha sofisticación matemática que eso impresiona una barbaridad).

Vendamos nuestra debilidad como una fortaleza: olvidemos que no somos capaces de representar con precisión ningún sector real de una economía (si lo fuéramos usaríamos las predicciones de nuestros modelos para garantizar nuestro éxito empresarial y enriquecernos fácilmente, lo que obviamente no ha sucedido) e intentemos representar todo a la vez; asumamos que los detalles parciales y locales desaparecen o se vuelven irrelevantes por la magia de la compensación estadística.

Mencionemos de boquilla a la microeconomía hablando de individuos que toman decisiones en el tiempo en condiciones de incertidumbre. Y desde aquí y sin que se note mucho, demos un salto mortal sin red, ignoremos cómo estos agentes coordinan empresarialmente de forma evolutiva y adaptativa sus acciones y asumamos que toda la economía está ya prácticamente ajustada y en equilibrio en todos los mercados salvo pequeñas perturbaciones que como parecen muy complicadas vamos a decir que son aleatorias.

Presumamos de rigor científico porque usamos modelos matemáticos implementables en sistemas informáticos: si luego no somos capaces de predecir crisis generalizadas seguro que no es culpa nuestra sino de la realidad que se empeña en no comportarse como debe. Agreguemos de forma ambiciosa, aspiremos a entenderlo todo para ocultar que no sabemos casi nada acerca de los fenómenos particulares y concretos que alegremente sumamos y restamos. Pongamos la etiqueta de estocástico, que casi nadie entiende lo que significa y eso apabulla pero bien. Y naturalmente no vamos a ir de estáticos por la vida, que en el mundo todo es cambio dinámico. No nos apeemos nunca del paradigma básico: como mucho asumamos unas pocas clases de agentes heterogéneos en lugar de agentes representativos; supongamos que la conducta no es del todo racional y que el conocimiento y la competencia no son del todo perfectas. Y pidamos más y más dinero para nuestras líneas de investigación.

Ya de cosecha propia, Jesús Fernández-Villaverde no recomienda leer “La acción humana” (además, Mises era “insufrible” y hasta se peleó con Hayek, de qué cosas se entera uno…) y Hayek no está arriba en su lista. Pretende que “La teoría austriaca del ciclo tiene bastantes problemas” y no explica la crisis actual: tal vez no entiende ninguna de las dos. Como demostración:

“Los problemas de reajuste que según la teoría austriaca explicarían la recesión también deberían causar problemas en una expansión, lo cual obliga a introducir una asimetría en costes de ajuste que es un tanto difícil de justificar”.

La asimetría es fácil de justificar, pero como él no sabe hacerlo cree que es muy difícil. La expansión y la recesión son esencialmente asimétricas: en una expansión (debida fundamentalmente al intervencionismo estatal sobre el dinero, el crédito y la banca) se están forzando descoordinaciones y generando tensiones excesivas en un sistema inicialmente bastante bien ajustado; los componentes del sistema no se reacoplan gradualmente, las tensiones se acumulan y el sistema se rompe de forma catastrófica (dinámicas no lineales, caóticas); donde antes había pugna por asignar recursos a proyectos empresariales existentes pero insostenibles, ahora es necesario recalcular, reasignar recursos, liquidar muchas empresas y lanzar otras posiblemente desde cero; donde antes había confianza, que se gana con dificultad y se pierde con facilidad, ahora hay desconfianza. Un globo es muy distinto mientras se está hinchando que después de haber explotado; los animales salen poco a poco de sus madrigueras atentos y con miedo a los depredadores, y vuelven corriendo en cuanto detectan el peligro.

Huelga de controladores aéreos por Francisco Capella

Francisco Capella escribe sobre los controladores aéreos y los últimos conflictos.



ARTÍCULO:

Tengo formación académica como físico, en inteligencia artificial e ingeniería del conocimiento, y como economista. Soy liberal, comentarista de opinión en Libertad Digital y miembro del Instituto Juan de Mariana. Y soy controlador aéreo en Aena desde hace once años, de lo cual no estoy precisamente orgulloso. He estado destinado en las torres de control de Tenerife Sur y en Madrid Barajas (donde fui instructor y supervisor) y ahora estoy en proceso de instrucción en el centro de control de ruta de Madrid Torrejón. Además he estado en comisiones de servicio en las torres de Almería, Ibiza y Málaga. Aclaro que este artículo lo escribo a título estrictamente personal.

Mis sueldos de los últimos años han estado ligeramente por encima de la media dada a conocer por el ministro Blanco (aquellos más de 330.000 euros brutos anuales). Además mi nómina era de las relativamente bajas en la torre de control de Barajas, ya que estando más o menos en la media de antigüedad y carrera profesional yo solo hacía la ampliación laboral básica (el primer nivel de los tres que había de horas extra). Y Barajas es una torre de categoría inferior a los centros de control, que es donde hay más personal destinado.

Estos abultados salarios se han conseguido mediante la elevación de la demanda de controladores y la restricción de su oferta, fenómenos que no han sido ajenos a la presión sindical y a su capacidad de hacer daño al dejar de prestar un servicio esencial difícilmente sustituible (la unión hace la fuerza, especialmente en un monopolio público como éste). Los propios controladores decidían de forma casi unilateral cuántos eran necesarios durante cada turno en cada dependencia (las configuraciones de referencia, con cantidades a mi juicio infladas y exageradas porque prácticamente siempre solía sobrar personal, a menudo se abrían sectores no estrictamente necesarios y las horas efectivamente trabajadas estaban lejos del límite reglamentario). Dada la limitación de horas a trabajar por convenio (1.200 anuales) se programaban grandes cantidades de horas extra.

