Smart Phones and Tablets Might Be Spreading Faster Than Any Technologies in Human History

Mark Perry.







From an article in MIT's Technology Review "Are Smart Phones Spreading Faster than Any Technology in Human History?":

"Presented in the top graphic above is the U.S. market penetration achieved by nine technologies since 1876, the year Alexander Graham Bell patented the telephone. Penetration rates have been organized to show three phases of a technology's spread: traction, maturity, and saturation. 

Those technologies with "last mile" problems—bringing electricity cables or telephone wire to individual homes—appear to spread more slowly. It took almost a century for landline phones to reach saturation, or the point at which new demand falls off. Mobile phones, by contrast, achieved saturation in just 20 years. Smart phones are on track to halve that rate yet again, and tablets could move still faster, setting consecutive records for speed to market saturation in the United States.

It is difficult to conclude categorically from the available data that smart phones are spreading faster than any previous technology. Statistics are not always available globally, and not every technology is easily tracked. Also, because smart phones have not yet reached market saturation, as electricity and television have, the results are still coming in.

Smart phones, after a relatively fast start, have also outpaced nearly any comparable technology in the leap to mainstream use. It took landline telephones about 45 years to get from 5 percent to 50 percent penetration among U.S. households, and mobile phones took around seven years to reach a similar proportion of consumers. Smart phones have gone from 5 percent to 40 percent in about four years, despite a recession. In the comparison shown, the only technology that moved as quickly to the U.S. mainstream was television between 1950 and 1953."

MP: How does this fit in with "The Great Stagnation" hypothesis?  

El Armagedón del Euro

Xavier Sala i Martín.

