Cuartos de final en Goes por Arturo Pérez-Reverte

Patente de Corso.


Me pide la afición otro de esos episodios históricos que cuento de vez en cuando, más que nada porque casi nadie habla de ellos. Bien mirado, si nos agrada que nuestras selecciones y equipos ganen partidos de fútbol, carreras ciclistas y medallas olímpicas, y recordamos con entusiasmo el gol de Zarra o el tour de Bahamontes, no veo por qué hemos de ignorar otra clase de confrontaciones y campeonatos donde nuestros paisanos, durante siglos, se estuvieron jugando algo más que una final de copa. A fin de cuentas, por poco que nos guste aquella España y lo que tenía dentro, los jugadores del equipo eran los nuestros. Tatarabuelos y gente así. Con nuestra camiseta.

Esta vez le toca al socorro de Goes, cuyo 440 aniversario se cumplirá el 20 de este mes. Corría el año 1572, y las provincias holandesas afirmaban su rebelión contra una España que, como de costumbre, luchaba sola contra medio mundo. Ocho mil soldados holandeses reforzados por los habituales ingleses, protestantes alemanes y hugonotes franceses, cercaban el pequeño enclave de Goes, entre las bocas del Escalda, donde cuatrocientos españoles aguantaban como podían, dientes apretados, esperando socorro. Correspondía éste a un ejército enviado por el duque de Alba, bajo el mando de don Sancho Dávila y el maestre de campo Cristóbal de Mondragón, que se había visto detenido por falta de embarcaciones y la solidez de la defensa enemiga. Goes iba a quedar abandonada a su suerte; y la guarnición española, mandada por un duro capitán llamado Isidro Pacheco que tenía orden de no rendirse ni harto de vino, sería pasada a cuchillo. La suerte parecía echada. Y entonces, a alguien se le ocurrió un plan.
Había un vado, contaron algunos pescadores. Un paso de tres leguas y media: diecisiete kilómetros que la marea baja descubría durante unas horas hasta la altura del pecho de un hombre. Echándole hígados al asunto, entre dos mareas podía intentarse cruzar de noche por ahí; con el peligro de que si quienes lo hicieran se retrasaban o quedaban atrapados en el fango, los pillaría la creciente y se ahogarían todos. Pero, como se decía entonces, no se pescaban peces a bragas enjutas; así que el maestre de campo Mondragón, un correoso veterano de los tiempos de Carlos V, las campañas de Italia, Túnez y Alemania, dispuso una fuerza de 2.500 españoles de los tercios viejos, reforzados por valones y tudescos. Luego los hizo formar en la playa al atardecer, y llamándolos «compañeros míos» -funesto halago que al soldado español siempre le anunciaba escabechina segura- largó un discurso con tres argumentos básicos: que él iba a ir delante dando ejemplo, que si no cruzaban rápido y en silencio se ahogarían todos, y que una vez al otro lado no iban a dejar un puto hereje vivo. Luego le dijo al capellán que diera a todos la absolución preventiva, por si las moscas. Y mientras la tropa se persignaba y blasfemaba por lo bajini, el maestre de campo se quitó la botas y se metió el primero en el agua. La verdad es que fue admirable. Imaginen a dos mil quinientos tíos, la mayor parte morenos y bajitos -había entre ellos muchos arcabuceros vascos, por cierto-, protestando de todo, agarrados unos a otros para que no se los llevara el agua, con la marea por el pecho, llevando en alto los saquetes de pólvora, el pedernal y las mechas en la punta de picas y arcabuces. Diecisiete kilómetros de noche, chapoteando a oscuras, mojados hasta la barba, heridos los pies descalzos en las piedras y cascajos, fatigados por lo pegadizo del fango. Sintiendo subir poco a poco la marea mientras se preguntaban qué puñetas estaban haciendo allí, de noche y a remojo, en vez de estar pidiendo limosna como señores en la puerta de una iglesia de Talavera, Hernani o Sevilla. Pero hubo suerte: sólo se ahogaron nueve. Los menos altos.
Y ahora imaginen la escena. La mala hostia con que esas criaturas llegaron a la orilla. Esa luz gris y sucia del amanecer. Esos holandeses e ingleses que de pronto ven asomar a dos millares y medio de homicidas barbudos, sucios de barro, con ojos de locos y unas ganas desaforadas de quitarse el frío degollando a mansalva. Y claro. Por mucho que corrieron hacia sus embarcaciones, no les dio tiempo a todos. A pirarse. He buscado cantidades exactas: Fernández Duro habla de dos mil palmados y Bentivoglio se limita a decir «mataron muchos». La cifra más creíble son 800 holandeses e ingleses pasados por la piedra, entre los acuchillados y los que se ahogaron intentando salvarse. Y oigan. Parece un resultado más bien sangriento para cuartos de final. Tampoco estaba allí Manolo el del bombo, ni Iker Casillas con arcabuz. Pero qué quieren que les diga. Eran otras ligas. Eran otros tiempos.     

