Romney debería seguir consejos de Payá

por Andrés Oppenheimer.



Está muy bien que los políticos estadounidenses expresen su profundo dolor por la muerte del disidente pacifista cubano Oswaldo Payá. Pero si realmente quieren honrar su memoria, deberían dejar de asumir posturas agresivas contra Cuba que al final del día le hacen el juego a la dictadura de los hermanos Castro.
Tuve el honor de entrevistar a Payá casi una docena de veces en las últimas dos décadas, y al releer mis notas esta semana, luego de su trágica muerte en un misterioso accidente automovilístico en Cuba, advertí que hay una constante en todas sus declaraciones: Payá sostuvo siempre que las palabras o actitudes hostiles de Washington contra Cuba eran contraproducentes.
Payá, un verdadero Mahatma Gandhi de Cuba que fue postulado varias veces para el Premio Nobel de la Paz, defendía la acción no violenta dentro de las leyes existentes en Cuba. En el 2002, reunió 24,000 firmas dentro de Cuba para pedir un referéndum sobre si deberían permitirse las libertades fundamentales. El régimen militar desestimó la petición, pero la semillita quedó plantada.
En las conversaciones que sostuvimos a lo largo de los años, Payá me dijo repetidamente que las posturas de línea dura de Washington contribuyen a que el régimen de los Castro perpetúe el mito de que Estados Unidos se está preparando para invadir la isla en cualquier momento, y de que los exiliados cubanos en Miami quieren desalojar a los cubanos de las casas que ellos dejaron atrás al abandonar Cuba.
Esos temores pueden parecer ridículos para la gente informada que vive fuera de Cuba, pero están arraigados en una isla donde no hay libertad de prensa, y donde la propaganda oficial ha venido bombardeando a la población con ese mensaje desde hace varias décadas, decía Payá.
En mayo del 2004, días después de que el presidente George W. Bush anunciara nuevas restricciones para los viajes desde Estados Unidos y en los envíos de dinero a la isla, Payá me dijo —tal como lo escribí en The Miami Herald en ese momento— que las nuevas sanciones eran una mala idea.
Ese tipo de medidas son contraproducentes porque desvían la atención de la confrontación entre la dictadura y el pueblo cubano, y la concentran en la confrontación entre Cuba y Estados Unidos, que es exactamente lo que quieren los hermanos Castro, me dijo. “Volvemos a Cuba versus Estados Unidos, una vez más”, lamentó Payá.
¿Qué debería hacer Estados Unidos?, le pregunté. Payá, que se oponía al embargo estadounidense a la isla, respondió que Washington debería dar a los disidentes pacíficos “apoyo político y moral”, pero sin imponerle sanciones a la isla.
Refiriéndose a las restricciones que Bush había impuesto a los viajes y los envíos, dijo: “Pienso que los que impulsaron esto miraron hacia sí mismos, y no hacia Cuba y hacia el movimiento de oposición pacífica”.
En octubre del 2007, horas antes de que Bush pronunciara un discurso anunciando nuevas iniciativas sobre Cuba, Payá me dijo que “Bush, o cualquiera que lo suceda, debe separar la retórica de Estados Unidos sobre Cuba: Aumentar la defensa de los derechos humanos, y dejar de lado los anuncios sobre ‘programas’ y ‘comisiones’ norteamericanas para la transición de Cuba, que huelen a intervencionismo de Estados Unidos”.
En enero del 2008, cuando le pregunté por las visitas a Cuba de los presidentes de Brasil, México y otros países latinoamericanos, Payá dijo que esos viajes eran “visitas de palacio” que —lejos de acelerar la transición de Cuba hacia la democracia— contribuían a fortalecer al régimen cubano.
“Nosotros no pedimos ingerencia ni intervención en los asuntos internos de Cuba, pero si solidaridad con la causa de los derechos humanos, del diálogo y del cambio pacífico en Cuba”, dijo. Al visitar la isla para reunirse con el régimen pero no con los líderes de la oposición, los líderes visitantes “están contribuyendo a endurecer más a este régimen, y a desalentar al pueblo de Cuba”.
Mi opinión: Ahora que el virtual candidato republicano Mitt Romney está acusando al gobierno del Presidente Obama de ser blando con Cuba, y que la campaña de Romney está prometiendo restablecer las restricciones de los viajes y los envíos a la isla, es un buen momento para recordar lo que decía Payá.
Endurecer las medidas de EEUU contra Cuba en un momento en que los octogenarios dictadores militares de la isla están llegando al final de sus vidas sólo serviría para darles oxígeno político, y permitirles aducir que Cuba es un David luchando contra un Goliat.
Si Romney y sus seguidores son realmente sinceros al decir que quieren una Cuba libre —y no están solamente tratando de ganar votos—, deberían prestar atención a los consejos de Payá y ofrecer apoyo moral y político a la oposición en Cuba, pero sin meter al gobierno de Estados Unidos en el conflicto.
Twitter: @oppenheimera

Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2012/07/26/v-fullstory/1259705/oppenheimer-romney-deberia-seguir.html#storylink=cpy


Víctimas, 26 de julio: Adrián González Revilla, Ignacio Mateu Istúriz y Isidro Usabiaga Esnaola

Libertad Digital.



Sobre las ocho de la mañana del 26 de julio de 1986, la banda terrorista ETA asesinaba en Arechavaleta (Guipúzcoa) al teniente de la Guardia Civil IGNACIO MATEU ISTÚRIZ y al agente ADRIÁN GONZÁLEZ REVILLA, mediante una bomba-trampa oculta entre la hierba en un campo próximo a la localidad guipuzcoana.
Esa madrugada miembros de la banda habían lanzado dos granadas anticarro de carga hueca contra la casa-cuartel de la Guardia Civil en Arechavaleta, que no causaron ni daños personales ni materiales. La primera, lanzada a las 6:40 horas, quedó a una distancia de unos cincuenta metros del cuartel. Miembros de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR) del Instituto Armado acudieron a la zona a inspeccionar los alrededores y poco después encontraron, a una distancia de doscientos metros, la segunda de las granadas. Cuando inspeccionaban una zona de campo próxima al cuartel,estalló la bomba-trampa que alcanzó de lleno al guardia primero Adrián González y al teniente Ignacio Mateu. El primero falleció en el acto, pues la bomba le destrozó la cabeza. El teniente Mateu fue trasladado urgentemente en ambulancia al Hospital Ortiz de Zárate de Vitoria, pero no llegó a tiempo, falleciendo durante el trayecto al centro sanitario.
Horas antes de producirse estos atentados contra el cuartel de Arechavaleta, el cuartel de la Guardia Civil de Ordicia también fue objeto de otra acción terrorista que causó tres heridos leves que fueron atendidos en el mismo cuartel sin necesidad de que fuesen trasladados a ningún centro hospitalario. Una de las granadas penetró en un pabellón deshabitado que se encuentra en las proximidades del edificio, la segunda fue arrojada al patio del acuartelamiento, y las otras dos cayeron en un campo próximo.
Los funerales el teniente Mateu y el agente González se celebraron a las diez de la mañana del día siguiente en la base de los Grupos Antiterroristas Rurales en Logroño, donde quedó instalada la capilla ardiente.
El 9 de febrero de 2004 fue detenido en el sur de Francia el etarra Luis Enrique Gárate Galarza, aliasZorro, que participó presuntamente en el atentado en el que murieron el teniente Ignacio Mateu Istúriz y el guardia civil Adrián González Revilla. Condenado a 15 años en Francia, fue entregado temporalmente a España en marzo de 2010 para ser juzgado por diversos atentados cometidos en los años ochenta.
Adrián González Revilla había nacido en Cillamayor (Palencia) el 23 de noviembre de 1957, por lo que tenía 29 años cuando fue asesinado. Desde cinco años antes pertenecía a la Guardia Civil, cuatro de ellos en los GAR. Pertenecía, igual que su superior el teniente Mateu, al cuartel de los GAR de Logroño. Sus restos mortales fueron inhumados en Palencia.