Libro del Apocalipsis, Capítulo 16.
16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.
16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego.
16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.
16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
16:16 Y los reunió en el monte Armagedón.
16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios.
Así es como describe la Biblia el principio del fin del mundo. Mayas aparte, no estamos ante la desaparición del hombre en el planeta tierra pero sí estamos ante la posible desapareción de algo mucho más banal: el euro. Lo que parecía imposible solo hace unos meses ahora parece bastante probable: la moneda única europea, tal como la conocemos, puede desaparecer. La patente incapacidad de las autoridades europeas para solucionar nuestros problemas económicos, unida a la falta de voluntad política para llevar a cabo las reformas necesarias y a la negativa de la sociedad a aceptar los sacrificios (recortes?) necesarios hacen que cada día sea más probable que el euro acabe dividido en al menos tres partes, como la babilonia que describe el pasaje bíblico del apocalipsis.
Las elecciones griegas ponen de manifiesto que la ciudadanía no va a aceptar más sacrificios. Hay que recordar que los griegos viven, desde hace años, de las ayudas de los colegas de la zona euro, pagadas con dinero de los contribuyentes de los demás países de la zona euro (es decir, nosotros). Lógicamente, nuestros líderes políticos exigen a los griegos que hagan lo que sea necesario para devolver los créditos ya que el dinero es, insisto, de los ciudadanos contribuyentes alemanes, españoles, franceses, italianos y de los demás países de la unión. Si los griegos se niegan, no habrá más remedio que cortar las ayudas. Si se cortaran las ayudas pasarían dos cosas. Primera, que todo los euros en circulación en Grecia en esos momentos sería todo el dinero que existiría en Grecia porque a ese país no entraría ni un euro más: no entraría dinero de las ayudas pero tampoco entraría dinero del Banco Central Europeo. Eso convertiría a todo el sistema bancario griego en insolvente. Los bancos quebrarían. Si el gobierno griego fuera suficientemente capaz, crearía unos bancos nuevos a partirde las cenizas (es decir, los depósitos) de los antiguos, como hicieron los islandeses: los accionistas y acreedores de los bancos antiguos se arruinarían y el gobierno pasaría a administrar los depósitos, aunque en realidad no habría dinero para todos los depositantes.
Segundo, el gobierno no podría gastar más de lo que ingresa... a no ser que pagara on unos pagarés o bonos de creación propia. Algo parecido a lo que hizo Argentina unos meses antes de la gran crisis del 2001: emitió unos bonos llamados patacones. En Grecia se podrían llamar, gretacones.
Al ver la gente que el sistema bancario era insolvente, correría al banco a buscar sus euros. Pero el banco no tendría suficientes euros para todos ya que el grifo del Banco Central Europeo habría desaparecido. Se produciría un pánico bancario similar al que se produjo en Argentina en 2001. Y como hizo Argentina en diciembre de 2001, el gobierno aprobaría una ley prohibiendo que la gente pudiera sacar su dinero del banco. Eso es lo que se ha venido en llamar, el corralito. Ante la posibilidad de no poder utilizar el dinero que uno ha acumulado a lo largo de la vida, la gente haría manifestaciones masivas, incendiaría bancos y entidades públicas. La violencia se generaría. Los gobiernos caerían uno detrás de otros. Recordemos que Argentina tuvo 5 presidentes en unos cuantos meses.
La crisis económica tendría proporciones bíblicas. Tal como pasó en Argentina, el consumo y la inversión caerían en picado, el colapso sería total, caídas del PIB del 30% e inflación del 70%. Los ciudadanos que pudieran, emigrarían masivamente. Eso pasaría, sobre todo, con los más jóvenes, capacitados y productivos, cosa que empeoraría todavía más las cosas para los que se quedaran.
Pero, ante la necesidad de comprar comida y bienes necesarios, la gente empezaría a utilizar los gretacones para poder comprar. Los gretacones se convertirían "de facto" en la moneda griega. Y esa sería la semilla que daría lugar al nuevo dracma. Como nadie se fiaría de que el gobierno pagara al portador los gretacones que ha recibido, todo el mundo se los quitaría de encima con descuentos importantes. Es decir, el gobierno que debe pagar 100 euros de salario a un funcionario, ante la imposibilidad de darle euros, le daria gretacones por valor de 100 euros. Es decir, el trabajador recibiría un papel que diría "el gobierno griego pagará al portador 100 euros... cuando el gobierno tenga dinero". Con ese papel, el funcionario irial al mercado a comprar pero la carnicera no le daría carne por valor de 100 euros sino menos ya que ella se quedaría con un papel que, con alta probabilidad, nunca cobrará. Si la carnicera le diera carne por valor de 30 euros, el trabajador habría perdido el 70% de su salario. Los gretacones serían el mecanismo de pago hasta que apareciera el nuevo dracma que, en lugar de redimir los 100 euros le daría al portador el equivalente de, digamos, 20 euros. El trabajador habría perdido el 80% de su salario.