Algunos controladores se han presentado ante la opinión pública como responsables trabajadores que sacrificaban su tiempo libre, su familia y su salud (el famoso presunto estrés laboral) para hacer las horas extra y salvar la navegación aérea, al turismo y al país: la verdad es que se aprovechaba cualquier oportunidad para generar esos servicios adicionales y se hacía cola para hacerlos y cobrarlos suculentamente. Simultáneamente el sindicato reclamaba con gran cinismo ante la opinión pública más controladores, justo lo contrario de lo que realmente quería (cualquier economista puede explicar cómo a los gremios les interesa restringir la competencia para elevar sus ingresos y mejorar sus condiciones).

Quizás por la bonanza económica o para evitar problemas políticos los ministros y los directivos anteriores de Aena cedieron ante la presión sindical, básicamente las amenazas de dejar de hacer esas infladas horas extra y quizás también retirar a los profesores de la escuela y parar en seco los procesos de formación. Otras medidas eran y son las típicas de las huelgas de celo: utilizar el reglamento y los procedimientos (estos últimos de nuevo decididos y aplicados según el criterio de los propios controladores) como excusas para ralentizar el tráfico (los controladores aéreos insisten mucho en la seguridad, la cual invocan constantemente y aprovechan para meter miedo al personal, pero de lo que no pueden presumir en general es de eficiencia).

Durante mucho tiempo advertí a mis compañeros de que se estaban pasando y que estaban generando un sistema insostenible, pero obviamente no me hicieron ningún caso y continuaron los excesos y abusos. Y entonces llegó la crisis económica, la reducción del tráfico aéreo y el cambio de ministro de Fomento y de equipo directivo en Aena. Y más recientemente las nuevas leyes sobre provisión de los servicios de navegación aérea. Lejos de practicar una sana autocrítica, el nuevo equipo directivo de USCA (Unión Sindical de Controladores Aéreos) ha decidido huir hacia delante, se han autoproclamado víctimas esclavizadas y han promovido la convocatoria de una huelga. Estoy totalmente en desacuerdo, y además me siento profundamente avergonzado e indignado por lo que he visto y oído en los últimos meses en la torre y en la sala de control. Por eso me he dado de baja del sindicato USCA y estoy considerando mi futuro profesional. En próximos artículos espero ir dando más detalles, aclarando ideas y desmontando diversas falacias difundidas interesadamente por algunos controladores aéreos.


Francisco Capella es director del área de Ciencia y Ética del Instituto Juan de Mariana, creador del proyecto Inteligencia y Libertad y escribe regularmente en su bitácora.

Schalke 3-1 Bayern München - Raúl

Un boina verde (C) Andrés Montes.


Principios liberales (II) por Carlos Rodríguez Braun

Continúa Rodríguez Braun con la serie de artículos sobre el liberalismo. Esta vez sobre que actos deben ser libres y cuales no.



ÁRTÍCULO:

Según John Rawls, todo el mundo tiene que tener un derecho a la mayor libertad posible, compatible con la misma libertad para todos los demás. Pero lo del derecho a la libertad es como decir que tenemos derecho a que no se violen nuestros derechos, lo que parece una necedad.

Y aún peor: tener derecho a la libertad comporta que la libertad no es nuestra, sino que alguien nos la da. Obviamente, si nos la da, también nos la puede quitar.

Así ha sucedido en la práctica, donde merced al “derecho-ismo” estamos rodeados de cada vez más derechos y cada vez menos libertad. Dice Anthony de Jasay: “El razonamiento borroso ha terminado colocando al derecho-ismo en el mismo laberinto redistributivo donde estaba el utilitarismo, al que condenó y al que deseaba, con razón, sustituir” (Inspecting the foundations of liberalism, Economic Affairs, marzo 2010).

Pero el problema fundamental es cómo resolver si los actos deben ser o no libres. Aparte de los derechos clásicos, llamados, no por azar, libertades (de prensa, opinión, religión, etc.), no está claro qué hacer con la contratación laboral o la sanidad o las pensiones.

La tesis de De Jasay defiende una presunción general a favor de la libertad si una acción es permitida, salvo que se demuestre por qué debe ser prohibida. “Pero, ¿por qué la presunción debe inclinarse a favor de permitir y no de prohibir? La respuesta deriva de la asimetría entre dos formas de validar una proposición, la verificación y la refutación. Si la carga de la prueba recayese en quien propone una acción, se vería obligado a demostrar que toda posible objeción a esa acción es falsa, es decir, que no hay razón suficiente en su contra”. Esto se torna crecientemente difícil cuantas más objeciones posibles haya.

En cambio, si es al revés, la cosa está más clara, porque los objetores saben lo que objetan y pueden plantear sus razones de modo que no sea desproporcionadamente costoso. “La verificación es, al menos, más factible que la refutación, con lo que la carga de la prueba recae sobre el oponente a la acción, y existe una presunción a favor de la libertad.

La posición contraria llevaría a lidiar no con una aguja en un pajar, sino con una brizna de hierba en una montaña de agujas: todo acto sería prohibido, salvo que se demostrase que hay razón suficiente como para permitirlo”.

¿Cómo podemos mejorar el sistema electoral?

Noticia sobre el sistema electoral en España.

Yo quiero listas abiertas y que cada voto tenga el mismo peso.

Aquí se puede leer lo que dice al respecto UPyD:

3 - Reforma de la Ley Electoral, que deberá corregir la desproporcionada representación de los grandes partidos revisando el sistema de circunscripciones electorales y acabar con la excesiva preponderancia de los partidos nacionalistas, a los que se concede en la práctica un poder de arbitraje que da origen a la extensión de lo que hemos llamado “nacionalismo obligatorio”, así como de sus imitaciones regionalistas.

