Internacionalismo proletario

Augusto Cesar San Martin.

LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Cuando le hablaron a Luis de dar “el paso al frente”, estuvo entre los primeros. No entendió muy bien eso de salvar a la revolución cubana en el continente africano, le pareció muy lejos, pero confiaba en el Comandante en Jefe.
Luis Bull reside en la calle Paquito Borrero, en Palma Soriano, en la oriental provincia de Santiago de Cuba. Identificado con la revolución acudió a los  llamamientos de sacrificio del socialismo, para llegar al comunismo.
Poco tiempo duraron los honores y homenajes por haber sido, en dos ocasiones, internacionalista voluntario durante la guerra de Angola. Fue recibido como héroe, pero un año después ya era tratado casi como un desertor.
Todos los días da gracias al cielo por no haber perdido la vida en un acto heroico de los que invocaban sus jefes. Salir ileso de la contienda le ha permitido ver el abandono del gobierno a las familias de sus compañeros caídos en combate.
Señala que la Operación Tributo, dedicada a recibir los restos de los cubanos muertos en la guerra de Angola, fue una farsa. A lo largo del país el Partido Comunista de Cuba (P.C.C.) creó comisiones de atención a los familiares de los caídos  y combatientes.
¨Durante un tiempo prometieron resolver nuestros problemas, algunos provocados por la ausencia. Una vez que terminó la guerra y la Operación Tributo concluyó, las promesas quedaron en el aire¨; dice Luis.
Luis se siente víctima. Recuerda que a principio de los años noventa  le ofrecieron resolver su situación de vivienda. Desde entonces reclama y espera.
Acudió a las oficinas del P.C.C., el gobierno y el Comité Militar de Palma Soriano, sin resultados. ¨Ni siquiera logro estabilidad laboral; un trabajo¨, dice. Algo que también reclama.
Luis tiene una preocupación. El salario que percibe cuando labora no deja opciones, tiene que delinquir. Advierte que su aspiración  es sustentar a la familia con un trabajo estable y razonablemente remunerado.
Los días de esplendor como ¨internacionalista proletario¨, acabaron en decepción. La mentira mantenida durante tanto tiempo acabó, y le avergüenza el paso que dio en la década del ochenta.
A través de una revista censurada que le ofreció un bibliotecario independiente, conoció que en realidad el ejército del que formó parte fue la punta de lanza de las aspiraciones de dominio ruso en África. Supo que el gobierno cubano recibió de los soviéticos tres millones de dólares diarios como pago por enviar cubanos a la guerra. Además, Fidel Castro cumplió sus sueños napoleónicos.
Desde que leyó el texto, se acentuó en Luis el arrepentimiento de haber abandonado a su familia por cumplir con el llamado del Comandante.  Dice que sentirse manipulado lo ha convertido en una persona llena de rencores. Cada día tiene menos temor a enfrentar al gobierno, en una lucha que no admite reconciliación.
Aunque dice que no le interesa la política, se declara enemigo del sistema  y sus gobernantes. De ellos dice, refiriéndose al gobierno, “sólo acepto lo que me deben”. Aclara que no pide limosna.
Luis acusa al gobierno de los traumas psicológicos que padece por su participación en las guerras. Otra vez da el paso al frente, pero ahora no manejado por una ideología y su líder. Ahora lucha por su familia.

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