Arcadi Espada sobre Zapatero

Muy buen artículo de Arcadi Espada sobre el anuncio de Zapatero de no presentarse a las próximas elecciones.


Entre mis muchas tentaciones está la de hacer El mundo al revés. Y comentar, por ejemplo, la noticia de que el presidente Zapatero será el candidato socialista. Sería obligatorio desplegar una portada de argumentos. Con este argumento central:

UN EJERCICIO DE RESPONSABILIDAD

Zapatero anuncia su disposición a concurrir por tercera y última vez a las elecciones

El presidente quiere asumir ante las urnas la plena responsabilidad de sus reformas

«He tomado la decisión respetando el interés de España y el de mi partido. Y en razón de mis convicciones: las encuestas no me intimidan»

Una cita de San Ignacio de Loyola cierra su discurso ante la Ejecutiva: «En tiempo de desolación no hacer mudanza»

La crisis y la ausencia de un liderazgo alternativo claro en el PSOE fuerzan al presidente a desistir de su intención de limitar a dos los mandatos

Recuerda que las próximas elecciones son en clave local e insiste en que cuenta con apoyos suficientes para acabar la legislatura.

«No voy a ser el fusible para la renovación del partido. Otros son los que van a salir chamuscados»

El presidente ironiza sobre las presiones de Botín: «También coincidí con el Papa cuando la guerra de Irak»

El aparato socialista saca pecho y destaca que el partido Zapatero-Rajoy siempre ha tenido el mismo resultado.

Contra Sonsoles

Zapatero ha tomado su decisión a pesar de los deseos de su esposa

Por Lucía Méndez

Marcelino Iglesias sobre el 2 de abril: «El presidente me pidió que despistara»

La única decisión posible

Por Luis Rodríguez Azpiolea

Bono sobre Rubalcaba:

«Ya dije que era la liebre eléctrica»

Y es que nada como El mundo al revés para apreciar las jorobas del derecho.

Arturo Pérez-Reverte sobre la biblia

Artículo de Pérez-Reverte sobre la biblia y su significado para la cultura. Estoy con su línea argumental.

Destaco:

(...) Ya sé que no vas a misa ni yo tampoco, y que monseñor Rouco y sus mariachis te caen, como a mí, igual que una patada en el duodeno. Pero no estamos hablando de opio del pueblo, ni de tocapelotas nietos de Trento, ni de estragos históricos y sociales, sino de cultura, chaval, que para ser librero no te enteras. De uno de los caudales de sabiduría que nos hizo lo que somos, cóscate, Viejo y Nuevo Testamento, cultura judeocristana que, combinada con el Islam mediterráneo, Grecia, Roma y toda la parafernalia, hizo lo que llamamos Europa y de rebote Occidente: sitio que lo mismo también te suena, Antoñete; aunque a esa vieja Europa, en tiempos referente moral del mundo, cuna de derechos humanos y crisol de cultura, ya no la reconozca ni la madre que la parió. Dicho en lenguaje de librero, para entendernos, te hablo del mayor bestseller de la Historia, necesario para quien pretenda estar al tanto de lo que es y lo que hace. Para tenerlo tan a mano como a Cervantes, Shakespeare y Montaigne: cuatro patas de la mesa donde algunos apoyamos los codos cuando estamos cansados. No sé si me explico.

(...) Es un hermoso ejemplar con la nueva traducción canónica de los textos sagrados al castellano, que será utilizada en todos los actos litúrgicos y catequéticos, o como se diga, de la Iglesia Católica de aquí. El canon, para entendernos, de la Biblia oficial en lengua de Cervantes. Esto lo convierte en libro de extraordinaria importancia; pues, aparte la lectura íntima que haga cada cual, su texto, leído en misa y utilizado a partir de ahora en las actividades relacionadas con el asunto, influirá directamente, en la lengua que hablan y escriben varios millones de católicos de habla hispana. Que se dice pronto.

Pero ésa, la de la peña practicante, sólo es una parte. Al fin y al cabo, la Biblia es también, y sobre todo, un magnífico caudal de diversión, reflexión y conocimiento. Un monumento indispensable para comprender sobre qué cañamazo se tejió lo que algunos cabrones reaccionarios y gruñones como el arriba firmante todavía llamamos, con una mezcla de melancolía y de guasa escéptica, cultura occidental; dicho sea sin ánimo -o con ánimo, qué puñetas- de ofender. En ese contexto, la Biblia es una fuente extraordinaria de relatos, aventuras, batallas, traiciones, amores, emociones y simbolismos; materia de la que hace tres mil años viene nutriéndose el mundo civilizado y que inspiró a los más grandes filósofos y artistas de todas las épocas; literatura, música, pintura y cine incluidos. Nadie que busque lucidez e inteligencia, que quiera interpretar el mundo donde vive y morirá, puede pasar por alto la lectura, al menos una vez en la vida, del libro más famoso e influyente -para lo bueno y lo malo- de todos los tiempos. El Antiguo y el Nuevo Testamento, para unos historia sacra y revelación divina, y para otros llave maestra de cultura e ilustración, son imprescindibles para comprender cómo llegamos aquí, lo que fuimos y lo que somos. Compadezco a quien no tenga un Quijote y una Biblia en casa, aunque sólo sea para decorar un mueble y leer cuatro líneas de vez en cuando. Y quien sí sea lector, que calcule. Sólo la Biblia, releída una y otra vez, bastaría para colmar una vida entera. Y ojo. Insisto en que no se trata de religión, sino de cultura. La de verdad; no esa papilla desnatada, presuntamente educativa, impuesta por quienes legislan desde su cateta mediocridad. Oponer prejuicios a la Biblia es como oponerlos a una catedral: no hace falta creer en Dios para visitarla y admirar su belleza. Para sentir lo majestuoso de la memoria que atesoran sus viejas piedras.