5 - Medidas de regeneración democrática que vinculen más estrechamente a los representantes políticos con sus representados –examinando la posibilidad de introducir un sistema electoral con listas abiertas, la elección directa de los cargos personales principales como presidencias de gobiernos (nacional y autonómicos) o alcaldías, la limitación de mandatos-, e introduzcan incompatibilidades más rigurosas entre el ejercicio de cargos públicos y negocios privados. También propondremos medidas que prevengan pactos poselectorales que desvirtúen o tergiversen el resultado electoral, que hagan más transparente la financiación de los partidos políticos y mejoren su autonomía de los grandes poderes económicos.

Ninguno de los grandes partidos nacionales actuales -menos aun los nacionalistas- defiende propuestas equivalentes a las nuestras. Su firmeza contra el nacionalismo obligatorio resulta discutible, pues ninguno ha dejado de hacer concesiones que atacan la igualdad de la ciudadanía española en materia lingüística, educativa, fiscal o de servicios públicos. Tampoco ninguno propone la reforma de la Constitución que, lógicamente, necesita adaptarse a las nuevas condiciones políticas del país y a un mundo en permanente cambio. Ni propugnan una reforma de la legislación electoral que quizá perjudicase sus expectativas, a pesar de que mejoraría la democracia al conseguir una representación más proporcionada de las corrientes sociales existentes, combatiendo el auge de la abstención y de la aversión a la política.



 
NOTICIA:

El sistema electoral español está en tela de juicio. Se critica el bipartidismo. Se critica una excesiva representación de los nacionalistas. Y se critica tanto el sistema de listas cerradas y bloqueadas como el hecho de que partidos con implantación nacional –UPD, IU- estén menos representados de lo que deberían.

- A raíz de la percepción de estas disfunciones, el Congreso ha trabajado en una Subcomisión de Reforma del Sistema Electoral General, que sin embargo no ha consensuado reformas de calado, limitándose a luchar contra la posibilidad del transfuguismo en los ayuntamientos, rediseñar las papeletas del Senado –donde hay listas abiertas- para que todos los candidatos concurran en pie de igualdad, etc.

- El sistema electoral español abarca elecciones muy distintas, del Parlamento Europeo a las Comunidades Autónomas, pero las críticas se centran en las elecciones legislativas al Congreso.

- Constitucionalmente, nuestro sistema electoral está configurado con una idea-fuerza: favorecer tanto la formación de Gobiernos como su estabilidad. Y, a la vista de las décadas transcurridas, ese es un objetivo que se ha conseguido.

- Lo primero que recuerda el experto en sistemas electorales Antonio Martínez-Pujalte, profesor de Filosofía del Derecho, en su reciente libro “Los sistemas electorales españoles: evaluación y propuestas de reforma”, es que “está fuera del alcance del diseño electoral el asegurar que un país sea gobernado sabiamente”; en paralelo, puede decirse que no hay sistemas electorales perfectos, y en la propia Gran Bretaña –cuna de la democracia moderna-, el sistema electoral ha sido uno de los puntos candentes tanto de la última campaña electoral como de los primeros pasos del Gobierno Cameron-Clegg.

- Según Pujalte, nuestro sistema está pegado a la realidad política de la sociedad, favorece la cohesión interna de los partidos y, como se ha mencionado, favorece la estabilidad parlamentaria y, por tanto, también gubernativa. Sus peores fallos están en la representación proporcional de partidos y territorios.

- Lo primero es llamar la atención sobre la falta de igualdad de los sufragios en un punto: la desproporción del peso del voto según la circunscripción. Cada provincia –que es la circunscripción electoral en España- tiene asegurados un mínimo de dos escaños. El resto se completa según índices de población, pero al final resulta que un diputado por Madrid o Barcelona representa cinco veces más personas que un diputado por Soria, por ejemplo. Es un fallo que, además de representar más a unos territorios que a otros, prima a los partidos grandes.

- El actual sistema ha venido primando a los dos partidos más votados, en especial al más votado de los dos. Sin embargo, ha primado sólo muy ligeramente a los nacionalistas.

- En la práctica, sin embargo, esta prima existe, y es doble: los territorios con fuerzas nacionalistas están políticamente más representados, en tanto que sus diputados tienen un vínculo práctico de obediencia con su región más que con el conjunto del país; por otra parte, lo que se da es una llamada “proporcionalidad inversa”, por el mal trato que, correlativamente, reciben los partidos minoritarios pero con implantación en todas las circunscripciones, casos, por ejemplo, de IU y UPD. En 2008, por ejemplo, IU tuvo el 3,81% de los sufragios y sólo el 0’57% de los escaños. UPD tuvo el 1,2% de los votos y sólo el 0,29% de los diputados. El problema es que el sistema, en la práctica, sólo permite ejercer de “partidos bisagra” a los nacionalistas. El sistema, en fin, castiga a los partidos que no concentran su voto en unas pocas circunscripciones.

- Se plantea, recurrentemente, acabar con el sistema de listas cerradas y bloqueadas y adoptar para el Congreso el de listas abiertas vigentes en el Senado. Sin embargo, según el profesor Martínez-Pujalte, dicho sistema no tendría por qué ser la panacea. En primer lugar, ni en el Senado español, ni en otros países –Austria, Holanda, etc.- ha implicado una mejora en la participación de los electores, pues en los sistemas no presidencialistas, los electores votan programas de partidos y no a personas concretas. Por otra parte, la vida dentro de los partidos conocería todo tipo de inestabilidades, quedando debilitadas las formaciones y mermada la capacidad de decisión. Asimismo, al reforzar el vínculo de un diputado con su territorio, perdería fuerza la solidaridad y la representación en términos nacionales de cada diputado, y sería muy fácil caer en casos de caciquismo –como los habidos en la España de la Restauración- o en prácticas corruptas como las habidas en Italia antes de la reforma de 1992, por ser el diputado individual mucho más susceptible a presiones.