El nuevo dracma no se podría introducir inmediatamente porque, entre otras cosas, los nuevos billetes tienen que ser imprimidos y eso requiere su tiempo. Si las autoridades griegas son previsoras, es posible que ya hoy mismo hayan encargado a una empresa de fabricación de moneda que vaya imprimiendo dracmas nuevos. Eso es lo que hizo Eslovaquia antes de la separación de Chequia: secretamente encargaron a una empresa inglesa que imprimiera una nueva moneda para que, el día de la independencia, estuviera lista para entrar en circulación y no depender así del dinero del enemigo checo. Si los griegos ya han encargado la impresión de la nueva moneda, el gobierno la puede introducir en cualquier fin de semana para que, llegado el lunes, los ciudadanos puedan ir al cajero y sacar dinero en la nueva moneda.
La nueva moneda se depreciaría ràpidamente. El peso argentino se depreció en las primeras horas y 1 dólar pasó de valer 1 peso a valer 1,4 pesos. En la actualidad, en Argentina 1 dólar vale 4,5 pesos.
La esperanza es que esa depreciación del dracma abaratara tanto las exportaciones y encareciera tanto las importaciones que los consumidores prefirieran comprar productos griegos y no extranjeros (por ejemplo, los turistas europeos verían que ir a las islas griegas de vacaciones es mucho más barato que ir a España por lo que irían allí masivamente) y eso permitiera empezar la recuperación. Una recuperación que llegaría después de un enorme cataclismo financiero.
La rotura del euro no solo corre peligro por abajo, por la zona de Grecia. También corre peligro por arriba y por el medio. Por la parte del medio, la salida de Grecia del euro daría una señal clara a los mercados de que salir del euro ya es posible. Hasta ahora nadie había pensado que eso era posible. Si Grecia se sale del euro, los especuladores van a preguntarse: ¿podrían salirse también otros países? Eso pondría enormes presiones en forma de ataques especulativos contra Portugal, Italia, España e incluso Francia, ataques parecidos a los que sufrió el Reino Unido aquel viernes negro de 1979, ataques que sacaron a la libra británica del sistema monetario europeo e impidieron que el Reino Unido pasara a formar parte del euro. Lógicamente, la tragedia que acabo de describir para Grecia se repitiría en cada país afectado. Éste es, desde mi punto de vista, el mayor coste de la salida de Grecia del euro: los efectos colaterales que tendría en los países de la periferia del euro.
Por la parte de arriba, existe una creciente corriente entre los contribuyentes alemanes, austríacos, holandeses y finlandeses que dice que, efectivamente, la eurozona ha representado para ellos un gran mercado del que se han beneficiado significativamente. Y por eso están dispuestos a ayudar y rescatar a los países amigos. No porqué sean amigos (al fin y al cabo, ellos llaman despectivamente a los países de la periferia PIGS, o cerdos -PIGS sale de poner juntas las iniciales de Portugal, Italia, Grecia y Spain) sino porque son un mercado lucrativo. Pero como en todo cálculo económico, llega un momento que uno valora los costes y los beneficios de la unión. Y los costes para ellos son cada día más grandes. Porque una cosa es rescatar a Grecia, Irlanda o Portugal. Otra cosa es rescatar, además, a Italia o España. Y otra cosa es añadir el rescate de Francia a la factura. Dada la incapacidad de España e Italia de solucionar sus problemas y dada la deriva que puede tomar Francia si Hollande trata de implementar sus carísimas promesas electorales, no es descabellado empezar a pensar que quien ha encargado secretamente la impresión de un nuevo marco para los países del norte sean los alemanes.
Si eso sucediera, podríamos acabar, como la bíblica Babilonia después de sufrir las siete plagas de la ira de Dios, con un euro dividido en tres: Grecia, los EuroPIGS y los primos ricos del norte. Esto... o la vuelta a las 17 monedas orginales, con episodios cataclísmicos en cada vez que uno de ellos abandona la eurozona.
La experiencia de Argentina e Islandia demuestra que, a la larga, el abandono del tipo de cambio fijo puede ser una buena idea (aunque a Argentina le tocó la lotería porque las subidas del precio de la soja le han permitido mostrar unos números que, sin la soja, no serían tan positivos). El problema es que los enormes costes de la transición hacia la nueva moneda son tan grandes que es posible que no valgan la pena. A pesar de que en teoría sea bueno tener una moneda propia, una vez se ha construido el euro, romperlo puede ser demasiado costoso.
Sin embargo, aquí estamos. Observando atónitos como se produce, en cámara lenta, el Armagedón del Euro.