Víctimas, 14 de octubre: Alberto Villena Castillo, Alfredo Jorge Suar Muro y Ángel González del Pozo

Libertad Digital.


A las nueve y media de la noche del 14 de octubre de 1978, cuatro pistoleros de la banda terrorista ETA asesinaban en Lequeitio (Vizcaya) al guardia civilALBERTO VILLENA CASTILLO. La víctima fue ametrallada desde un vehículo cuando paseaba por los muelles portuarios de la localidad vizcaína, muy cerca del puesto de especialistas fiscales de la Guardia Civil en el que estaba destinado.
Alberto Villena fue alcanzado por cinco disparos, uno de ellos muy cerca del corazón, efectuados desde un Simca 1200 en marcha ocupado por cuatro terroristas. Trasladado inicialmente al cuartel de la Guardia Civil para recibir los primeros auxilios, de ahí fue llevado al ambulatorio de la Seguridad Social, donde ingresó cadáver. Los terroristas huyeron en dirección a Guernica, donde abandonaron el vehículo y continuaron la fuga en un Seat 127 matrícula de San Sebastián.
Al día siguiente se celebró el funeral en Vitoria con la única asistencia de sus familiares, compañeros de la Guardia Civil y algunas autoridades.
El 16 de octubre, en un breve comunicado hecho llegar a distintos medios de comunicación, la banda terrorista ETA reivindicaba el atentado afirmando que "ya no basta con gritar que se vayan". En el mismo explicaba que su "lucha armada" se dirigía a complementar, de una forma organizada, la movilización popular.
Alberto Villena Castillo tenía 27 años. Era natural de El Padul (Granada), estaba casado y tenía una hija de 2 años, Encarna. Llevaba tres años destinado en Lequeitio, en el cargo de especialista en la vigilancia de costas con la misión de controlar el contrabando que pudiera ser introducido a través del puerto. Cuando se cumplieron 30 años de su asesinato, el 14 de octubre de 2008, el Ayuntamiento de El Padul organizó un homenaje al guardia civil asesinado, al que asistió su hija,Encarna Villena, que fue la encargada de descubrir la placa conmemorativa en presencia de autoridades políticas, de la Guardia Civil, la Policía y unos cuatrocientos vecinos de la localidad. Si esta es la de cal, la de arena la protagonizó el Ayuntamiento de Granada, que rechazó que una calle de la ciudad llevase el nombre de Alberto Villena. La solicitud la hizo la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), y fue rechazada en julio de 2008, alegando que una plaza con el nombre de Luis Portero, fiscal asesinado por ETA en el año 2000, Domingo Puente -peluquero de la Base de Armilla- o Jesús Escudero -policía nacional asesinado el 30 de octubre de 2000-, así como la glorieta dedicada a las víctimas del terrorismo, honran suficientemente a los caídos a manos de los terroristas.
A las 18:00 horas del 14 de octubre de 1983, un individuo entró en la consulta del doctor ALFREDO JORGE SUAR MURO, médico pediatra y facultativo del penal de El Puerto de Santa María, saliendo con él a los pocos minutos en dirección desconocida. Testigos presenciales vieron entrar al doctor Suar Muro en un coche empujado por dos personas,  mientras un tercer individuo también se introducía en el vehículo.
Horas después, empleados de la residencia sanitaria Fernando Zamácola de Cádiz vieron un vehículo Ford Escort con las puertas abiertas en las inmediaciones del hospital. Los trabajadores se acercaron al turismo y descubrieron el cuerpo del doctor Suar Muro sentado en el asiento del copiloto, recostado hacia atrás y con un impacto de bala visible bajo la oreja izquierda. Los pistoleros de la banda, tras secuestrarlo en su consulta, le habían disparado con un revólver del calibre 38, además de en la cabeza, en la columna vertebral, como se comprobó posteriormente.
El asesinato del médico de la prisión de El Puerto de Santa María se produjo después de quefamiliares de presos de ETA denunciaran públicamente en un periódico de San Sebastián laatención sanitaria, según ellos deficiente, que recibían los reclusos de esa cárcel. El mismo día en que se descubrió el cadáver del médico, familiares de Juan Carlos Martínez Bastarrica, preso en ese penal, habían denunciado que el etarra no recibía la atención médica adecuada a su hemiplejia progresiva, que se manifestaba en la parálisis de su cara y del brazo y pierna derechos. Los familiares del preso sostenían que los primeros síntomas de la hemiplejia habían sido detectados veintidós días antes y que ningún especialista lo había examinado todavíaAdemás, según la familia, la solicitud de que Martínez Bastarrica fuera trasladado a un centro hospitalario fue rechazada por la Dirección de la prisión. Estas supuestas negligencias médicas fueron desmentidas oficialmente por el director del penal, que dio a conocer el parte médico del Hospital Mora de Cádiz, donde estaba siendo tratado Martínez Bastarrica, según el cual el paciente presentaba una paresia, es decir, una parálisis muy residual que tendría que evolucionar de manera espontánea, además de con los complejos vitamínicos que se le estaban suministrando (ABC, 21/10/1983).