- El problema de “disciplina de partido” que se quiere solucionar con las listas abiertas tiene, según el profesor Martínez Pujalte, otra posible solución: establecer listas de oradores en cada sesión, para que los diputados tengan una iniciativa y una autonomía superiores a las que le concede la rigidez del sistema de grupos parlamentarios, tener más votaciones secretas, permitir el voto en conciencia, etc., de modo que pudiéramos hacer del Congreso una cámara en verdad deliberativa, al margen de la férrea disciplina de partido.

- También se ha propuesto establecer una barrera del 5% de los sufragios nacionales para ir contra los partidos nacionalistas. Sin embargo, tiene un cariz antidemocrático el negar representación a ciudadanos que votan ampliamente una opción política en unas circunscripciones determinadas, ahí sí quedaría sobrerrepesentado el bipartidismo.

- Para corregir las disfunciones apuntadas, cabría establecer, según Pujalte, una idea que va tomando fuerza: formalizar una circunscripción nacional complementaria de 50 escaños que reforzaría la “dimensión unitaria” del Congreso en clave nacional e igualaría y corregiría problemas de representación proporcional que hay ahora, al tiempo que disolvería, en parte, la sobrerrepresentación nacionalista. La Constitución permite un número de hasta 400 diputados, y lo cierto es que el Congreso español es, en Europa, la segunda cámara con menor ratio de diputados-electores. Por supuesto, habría problemas por cuestiones de austeridad y, ante todo, por la dificultad del sistema de asignación de escaños en esa circunscripción nacional complementaria. Pero en países como Suecia, Dinamarca o Grecia ha funcionado bien.

- Una circunscripción nacional única, sin embargo, sólo es viable en países uniformes y de tamaño pequeño o mediano; en España iría en contra de la representación de los territorios y disolvería definitivamente el vínculo de cada diputado con su región.

- Pujalte también propone pasar del sistema de asignación de escaños según la fórmula d’Hondt a una fórmula Sainte-Lagüe corregida, con la que se reducirían las primas al partido más votado y facilitaría la consecución del primer escaño. Asimismo, reducir el mínimo de escaños por circunscripción de dos a uno, reduciría la sobrerrepresentación de algunos territorios.

- Otro punto de debate es el de los españoles que viven en el exterior, para los que se ha propuesto una circunscripción especial.

El insalvable escollo para la paz por Ilan Pappé

Otra opinión sobre el conflicto entre Palestina e Israel. No muy favorable a Israel y su actitud en el conflicto.

Destaco:

Por eso, en lugar de seguir dando vueltas al problema de la flotilla, lo que la opinión internacional debería hacer es revisar la postura que mantiene con respecto a Israel, puesto que es ahí, precisamente ahí, donde subyace el principal obstáculo para la paz. A continuación, me gustaría explicar brevemente el proceso que llevó a la decisión de atacar la flotilla.

 Por lo demás, todos sabemos que Hamás fue el único Gobierno del mundo árabe elegido de forma democrática. Pues bien, nada más nacer decidieron eliminarlo, primero del mapa político y, después, del militar. ¿Razones? Para empezar, porque sigue en la brecha resistiendo desde 1967, fecha en la que Israel ocupó toda Cisjordania y la franja de Gaza, y resiste no solo lanzando cohetes, casi siempre en respuesta a la muerte de alguno de sus activistas en manos del Ejército israelí, sino también y sobre todo, negándose a aceptar "la clase de paz" que Israel quiere imponerles.

Así pues, el Gobierno israelí defiende la idea de que Hamás es el obstáculo principal para conseguir esa clase de paz y se trata por lo tanto de eliminarlo. A partir de ahí, la estrategia declarada del Gobierno de Israel consiste en matar de hambre al millón y medio de palestinos que sobreviven en una de las zonas más densamente pobladas del mundo.
 
Nada más lejos de la realidad que un escenario tan optimista como este: cualquier posible solución que fuera aceptable para Israel sería precisamente aquella que ni la más que domesticada Autoridad Palestina ni, por supuesto, Hamás, aceptarían nunca: el fin de la resistencia a cambio del derecho a vivir encarcelados en unos pocos enclaves.



ARTÍCULO:

Quizá ahora y desde una perspectiva más tranquila resulte más sencillo hablar de lo acaecido con la flotilla de Gaza. Hay sin embargo algo que sigue siendo difícil de explicar: la enorme distancia que existe entre la percepción israelí de los hechos y la que tiene el resto del mundo. Cuando se leen las respuestas dadas por políticos y ciudadanos israelíes a los muchos interrogantes planteados es inevitable asombrarse por lo mucho que recuerdan a las de los líderes sudafricanos de los años setenta: no nos preocupa lo que pueda pensar el mundo, para Sudáfrica el sistema del apartheid es el más conveniente.

Así, mientras que todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo en calificar el ataque israelí como una violación descarada de las leyes internacionales, la opinión de la población y el Estado de Israel va justo en el sentido contrario. Y mientras Occidente se empeña en subrayar la ilegalidad manifiesta del bloqueo como causa primera y origen de este conflicto, Israel insiste en mantenerlo a toda costa, al tiempo que implementa una serie de medidas destinadas no solo a reforzarlo sino a conseguir el estrangulamiento de la zona.