Alternatives to austerity

Russ Roberts.



What should you do when you find out that you can’t pay your bills? You have two choices. You can default on your obligations or you can borrow money to make up the difference. If your obligations are denominated in your own currency, then you have the option of inflation to reduce the real value of what you pay your creditors. This is a form of default. It is not complete but it is a partial reneging on your obligations.
I recently tweeted (follow me @econtalker) that sometimes reducing spending isn’t a macroeconomic strategy but something that is forced on you by reality. One response you hear to this is that reducing spending is bad for your economy when you’re in a recession. Maybe. I’m not convinced. Could be, but even if it’s true, if people don’t want to lend you money anymore or only want to lend you money at an extremely unattractive rate, that fact that your past profligacy now demands an un pleasant solution is simply an aspect of reality.
Those who oppose spending cuts when the bond market no long likes you reminds me of a metaphor I recently heard from a student at SMU when I visited the campus (and if that student reads this, please email me and remind me of your name.) He used the metaphor of a restaurant patron who discovers that he doesn’t have enough money to pay the bill. No problem. Just keep ordering more food! That way you can put off the moment of reckoning. That is not a practical solution for irresponsible customers or countries who have gone too far. Greece is in this boat. They may soon be joined by others. I hope the US gets on a different boat.

¿Por qué dudamos?

Antón Uriarte.


Me ha invitado la fundación Miguel Torres a una jornada en la Universidad de Barcelona que se celebrará durante la mañana del lunes 14 en el aula magna, bajo el título "¿Porque no nos creemos lo que dice la ciencia sobre el cambio climático?" . Seremos cinco ponentes, de los que me parece que el único escéptico soy yo, y cada uno presentaremos una ponencia de 15 minutos.

Mi ponencia es la siguiente (todas las figuras pueden encontrarse en anteriores posts):


¿Por qué dudamos? 

Pérmitanme, con perdón, que empieze hablando de mi experiencia personal. Soy de San Sebastián y he vivido toda mi vida sobre la arena, casi en la playa, en una casa construída sobre arena, en un barrio que originalmente era un arenal, en lo que en vasco se llama “ondarreta”.

Cuando yo era niño y había mareas vivas, el agua del mar convertía en una marisma los alrededores de mi casa. Había un pequeño río por el cual, en ocasiones, en vez de bajar agua, subía. A veces casi nos inundábamos esos días con la subida del mar. Eso ya no ocurre desde hace años porque aquel campo que existía detrás de mi casa se ha urbanizado, el río ha desaparecido y el mar, no sólo no ha ganado terreno, sino que lo ha perdido. Creo que esto que he visto con mis ojos, en mi barrio y en otros de mi ciudad, es lo que ha ocurrido en casi todas las costas habitadas, no solo en donde yo vivo sino en todo el mundo.





Aparte de esta experiencia sensorial, que me hace dudar sobre el calentamiento catastrófico, el consiguiente deshielo y la subida alarmante del mar, he dedicado mucho tiempo de mi vida profesional a estudiar y dar clases en la universidad sobre las investigaciones científicas de los cambios climáticos del pasado. Esto me ha permitido saber que la ciencia tiene muchas dudas  respecto a los cambios climáticos que han afectado al planeta. Por ejemplo no se sabe bien todavía por qué y cómo comienza una glaciación, o por qué y cómo termina.

Hasta no hace mucho ni siquiera se consideraba la posibilidad de que el clima de la Tierra hubiese tenido una historia de cambios continuados desde mucho antes de que la humanidad existiese. 

Si esto es así, si tenemos dudas de los cambios climáticos del pasado, a pesar de que cada vez tenemos más métodos y datos empíricos para conocerlos, ¿cómo no vamos a tener dudas de la evolución climática del futuro? 

Hace pocos días, James Lovelock, que fue el autor de la teoría Gaia , una teoría esencial del ecologismo, comunicó por teléfono, casi clandestinamente, a una cadena de televisión norteamericana lo siguiente :

                                 

¿De qué hablamos específicamente cuando hablamos de calentamiento global? Hablamos de que la temperatura media del aire en superficie, combinada con la temperatura media del agua de la superficie de los mares, está aumentando en su conjunto. 

La temperatura media global durante el siglo XX, calculada por el Centro Nacional de datos Climáticos de la NOAA fue de unos 13,9 ºC. 

                                    

La temperatura del siglo XX subió desde unos 13.6ºC al principio hasta unos 14.5ºC al final, pero no lo hizo de una forma regular. 