El 18 de octubre la banda terrorista asumía el crimen y aprovechaba el comunicado de reivindicación para amenazar de muerte a todos los funcionarios de prisiones. En el comunicado se decía que los funcionarios de las cárceles donde había "prisioneros políticos vascos" eran "objetivos militares y, por tanto, reos de la justicia popular". La campaña se frenaría si hubiese "una reconsideración consecuente en el ejercicio de su tarea profesional".
La reivindicación provocó una gran sorpresa en medios policiales, porque hasta ese momento no se había asociado el asesinato del doctor Suar Muro con un atentado terrorista de ETA y la Policía lo atribuía a delincuentes comunes. "No se me olvidará nunca. Un policía que vino a casa fue muy gráfico. Con una carpeta abierta en las manos la cerró y dijo: ‘Carpetazo. Ha sido ETA’", contó su viuda al Diario de Cádiz en el año 2000.
El doctor Suar Muro fue la primera víctima mortal de la banda terrorista ETA en Andalucía y elprimer atentado contra un funcionario de prisiones. A día de hoy ningún miembro de la banda ha sido juzgado por este crimen. Los dos atentados siguientes de ETA en Andalucía fueron también contra funcionarios de prisiones. El 11 de agosto de 1989, un paquete-bomba destinado a un funcionario de prisiones, Dionisio Bolívar Muñoz, acabó con la vida de la madre de éste, Conrada Muñoz Herrera. El 28 junio 1991 explotó un paquete-bomba enviado por ETA a la cárcel Sevilla-I, que ocasionó la muerte del funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega, de los reclusos Donato Calzado García y Jesús Sánchez Lozano, así como del visitante Raimundo Pérez Crespo, familiar de un interno de la prisión.
Alfredo Jorge Suar Muro tenía 37 años y había nacido en Argentina -aunque posteriormente se nacionalizó español-, desde donde había emigrado junto a su mujer, María Teresa Decarlini Méndez. El matrimonio tenía dos hijos, Jorge y María Ana, de 8 y 6 años cuando Suar Muro fue asesinado. Vinieron a España a finales de los setenta, "porque esto era más seguro". "Alfredo estaba convencido de que si seguíamos en Argentina acabarían por matarlo. Estaban desapareciendo médicos. Los llevaban para curar heridas de bala. Nunca volvían. Nada de testigos" (Diario de Jerez, 21/03/2009). Después de pasar por Génova, donde Alfredo se especializó en Pediatría, la familia se instaló en Cádiz. Allí echaron raíces, y Alfredo se enamoró de los toros y las ferias. "Por fin, después de tanta sinrazón, de tanto miedo, éramos felices. Vivíamos en un lugar en el que podíamos pasear con tranquilidad en la calle, donde se podía charlar, tomar algo en la terraza de un bar" (Diario de Jerez, 21/03/2009). Además de su consulta de pediatría aceptó trabajar como médico de la cárcel de El Puerto de Santa María desde dos años y medio antes de ser asesinado. Sigue contando el Diario de Jerez que "allí se hizo rápido con la población reclusa, ‘no miraba a la gente por el delito que hubieran cometido’ e incluso los etarras tenían tal confianza en él que no comían hasta que el doctor Suar no hubiera probado la comida. Es verdad que había muertos cada semana, pero el terrorismo parecía un conflicto lejano".
María Ana Suar, hija de Alfredo, escribió una carta en el diario La Voz Digital con motivo del vigésimo quinto aniversario del asesinato, donde, entre otras cosas, decía:
Querido papá: Hoy, 14 de octubre, se cumplen 25 años sin ti. El tiempo pasa volando pero casi todo sigue igual. No sabes lo difícil que se me hace educar a mis hijas en valores como libertad, justicia, generosidad, amistad, compromiso, respeto o perdón (...) Cuando me preguntaron por qué yo no tenía papá, la única respuesta que encontré fue que te llevó la Virgen rápidamente para cuidar de los niños que están en el cielo, sentados en las nubes. Ha pasado un cuarto de siglo y poco cambia en España. ETA, en su cobardía, continúa matando por la espalda, dejando viudas y huérfanos, privándonos de libertad por conseguir la suya, con tanto orgullo como para convertirse en mercenarios y sin la humildad suficiente para pedir perdón (...).
En enero de 1984 el portavoz del Consejo de Ministros, Eduardo Sotillos, comunicó que el Gobierno iba a remitir al Parlamento un proyecto de ley extraordinario que permitiese conceder una pensión excepcional a María Teresa Decarlini, viuda del doctor Suar Muro. El proyecto de Ley fue aprobado en mayo de 1984. En octubre de 2004 el Gobierno creó en Jerez de la Frontera un Centro de Reinserción Social que lleva el nombre del médico asesinado. Antes, en el año 2000, se le concedió la Cruz al Mérito Civil a título póstumo y el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María le dedicaba una calle. En octubre de 2008, con motivo del veinticinco aniversario de su asesinato, Instituciones Penitenciarias realizó una ofrenda floral en el monolito dedicado al doctor Suar Muro a la entrada del penal de El Puerto.
En torno a las 22:30 horas del 14 de octubre de 1986, la explosión de un coche-bomba colocado por la banda terrorista ETA frente al cuartel de la 411 Bandera de la Policía Nacional, en la plaza de España de Barcelona, asesinaba al policía ÁNGEL GONZÁLEZ DEL POZO y provocaba heridas a otras catorce personas, cuatro de ellas también policías.