Estas diferencias pueden verse incluso en los adjetivos utilizados por los medios y los políticos israelíes: según ellos no se trata de una flotilla "pacífica", sino más bien de un grupo de fanáticos partidarios de Al Qaeda cuya única obsesión consiste en destruir al Estado de Israel. Pero ¿qué pasa si los ciudadanos palestinos de Israel deciden apoyar a la flotilla como de hecho hicieron algunos? Pues pasa que respetables personas se transforman ipso facto en cómplices necesarios de los terroristas. El sangriento abordaje desencadenó también toda una serie de turbias maniobras ya que, automáticamente, el Gobierno se lanzó a promulgar distintas medidas cuyo único objetivo parece ser la deslegitimación de todos los ciudadanos israelíes de origen palestino con la intención declarada de privarles de su ciudadanía y, de paso, acabar también con los judíos israelíes que hubiesen apoyado a la flotilla y/o al BDS (Movimiento por el Boicot, Sanciones y Desinversiones contra el Estado de Israel).

Por eso, en lugar de seguir dando vueltas al problema de la flotilla, lo que la opinión internacional debería hacer es revisar la postura que mantiene con respecto a Israel, puesto que es ahí, precisamente ahí, donde subyace el principal obstáculo para la paz. A continuación, me gustaría explicar brevemente el proceso que llevó a la decisión de atacar la flotilla.

En lo más alto de las jerarquías política y militar del Estado de Israel sobresalen dos nombres: Ehud Barak y Benjamín Netanyahu. Son los que están detrás del brutal ataque que dejó noqueado a medio mundo y escandalizado al otro medio, acción que el Gobierno y la prensa israelíes decidieron disfrazar como un simple acto de autodefensa para mejor explicárselo a su público. Aunque uno de ellos procede de la izquierda (Barak, ministro de Defensa, es del Partido Laborista) y el otro, de la derecha (Netanyahu, el presidente), su opinión sobre Gaza y la flotilla se basan en la misma manera de ver el mundo.

Durante cierto tiempo, Barak sirvió como comandante bajo las órdenes de Netanyahu en un cuerpo militar equivalente a lo que hoy conocemos como los marines americanos. Ambos formaron parte también de una unidad idéntica a la que en junio asaltó el barco turco. Por lo que se refiere a la franja de Gaza, su forma de pensar la comparten prominentes miembros de la élite militar y la mayoría del electorado judío.

Por lo demás, todos sabemos que Hamás fue el único Gobierno del mundo árabe elegido de forma democrática. Pues bien, nada más nacer decidieron eliminarlo, primero del mapa político y, después, del militar. ¿Razones? Para empezar, porque sigue en la brecha resistiendo desde 1967, fecha en la que Israel ocupó toda Cisjordania y la franja de Gaza, y resiste no solo lanzando cohetes, casi siempre en respuesta a la muerte de alguno de sus activistas en manos del Ejército israelí, sino también y sobre todo, negándose a aceptar "la clase de paz" que Israel quiere imponerles.

Por lo que respecta a la élite política israelí, esa clase de paz forzada no parece negociable; consiste, más o menos, en entregar a los palestinos un control y soberanía limitados sobre la franja de Gaza y ciertas partes de Cisjordania exigiendo como contrapartida que abandonen la lucha por la independencia y la liberación de su tierra y se contenten con esos tres pequeños bantustanes que seguirían además bajo férreo control israelí.

Así pues, el Gobierno israelí defiende la idea de que Hamás es el obstáculo principal para conseguir esa clase de paz y se trata por lo tanto de eliminarlo. A partir de ahí, la estrategia declarada del Gobierno de Israel consiste en matar de hambre al millón y medio de palestinos que sobreviven en una de las zonas más densamente pobladas del mundo.

El bloqueo se inició en 2006 con la supuesta intención de animar a los habitantes de Gaza a sustituir el actual Gobierno de Hamás por otro que aceptase al pie de la letra los dictados de Israel o que, en su defecto, se sometiera a las exigencias de la más que resignada Autoridad Palestina con sede en Ramallah. Es entonces cuando se produce el secuestro del soldado Gilad Shalit y, como respuesta, el bloqueo se endurece todavía más. Hoy incluye la prohibición de importar todo lo que no sea indispensable para sobrevivir malamente.

Tanto Barak como Netanyahu saben de sobra que este bloqueo no conseguirá mover un ápice la posición de Hamás; es más, puede que incluso estén de acuerdo con el primer ministro británico, David Cameron, cuando afirma que en vez de debilitarlo lo único que consiguen estas medidas es reforzarlo. Y esto es algo que tanto a Barak como a Netanyahu les tiene sin cuidado.

El equipo Barak-Lieberman-Netanyahu no puede responder de otra manera a la realidad de Palestina e Israel porque, simplemente, no sabe. Es por eso que recurren a la fuerza bruta como el único medio de imponer su voluntad utilizando, tanto dentro como fuera de las fronteras del Estado, una propaganda frenética que disfraza sus terribles acciones de un simple derecho a la autodefensa, al tiempo que se esfuerza muy especialmente en demonizar, no solo a los habitantes de Gaza sino también a todos aquellos que acuden en su ayuda, calificándoles de terroristas.

Su estrategia real no declarada es continuar por el mismo camino. En tanto la comunidad internacional no despierte de su sopor, el mundo árabe no reaccione, Gaza siga estrangulada, la economía israelí produzca dividendos y el electorado acepte el absoluto dominio de lo militar sobre sus vidas, el conflicto y la opresión de los palestinos permanecerá como el único horizonte en el pasado, el presente y el futuro de sus vidas. Incluso el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, fue humillado cuando se permitieron anunciar ante sus mismas narices la construcción de 1.600 nuevas casas en Ramat Sholomo, el distrito de Jerusalén en disputa, justo el día en que había llegado allí para proponer la congelación de los asentamientos.