La subida comenzó bastante antes de que se le pudiese achacar al CO2 el incremento, hacia 1910, y la temperatura subió hasta 1945. Después hubo un largo período de estabildad hasta 1975, y de 1975 hasta 1998 subió de nuevo. 


Por lo tanto, estamos desde hace un siglo en lo más alto, pero en los doce años que llevamos de este siglo XXI, a pesar del incremento de CO2, la temperatura no ha subido.

Esta temperatura actual de 14,5 ºC tiene una variación estacional importante, de unos 4 ºC. Varía entre unos 12.5 ºC en enero, que suele ser el mes más frío a escala global y unos 16.5 ºC en julio, que suele ser a escala global el mes más caluroso, hemisferio norte y hemisferio sur incluídos.

                                              

Como se ve en la figura son ya bastantes ciclos anuales, desde que comenzó el siglo, sin que aparezca ningún calentamiento global, ni acelerado, ni catastrófico.


El IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) publicó en 1990 su primer informe. En una de las páginas del resumen inicial se vaticinaba que la temperatura en el 2025 habrá subido probablemente 1ºC con respecto a la de 1990. 
                                        
Han pasado ya 22 años desde que se hiciera aquella predicción. Quedan 13 años para el 2025. ¿Cómo va el pronóstico ?
                                           
En la figura muestro con la línea quebrada en azul la evolución de las temperaturas mensuales globales desde Enero de 1990 hasta Marzo del 2012 y con la línea recta roja muestro la subida pronosticada como más probable por el IPCC (unos 0,3ºC por década, 1ºC de subida en el 2025) .

                                        
Es obvio que la predicción no se está cumpliendo. 

Realmente existen aún muchas incertidumbres en las predicciones, especialmente respecto al papel del vapor de agua y de las nubes y también en lo que concierne a la variabilidad interna y natural del sistema climático, tanto por cambios en la actividad solar, que pueden afectar a la radiación cósmica y a la formación de nubes,  como por variaciones en las corrientes profundas de los océanos. 

No obstante, a pesar de estas dudas y a pesar de los beneficios que un aumento moderado de las temperaturas y el incremento del CO2 reportaría a la humanidad, especialmente por la intensificación de la fotosíntesis, que es la reacción química esencial de la vida terrestre, domina en nuestra sociedad el pensamiento pesimista y autoinculpatorio, tal y como manifiesta esta portada de Nature de abril del 2009, en la que se muestra un enorme peso de “un billón de toneladas de carbono” a punto de aplastar la Tierra.



Por muchos aspavientos que la ciencia oficial haga, en los próximos años seguirán aumentando las emisiones globales de CO2. China, la India y otros países emergentes, fundamentalmente de Asia, no van a renunciar al gas, al petróleo, al carbón, al acero y al cemento. Todos estos sectores industriales que emiten CO2 siguen siendo fundamentales.

                                          


Es cierto que en Europa en los últimos años se ha producido una tendencia a la baja en las emisiones procedentes de la industria debido a que los avances tecnológicos permiten que cada vez se utilice menos energía por unidad de valor producido.
Si además, con el comercio de cuotas de emisión de CO2 establecido por el Protocolo de Kioto, los gobiernos permiten a las empresas europeas que no utilicen todas las cuotas asignadas y que vendan las cuotas que les sobran, se les invita en la práctica a que se deslocalicen y se marchen con su actividad y sus empleos a otra parte. Un ejemplo es lo ocurrido con la empresa más beneficiada en Europa por el Protocolo de Kioto, el gigante siderúrgico Arcelor Mittal, que ha vendido en el mercado de cuotas varios cientos de millones de euros de CO2 sobrante, no emitido, que le fueron adjudicadas gratis. Al gobierno español le ha costado el Protocolo de Kioto, unos 750 millones de euros y a las empresas españolas no les ha costado nada. Al contrario, con las cuotas no usadas han podido hacer caja.