Ángel fue la primera persona asesinada por la banda terrorista ETA en Cataluña después de la llegada de la democracia, pasando a ser la segunda víctima mortal en esta comunidad autónoma. La primera fue Ovidio Díaz López, asesinado por la banda tras el enfrentamiento que varios etarras tuvieron con la Policía después de atracar una sucursal bancaria el 6 de junio de 1975. En este sentido, el coche-bomba que asesinó a Ángel González fue el primer atentado intencionado con víctimas mortales de la banda en Cataluña, preludio de lo que sería el terrible año de 1987, con el asesinato del guardia civil Antonio González Herrera (27 de marzo de 1987), de Juan Fructuoso Gómez (2 de abril de 1987) y la masacre de Hipercor el 19 de junio de 1987. Desde ésta, y hasta tres años y medio después, la banda terrorista ETA no volvería a atentar en Cataluña, asesinando a seis policías nacionales el 8 de diciembre de 1990 en Sabadell.
Tres días después del asesinato de Ángel González el Comité Olímpico Internacional (COI) tenía que decidir quién organizaría los Juegos Olímpicos de 1992. En relación con esto, los políticos volvieron a dar muestras de su nula sensibilidad ante un atentado de la banda terrorista ETA, mostrándose más preocupados por las repercusiones que el asesinato de un agente tendría en el futuro de la candidatura de Barcelona que por la tragedia que suponía en sí misma ese asesinato. Jordi Pujol, por entonces presidente de la Generalidad de Cataluña, dijo que "sería bueno que ninguna ciudad candidata a organizar los juegos utilice este argumento, ya que el terrorismo forma parte del drama mundial". El alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, también se pronunció en el mismo sentido: "Confío en que el atentado no repercutirá en la decisión de los miembros del COI".
Cuando la banda terrorista ETA reivindicó el atentado, señaló que no lo enmarcaba "en la campaña contra las Olimpiadas de Barcelona desarrollada por los patriotas catalanes" (Florencio Domínguez,ETA en Cataluña. De Terra Lliure a Carod-Rovira, Temas de Hoy, 2005).
Sobre la campaña de los ‘patriotas catalanes’ a los que aludía ETA en su comunicado, hubo rumores sobre la autoría de Terra Lliure, algo que se apresuró a desmentir el jefe superior de Policía de Barcelona, Agustín Linares, que señaló que esa banda terrorista no tenía ni la infraestructura ni la logística necesaria para una acción de este tipo.
La explosión del coche-bomba, que pudo oírse a varios kilómetros a la redonda y despidió objetos a más de doscientos metros del lugar de los hechos, se produjo en la esquina de la calle de la Cruz Cubierta, a unos metros del cuartel de Belchite, ocupado por fuerzas de la Reserva General, y junto a unas dependencias municipales contiguas al edificio policial. Provocó un gran cráter en el asfalto y los cristales del cuartel y de los edificios colindantes saltaron hechos añicos. La bomba estaba compuesta por veinticinco kilos de Goma 2 y metralla formada por tornillos y eslabones de cadenas, y contaba con un mecanismo de activación de relojería para que estallase a las 22:30 horas. El vehículo utilizado había sido robado en julio del mismo año en un aparcamiento de Guipúzcoa.
La Policía, que había acordonado la plaza y cortado la circulación nada más producirse la explosión, desalojó la zona contigua al pabellón número 1 de la Feria de Muestras y registró las dependencias por si había más bombas. En la cercana avenida del Paralelo los artificieros policiales provocaron la explosión controlada de un Renault 5 matriculado en Navarra que había sido denunciado como robado.
Los heridos por la explosión fueron repartidos por diferentes hospitales como el Clínico de Barcelona, adonde también fue llevado el cadáver de Ángel González, la residencia de la Seguridad Social de Bellvitge, el centro municipal de Perecamps y el Hospital de la Cruz Roja de Hospitalet. Entre los heridos, además de los policías, había diez civiles que, en esos momentos, salían o entraban de una boca de metro cercana. Los agentes heridos fueron Ángel Barceló Naranjo, muy grave, Francisco Sánchez Torres, Francisco Rivero Iglesias y Antonio Gómez Martín.
Ángel Barceló Naranjo fallecería diez meses después del atentado por leucosis aguda, cuando aún no había sido dado de alta de las graves heridas sufridas en el atentado. El informe médico determinó, no obstante, que su muerte no había tenido relación directa con las lesiones producidas en el atentado. Sin embargo, en las sentencias de la Audiencia Nacional por las que se condenó a los autores del atentado sí se contempló una indemnización de 3 millones de pesetas para los herederos de Ángel Barceló.
En 1989 la Audiencia Nacional condenó a Josefa Mercedes Ernaga Esnoz a 75 años de reclusión por este atentado. En 2001 fue también condenado Rafale Caride Simón a un total de 102 años por el mismo atentado contra el cuartel de Belchite. Ambos participaron en la masacre de Hipercor y fueron condenados a centenares de años por ese atentado.
Ángel González del Pozo, de 28 años de edad, se encontraba de guardia la noche que explotó el coche-bomba. Era natural de Sevilla, y sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de Huévar del Aljarafe, localidad sevillana de donde era la mayor parte de su familia. Estaba destinado en la X Compañía de la Reserva General en Barcelona.