Sin embargo, sería un error asumir que el indiscriminado apoyo de los americanos y la débil respuesta de los europeos a la política criminal de Israel sobre Gaza son las razones que sustentan el bloqueo impuesto a Gaza. Lo que probablemente resulta más difícil de explicar al mundo es cuán profundamente se encuentra enraizada en la psique israelí este tipo de actitudes, esta desafiante mentalidad.

Hoy la respuesta internacional se basa en la fútil creencia de que habrá todavía más concesiones por parte palestina, si consiguen prolongar el diálogo con la élite política israelí y las cancillerías occidentales están de acuerdo en creer que la solución de los dos Estados está a la vuelta de la esquina, siempre que nos pongamos de acuerdo para realizar un último esfuerzo.

Nada más lejos de la realidad que un escenario tan optimista como este: cualquier posible solución que fuera aceptable para Israel sería precisamente aquella que ni la más que domesticada Autoridad Palestina ni, por supuesto, Hamás, aceptarían nunca: el fin de la resistencia a cambio del derecho a vivir encarcelados en unos pocos enclaves.

De manera que antes de poder plantearnos otras alternativas -la de un solo Estado democrático donde pudieran vivir juntos judíos y palestinos, que es la que personalmente yo defiendo-, antes incluso de poder explorar nuevas posibilidades para una aplicación más viable de la "solución de los dos Estados", tendríamos que empezar por cambiar la mentalidad del pueblo israelí y de sus dirigentes. Porque es esa mentalidad y su forma de aprehender la realidad la mayor y más insalvable de todas las barreras, si lo que queremos es alcanzar una verdadera reconciliación en la desgarrada tierra de Israel y Palestina.


Ilan Pappé, historiador israelí, preside el Departamento de Historia en la Universidad de Exeter y es codirector del Centro de Estudios Etno-Políticos de Exeter. Su último libro publicado en España es La limpieza étnica de Palestina (Crítica). Traducción de Pilar Salamanca.

What 'To Kill a Mockingbird' Isn't by Allen Barra

Artículo de Allen Barra en el que desmitifica la novela Matar un ruiseñor de Harper Lee.

Cuando lo leí me gusto el libro y la película es una obra maestra total y absoluta (c) Carlos Pumares.



ARTÍCULO:

Georgia had Flannery O'Connor and Carson McCullers; Mississippi had William Faulkner and Eudora Welty; Louisiana inspired the major works of Kate Chopin and Tennessee Williams. Alabama had. . .

Well, while Zora Neale Hurston and Walker Percy were born in Alabama, those two great writers didn't stick around my home state for long. And as for Harper Lee—Alabama born, raised and still resident—she doesn't really measure up to the others in literary talent, but we like to pretend she does.

Ms. Lee is at the head of the Southern class in one big way, however: The numbers are imprecise, but according to a 1988 report by the National Council of Teachers of English, her novel, "To Kill a Mockingbird," was required reading in three-quarters of America's high schools. Since its publication 50 years ago this summer, it probably ranks just behind "The Adventures of Huckleberry Finn," with American high-school students not only required to read the book but to tackle related projects. These range from drawing the courthouse where Tom Robinson, a black man accused of raping a white woman, was defended by Atticus Finch, to writing articles for the Maycomb Tribune recounting the trial, and recasting the movie with contemporary actors. (In 2006 my daughter, attending a public high school in New Jersey, cast Kevin Kline as Atticus and Abigail Breslin as his young daughter, Scout.)

One estimate credits the book with over 30 million copies sold—many, no doubt, due to the enduring popularity of the hugely successful 1962 film version, described by The New Yorker's Pauline Kael as "part eerie Southern gothic and part Hollywood self-congratulation for its enlightened racial attitudes." (Gregory Peck's Atticus, Kael wrote, was "virtuously dull," surely a phrase that can be accurately applied to Ms. Lee's model.)

Ms. Lee's only novel came along at exactly the right time: the year John F. Kennedy was elected president and the beginning of the decade in which the civil-rights movement began to change the South forever.

Naturally, it won the Pulitzer Prize. Its sentiments and moral grandeur are as unimpeachable as the character of its hero, Atticus. He is an idealized version of Ms. Lee's father, who, in real life and by contrast, according to biographer Charles J. Shields, once remonstrated a preacher in the family's hometown of Monroeville, Ala., for sermonizing on racial justice. Atticus bears an uncanny resemblance to another pillar of moral authority—the Thomas More depicted in Robert Bolt's "A Man for All Seasons," which appeared on the English stage the year "To Kill a Mockingbird" was published. Atticus does not become a martyr for his cause like Sir Thomas, but he is the only saint in a courtroom full of the weak, the foolish and the wicked. And like Sir Thomas, Atticus gets all the best lines.

Atticus speaks in snatches of dialogue that seem written to be quoted in high-school English papers. Among them:

• "The one thing that doesn't abide by majority rule is a person's conscience."

• "Why reasonable people go stark raving mad when anything involving a Negro comes up is something I can't pretend to understand."

• "If you can learn a simple trick, Scout, you'll get along better with all kinds of folks. You never really understand a person until you consider things from his point of view . . ."

• When asked if he loves Negroes: "I do my best to love everybody."

Atticus is a repository of cracker-barrel epigrams. He actually seems to believe the fairy tale about the Ku Klux Klan that he tells Scout: "Way back about nineteen-twenty, there was a Klan, but it was a political organization more than anything. Besides, they couldn't find anyone to scare." They gathered one night in front of a Jewish friend of Finch's, Sam Levy, and "Sam made 'em so ashamed of themselves they went away."