Ignacio Mateu Istúriz, de 27 años y natural de Madrid, estaba soltero. Ingresó en la Guardia Civil en 1981, y desde tres años antes servía en los Grupos Antiterroristas Rurales, encuadrado en la unidad de Logroño. El teniente Mateu era uno de los siete hijos del magistrado suplente del Tribunal Supremo y último presidente del Tribunal de Orden Público, José Francisco Mateu Cánoves, asesinado a tiros por ETA el 16 de noviembre de 1978. El padre, que estaba amenazado por la banda desde antes de ser asesinado, le aconsejó que se alistara en otro cuerpo de las Fuerzas Armadas cuando Ignacio le comunicó que quería incorporarse a la Guardia Civil, porque "con uno en la familia que esté amenazado ya es suficiente" (ABC, 27/07/1986). Por no contradecirle, ingresó en la Academia Militar de Zaragoza. Tras el asesinato del padre, solicitó una gracia especial al rey Juan Carlos, que le fue otorgada: pidió su traslado a la Guardia Civil y lo enviaron al País Vasco. El mismo día de su asesinato, el teniente Mateu había preparado todo para trasladarse a Madrid, donde tenía previsto realizar un curso de idiomas durante dos años, causando baja temporal en el País Vasco, pero al enterarse del ataque con granadas a los cuarteles de la Guardia Civil, Mateu aplazó el viaje. El diario ABC contó que,  el mismo día del asesinato, la familia Mateu hizo pública una nota en la que pedía que no hubiera representación de autoridades públicas durante la celebración de las exequias, y que sobre el féretro se pusiera una bandera de España sin escudo, porque ninguno representaba "la concordia nacional".
Su hermano Jaime habló recientemente a propósito de la lucha contra el terrorismo: "la situación actual es muy mala. Lo que hay que hacer con los terroristas es ejercer presión policial y si en algún momento los etarras quisieran entablar algún tipo de diálogo, lo primero que tenían que hacer es ponerse en fila con todo su armamento. Y decir señores, aquí estamos y además venimos a pedir perdón a las víctimas. Yo personalmente no lo aceptaría. Yo ni perdono ni olvido, me debato entre mis firmes creencias religiosas, tendría que perdonar, pero no. Vivo sin odio y sin rencor, pero no perdono. Desearía que se planteara la cadena perpetua, porque hay supuestos asesinos, como el de mi padre, Henri Parot, que se deben pudrir en la cárcel porque estas personas son irrecuperables para la sociedad. Y rechazo todas las conversaciones que se han mantenido con los terroristas. Aquí tiene que haber unos ganadores y unos perdedores. Y entendemos que los perdedores tienen que ser los malos, los que asesinan. Por eso ahora mismo la situación es vergonzosa" (El Norte de Castilla, 31/03/2011).
Alrededor de las 4:30 horas de la madrugada del viernes 26 de julio de 1996, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Villafranca de Ordicia al empresario ISIDRO USABIAGA ESNAOLA, tras ser chantajeado, amenazado y acosado durante tres años por ETA y los proetarras. El empresario fue tiroteado cuando regresaba a su casa después de haber estado cenando en la sociedad gastronómica a la que asistía con asiduidad para celebrar las fiestas patronales de la localidad. Su asesinato se produjo tres meses después de la liberación del empresario José María Aldaya en abril de 1996, tras permanecer secuestrado por la banda desde mayo del año anterior.
Esa noche, Isidro Usabiaga se despidió de sus amigos pasadas las cuatro de la madrugada. La Policía sospecha que los autores del atentado siguieron al industrial durante buena parte de la noche, buscando el momento propicio para asesinarlo. Alrededor de las cuatro y media de la madrugada, cuando estaba en la calle Filipineta, se produjo el asesinato, a escasos metros de un local juvenil frecuentado por simpatizantes de Herri Batasuna y a unos cincuenta metros de su domicilio. El empresario recibió cinco impactos de bala -uno de ellos en la parte posterior de la cabeza, tres en el pecho y un quinto en la pierna-, que le provocaron la muerte prácticamente de forma instantánea. La Ertzaintza recogió cinco casquillos del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF, en el lugar donde cayó abatido el industrial.