De cualquier manera, la principal propuesta para evitar las emisiones de CO2 es la sustitución de los combustibles fósiles por otras fuentes de energía. De esta forma en Europa el lobby nuclear, muy influído  por la empresa estatal francesa Areva, ha hecho todo lo posible estos años por demonizar al CO2, para contrarrestar el hecho de que la energía nuclear tiene serios incovenientes, por sus riesgos de accidente como se ha comprobado en Fukushima, por la gestión de los residuos radioactivos y , sobre todo, creo yo, por el enriquecimiento del uranio que puede ir ligado, si no se controla internacionalmente, a la proliferación de las armas nucleares.

Finalmente, unido al paradigma vigente de que los combustibles fósiles son malos, la ciencia nos ha venido amenazando con la paradójica advertencia de que además de ser malos, se acaban. 

Hasta hace un par de años era casi un dogma el creer que los recursos de gas y de petróleo se agotarían con rapidez, pero en Estados Unidos, estos últimos cinco años, de una forma callada y silenciosa, nuevas técnicas de perforación horizontal de los estratos y de fracturación hidráulica de las rocas del subsuelo (el llamado “fracking”, tan odiado por los ecologistas) han permitido un boom en la producción de los llamados gas y petróleo no convencionales. 

De hecho, en Estados Unidos, los más de 25.000 pozos perforados estos cuatro últimos años, que utilizan la técnica del fracking, han hecho que ese país se convierta en el primer país productor de gas natural del mundo, superando a Rusia, y que los precios del gas hayan bajado drásticamente hasta ser en la actualidad cinco veces más baratos allí que en Europa. 

                                               
En casi todo el mundo estas técnicas de explotación van siendo aceptadas políticamente. Uno de los casos recientes más llamativos es el del gobierno peronista de Argentina, que ha mostrado su júbilo por la posibilidad de explotar con estas técnicas de “fracking” los esquistos del yacimiento de Vaca Muerta, expropiado a Repsol.

Pero en Europa, el pesimismo dominante y las trabas ecologistas ha logrado frenar hasta ahora estas explotaciones de gas y petróleo no convencionales.  El país que más se opone a las prospecciones es , naturalmente, Francia, cuyo parlamento votó hace un año un acuerdo en su contra. “Francia no tiene gas”, le oí decir textualmente a Sarkozy en un debate televisado. Pero se sabe que haberlo, haylo, tanto en la cuenca de París como en la región del sudeste de Francia.


Aparte de gas no convencional, estas nuevas ténicas han permitido en Estados Unidos aumentar también la producción de petróleo, especialmente en Texas y en Dakota del Norte. 

En otras partes del mundo, por métodos más clásicos, se han descubierto nuevas bolsas en el subsuelo marino, como es el caso de Brasil y ha aumentado la explotación de crudos pesados y de arenas bituminosas en  países políticamente muy diferentes como Canadá o como Venezuela.

Finalmente el carbón, igual que fue fundamental en el desarrollo de Europa durante el siglo XX, lo está siendo ahora en el desarrrollo de países como China o la lndia. Las reservas globales son muy importantes, suficientes para ser explotadas durante siglos, y su producción aumenta cada año.

En conclusión y en resumen, si dudo de la ciencia cuando la ciencia habla del cambio climático es porque tengo la sospecha de que la ciencia es parcial y además exagera. No niego que las moléculas de CO2 absorban la radiación infrarroja y calienten la atmósfera. Lo que no creo es que el incremento del CO2 esté produciendo un calentamiento catastrófico. Creo que el pesimismo sobre la humanidad y sobre el clima se vende bien y que la demonización del CO2, al que se trata falsamente de principal contaminante del aire, ha obtenido tanto éxito porque esta idea de la catástrofe climática ha ido acompañada de intereses económicos y políticas egoístas, que han manipulado la presentación al público de los datos.