It's impossible that anyone who grew up in Alabama in the mid-1930s, when the book is set, would believe that story, but it's a sugar-coated myth of Alabama's past that millions have come to accept.

In all great novels there is some quality of moral ambiguity, some potentially controversial element that keeps the book from being easily grasped or explained. One hundred years from now, critics will still be arguing about the real nature of the relationship between Tom and Huck, or why Gatsby gazed at that green light at the end of the dock across the harbor. There is no ambiguity in "To Kill a Mockingbird"; at the end of the book, we know exactly what we knew at the beginning: that Atticus Finch is a good man, that Tom Robinson was an innocent victim of racism, and that lynching is bad. As Thomas Mallon wrote in a 2006 story in The New Yorker, the book acts as "an ungainsayable endorser of the obvious."

It's time to stop pretending that "To Kill a Mockingbird" is some kind of timeless classic that ranks with the great works of American literature. Its bloodless liberal humanism is sadly dated, as pristinely preserved in its pages as the dinosaur DNA in "Jurassic Park."

Harper Lee's contemporary and fellow Southerner Flannery O'Connor (and a far worthier subject for high-school reading lists) once made a killing observation about "To Kill a Mockingbird": "It's interesting that all the folks that are buying it don't know they are reading a children's book."

Fifty years later, we can concede both that Harper Lee's novel inspired a generation of adolescents and that Flannery O'Connor was right.

Mr. Barra writes about sports and the arts for the Journal.

Destruccionismo a toda costa por Gabriel Calzada

Artículo de Calzada sobre los ecologistas y los lugares donde vive la gente.

Sobre este tema ha escrito también recientemente Carlos Rodríguez Braun.

Destaco:

...el movimiento ecologista se ha destacado por luchar contra el ser humano y la mejora de su medio ambiente al tiempo que lanza campañas de marketing en las que se presenta como un movimiento redentor.

En este contexto hay que enmarcar el nuevo informe de Greenpeace en el que la organización se muestra molesto con que el 44% de la población española viva en municipios costeros. A Greenpeace no le gusta que vivamos cerca del mar. Claro que tampoco le gusta que vivamos en las montañas ni cerca de parajes naturales de ningún tipo.

No les importa que los españoles hayan preferido la rentabilidad del turismo, por baja que pueda ser su rentabilidad en algunos casos, a sus alternativas ecologistas.



ARTÍCULO:

Ludwig von Mises, según Milton Friedman el mayor defensor del liberalismo en el siglo XX, llamaba destruccionismo a la interferencia política en la vida económica de los ciudadanos.

En las últimas tres décadas el destruccionismo ha encontrado un perfecto caldo de cultivo en el movimiento radical ecologista que considera el progreso humano y al propio ser humano como el principal problema ambiental. Desde las propuestas de crisis económicas inducidas (denominadas por ellos mismo políticas de "crecimiento cero") hasta las políticas misantrópicas que promueven la reducción del tamaño de la población con medidas "aparentemente brutales", el movimiento ecologista se ha destacado por luchar contra el ser humano y la mejora de su medio ambiente al tiempo que lanza campañas de marketing en las que se presenta como un movimiento redentor.

En este contexto hay que enmarcar el nuevo informe de Greenpeace en el que la organización se muestra molesto con que el 44% de la población española viva en municipios costeros. A Greenpeace no le gusta que vivamos cerca del mar. Claro que tampoco le gusta que vivamos en las montañas ni cerca de parajes naturales de ningún tipo. Es evidente que a la organización ecologista lo que le gustaría es decirnos dónde y cómo podemos vivir, algo que ya hacen en alguna medida prohibiendo la urbanización de grandes extensiones del territorio y presionando para prohibir multitud de actividades, productos y servicios, así como obligándonos a consumir otros que no nos interesan.

En este nuevo panfleto de la organización también descubrimos que a los guerreros verdes no le gusta el turismo porque habitualmente está relacionado con estancias cerca del litoral y porque, según ellos, tiene una escasa rentabilidad. ¿De qué quieren que vivamos entonces en España? Quizá piense que era mejor dedicarse a la agricultura biológica o a otras actividades subvencionadas. Pero para que vivamos de cuentos verdes alguien tendrá que subvencionarnos con el fruto de producir cosas que la gente quiera realmente. ¿Quién será? No queda claro porque el destruccionismo sólo se ocupa de eso, de destruir a base de prohibiciones lo que funciona sin necesidad de coacción y de prometer un mundo mejor diseñado por un grupo de sabios verdes. No les importa que los españoles hayan preferido la rentabilidad del turismo, por baja que pueda ser su rentabilidad en algunos casos, a sus alternativas ecologistas.

También les molesta que el 60% de las playas estén en entornos urbanizados. Parece que el hecho de que las playas estén a mano y puedan ser disfrutadas por los seres humanos supone un problema para estos autoproclamados defensores del medio ambiente.

La manía de alejar al ser humano de la costa ha echado raíces en los partidos políticos españoles. Hace cinco años la entonces ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona ya emprendió una campaña en contra de la mala costumbre de los españoles de querer vivir cerca de la costa y de las playas. Sus discursos coincidieron con la compra de Zapatero de un chalecito a pie de playa en Almería. También en el PP se relacionan de forma extraña con la costa. El ex ministro de Medio Ambiente Jaume Matas disfrutó de su gran casa delante el mar y con una piscina en zona marítimo terrestre mientras su Ministerio se dedicaba a expropiar a quienes disfrutaban de la costa de forma similar.