No hubo testigos presenciales y el empresario estuvo tirado en la calle hasta que un vecino descubrió su cuerpo tendido en el suelo en mitad de un gran charco de sangre, pero aún con vida, cuando faltaban pocos minutos para las cinco de la madrugada. Una ambulancia lo trasladó al ambulatorio de la localidad de Beasain, pero murió durante el trayecto.
Instantes después del asesinato, se produjo un ataque contra la oficina de seguros que regentaba en la localidad la cuñada de la víctima, casada con Juan Lorenzo, un hermano de Isidro. Unos desconocidos rompieron con un tronco los cristales del local. Era la tercera vez que la agencia sufría ataques de los proetarras. El 25 de marzo, en uno de esos ataques, Juan Lorenzo Usabiaga fue agredido con cócteles molotov por unos encapuchados cuando se enfrentó a ellos para evitar que quemaran el local que regentaba su esposa.
La familia Usabiaga había sufrido desde 1993 la presión de la banda terrorista que les exigía el pago del chantaje económico conocido como impuesto revolucionario. La banda les exigía pagar 60 millones de pesetas, a lo que Isidro se negaba, "aunque lo matasen". Sin embargo llegó a abonar 10 millones a la red de extorsión que dirigía Carlos Almorza Arrieta, alias Pedrito de Andoain, desarticulada por la Ertzaintza en agosto de 1993, en una operación en la que se recuperó el dinero. Según la Consejería de Interior, Usabiaga no colaboró con la Policía autónoma en la desarticulación de esta red de extorsión de ETA. Interior sostiene que el empresario entregó al menos 10 millones a los terroristas e insertó publicidad en el diario Egin, lo que a su juicio era una forma encubierta de pagar a la banda la extorsión económica. En la misma nota, la Consejería de Interior condenaba la acción criminal y señalaba que el asesinato del empresario dejaba claro que "el pago a ETA no evita el riesgo de atentado". Lo cierto es que la operación grabada por la Ertzaintza contribuyó a desarticular la red de extorsión de la banda y que, desde entonces, su familia fue acosada por ETA y su entorno. Vecinos de Ordicia comentaron que "la gente de laizquierda abertzale la tenía tomada con la familia Usabiaga".
Según fuentes policiales, era la segunda vez que ETA había intentado asesinar a Isidro Usabiaga. Una semana antes, dos individuos robaron un coche a punta de pistola y obligaron al propietario a conducir hasta una zona próxima al domicilio del empresario conocida como Los Chalés. Algún problema hizo que la banda desistiera de atentar ese día y, tras dejar a los propietarios del vehículo atados a un árbol, abandonaron el coche en una calle de Ordicia.
En 2003 la Audiencia Nacional condenó a Carlos Almorza Arrieta, Pedrito de Andoain, a 4 años de reclusión menor por las amenazas vertidas contra Usabiaga en julio de 1993 para que pagase el chantaje económico exigido por la banda terrorista. En una de las conversaciones telefónicas que el empresario mantuvo con los terroristas amenazaron también a su hijo, y le dijeron que "al chaval igual le damos un susto". Almorza Arrieta dirigía desde Francia a un grupo de miembros de ETA que se encargaban de extorsionar a empresarios en el País Vasco. En el año 2004, Pedrito de Andoain firmó, junto a Francisco Múgica Garmendia y otros cuatro presos de ETA, un escrito en el que pedía el abandono de las armas y el fin de la violencia. Por este motivo, la dirección de la organización terrorista lo suspendió de militancia en ETA el 9 de julio de 2005, al igual que hizo con el resto de los críticos. Almorza salió de prisión en diciembre de 2008.
Con el asesinato a tiros de Isidro Usabiaga eran ya once los empresarios asesinados por ETA por negarse a ceder al chantaje económico, y muchos más los que habían sufrido acoso y amenazas, provocando su exilio fuera del País Vasco. El primer atentado por este motivo fue cometido el 2 de noviembre de 1978 contra el industrial irunés José Luis Legasa Ubiría, en lo que sería el debut de la criminal carrera del sanguinario Henri Parot. Previamente, en 1976 Legasa Ubiría había denunciado a la Policía francesa el intento de extorsión al que le tenía sometido ETA. Gracias a esta denuncia, fue detenido Javier Aya Zulaica, alias Trepa, y condenado a tres años de cárcel por el Tribunal de Bayona. ETA no perdonó esa denuncia y dos años después asesinó a José Luis Legasa.
Siete años antes del asesinato de Usabiaga se había creado la Fundación Goierriko Herrien Ekintza (Acción de los Pueblos del Goierri), que agrupaba a los empresarios y ayuntamientos de la comarca, con el objetivo de defenderse del chantaje terrorista y de desafiar a la banda negándose a abandonar el País Vasco y a pagar la extorsión exigida por ETA. Un mes antes, la banda había intentado asesinar a otro empresario, José María Ruiz de Urchegui, secretario general de la patronal guipuzcoana Adegui. Ruiz de Urchegui se encontraba fuera de España en esos momentos, pero la bomba-lapa colocada en su coche amputó las piernas a su primo, Santiago Leceta, empleado de la patronal, e hirió a otros dos trabajadores. En agosto de 2000 ETA asesinaría al presidente de Adegui, José María Korta Uranga.
Todos los partidos del Ayuntamiento de Ordicia, con excepción de Herri Batasuna, aprobaron en un pleno extraordinario el mismo día del asesinato de Usabiaga una moción de censura en la que expresaron su "más enérgica condena y repulsa" por el asesinato de Isidro Usabiaga. "No consideramos casualidad que mientras este hombre yacía en el suelo otros intereses de la familia fueran atacados por enésima vez (...) Con el asesinato de Isidro han arrancado un pedazo del corazón de Ordizia". El asesinato "ha sido el resultado de una campaña de acoso y derribo" contra un hombre que "lo único que ha hecho ha sido trabajar por Ordizia y decir ‘no’ al impuesto revolucionario", señalaba el escrito aprobado. Los dos concejales de HB - el tercero, Josu Aierbe, estaba en esos momentos encarcelado- acudieron al Ayuntamiento escoltados por militantes de HB que portaban pegatinas con el lema Euskal Herria Askatu (País Vasco libre). Los batasunos rechazaron la moción apelando a la pretendida "guerra entre el pueblo vasco y el Estado español", en un discurso ridículo, como todos los suyos, pero que sonó aún más esperpéntico y ridículo cuando acababan de asesinar a un vasco de pura cepa. El Ayuntamiento pidió, además, a los vecinos que colocasen sábanas con crespones negros en sus casas y se sumasen a la manifestación convocada por Gesto por la Paz.
Isidro Usabiaga Esnaola, nacido en Villafranca de Ordicia, tenía 52 años y tres hijos. Era el más emprendedor de una familia de siete hermanos que había creado con ellos un complejo empresarial con actividades en diversos sectores, como la construcción, el transporte o los seguros. Comenzó sus actividades empresariales con un almacén de piensos y después puso en marcha una empresa de grúas y transportes especiales. Además, estaba muy implicado en actividades sociales en la zona y, siguiendo los pasos de su padre, era bombero voluntario en Ordicia. Un día después del asesinato de su hermano, Belén Usabiaga dijo sentirse "impotente" pero aseguró que no iban a echarles del País Vasco: "Vamos a seguir aquí, en Euskadi, luchando con más fuerza que nunca".
Isidro Usabiaga fue la quinta y última víctima mortal del año 1996, tras Fernando Múgica Herzog,Francisco Tomás y Valiente, el ertzaina Ramón Doral Trabadelo y el sargento del Ejército Miguel Ángel Ayllón Díaz-González.

Visual 104

Tumblr