Dios los cría y ellos se juntan. Políticos y ecologistas radicales intentan gobernar nuestras vidas a toda costa y forman actualmente la coalición destruccionista más peligrosa para la libertad individual.

Gabriel Calzada Álvarez es doctor en Economía y presidente del Instituto Juan de Mariana.

Bibiana Aído, Ministra de Igualdad, Gobierno de España

En el blog de Santi González, el 1 de agosto de 2010, leo esto sobre la ministra de Igualdad del Gobierno de España. Los links son míos.

Destacadísimo: Si Lehman Brothers hubiera sido Lehman Sisters todo habría sido distinto.

Es lo que hay.


ENTRADA:




Pie de foto.-Ahí la tienen. Por cierto, con el cinturón y no como Rajoy

El gran Rafael J. Alvarez sometió ayer een la Última de 'El Mundo' a la ministra de Igualdad a una de sus entrevistas 'Doce más una'. El mes pasado, en otra entrevista, Bibiana Aído explicaba que a ella le cuelgan expresiones que nunca ha proferido, que debe de tener un avatar, así que no demos por sentado que las trece preguntas fueron respondidas por ella misma. En algunas, le echó una mano su avatar, aunque ya en la tercera expone una atenuante: "Mi primer muñeco cantaba 'La Internacional". Además de los padres está la gran aportación de Zapatero a la cultura universal: La desigualdad entre hombres y mujeres explica el terrorismo internacional. (Nueva York, 2004)

6.-¿Usted cree en la ideología antes del matrimonio?

-Yo tengo amigos de derechas con los que comparto algunas cosas y no hablo de otras, porque claro... Pero no podría tener una pareja de derechas. Se puede ser pareja de cine, de mil cosas, pero para compartir una vida hay aspectos que harían la convivencia irreconciliable. [Convivencia irreconcialiable, hermoso oxímoron. La convivencia es incompaticle con el concepto de irreconciliable, en el que por otra parte, la unidad es el par, como en los huevos fritos. Irreconciliables pueden ser los miembros de una pareja, o de un trío, siempre que hubiera habido un conflicto previo. Así, puede hablarse de diferencias irreconciliables. Los miembros de una pareja mixta, de esa derecha-izquierda que sueña Aído, pueden ser incompatibles, tú a Boston yo a California, pero irreconciliables no puede decirse antes de la primera bronca y nunca debería aplicarse a un concepto. Toda la frase es un despropósito sintáctico: "Para compartir una vida hay aspectos que harían la convivencia irreconciliable" carece de sentido y lo sólo por el oxímoron. Una estructura lógica diría: "para compartir una vida es preciso..."

Uno entendería que dijera: Nó podría vivir con un estúpido. O con un intolerante, o fanático. Pero si el candidato/a posee cualquiera de las taras citadas, no parece que pueda ser rescatado para la convivencia por la ideología. Ninguna mujer, y supongo que tampoco la ministra, podría vivir con alguien de izquierdas que fuese estúpido, intolerante y fanático, salvo que ella misma fuese estúpida, intolerante y fanática. Como no crea que sea el caso, apliquemos a Aído el beneficio de la duda. Se trata solamente de que en su universo intelectual -toma oxímoron- todos los de izquierdas son inteligentes, tolerantes y demócratas, mientras los de derechas son todo lo contrario.]

7.-Desde que usted es ministra, ¿cuántas jefas má tiene España por hombre cuadrado?

(...) Suscribo a la ministra francesa: Si Lehman Brothers hubiera sido Lehman Sisters todo habría sido distinto. [Citar es repetir erróneamente las palabras de otro (Ambrose Bierce). No fue la ministra francesa -¿qué ministra?-quien dijo la tontería, sino una periodista británica del semanario 'The Observer' llamada Ruth Sunderland, organizadora de un impactante seminario sobre el machismo y la crisis económica, tal como cuenta Juan Ramón Rallo. Ah, la perspectiva de género. Si a Jarabo lo hubieran cambiado de sexo de peequeñito, no habría terminado como Jarabo, sino como la envenenadora de Valencia].

9.-¿Y si Serrano tuviera razón?

-¿En que todas las mujeres son unas mentirosas? La realidad es que hay 42 asesinadas. ¿Qué pasaría si a día de hoy hubiera 42 taxistas, 42 periodistas o 42 joyeros asesinados? Gritaríamos en la calle ¡basta! Eso pido, no que haya un cuestionamiento permanente de las mujeres. [Hay algo que nunca agradeceremos lo suficiente al Gran Head Hunter. Habernos dado a ministros como Aído. Quien dice Aído dice Maleni o Calvo. O dice Moratinos y Bermejo. Bibi -o quizá fuera su avatar-decía en la citada entrevista "no soportan que una mujer joven y de pueblo llegue a ministra". Hay una cualidad más que no dice y que es el hecho diferencial de los Gobiernos de Zapatero: hay ministros y ministras que sólo con este presidente habrían podido llegar a eso. Fijémonos en la respuesta: La primera feminista del Régimen, la Pilar Primo de Rivera del Zapaterismo (más joven y más guapa) co lasnsidera a las mujeres como gremio: los taxistas, los chacineros, los joyeros, los periodistas y mujeres.]


En los comentarios Rorschach enlaza esta chirigota:

Memento

Peliculón, original en el aspecto narrativo para crear la sensación de la perdida de memoria del personaje principal.

Una película que ilustra muy bien a lo que pueden dar lugar los falsos recuerdos.

Es la segunda vez que veo esta película y no le encuentro fallos al guión, aunque hay veces que parece buscar unas fotos en su bolsillo o los tatuajes que lleva grabados por todo el cuerpo. Independientemente de esto es una gran película.

Este Christopher Nolan es un director a seguir.