Visual 137

The Atlantic.









































Concrete floor slabs on grade subjected to heavy loads. UFC 3-320-06A.

This manual prescribes the criteria for the design of concrete floor slabs on grade in buildings for heavy loads and is applicable to all elements responsible for military construction. Heavy loads in buildings such as warehouses include moving loads, stationary live loads, and wall loads.


Incluido en mi recopilación de documentación sobre Estructuras.

"¿Nos lo podíamos permitir?” – El despilfarro del AVE por Abel Fernández

Esta semana hemos tenido el placer de ser entrevistados para el programa de TVE “Comando Actualidad – ¿Nos lo podíamos permitir?“, en el cual se han analizado múltiples despilfarros cometidos en la inversión pública durante el boom -aeropuertos vacíos, estaciones fantasma, líneas deficitarias, tranvías que cierran, auditorios que ni siquiera se acaban, etc.-. Nuestra entrevista ha tratado en concreto sobre la rentabilidad económica y social de nuestras líneas de AVE. El programa completo puede verse ya en “RTVE a la carta” (nuestra intervención son los dos minutos siguientes a partir del 23:30), pero nos gustaría resumir a continuación nuestro argumento completo para complementar lo expresado en el programa.



El coste real de todo lo que hacemos en la vida es aquello que dejamos de hacer en su lugar. Ver la tele no es gratis, ni tampoco pasarse un par de horas en Twitter engullendo un torbellino de información y aforismos: en su lugar, podríamos haber estado dando un paseo por la playa o la montaña, aprendiendo a programar yobteniendo un certificado por el MITx o incluso echando una revitalizadora siesta. Del mismo modo, el principal coste de toda infraestructura es aquello que dejamos de hacer en su lugar. Veamos el caso de la línea Madrid-Valencia.
Aunque estaba proyectada su llegada a Castellón y Alicante, la línea acaba de momento en Valencia y ha costado unos 6.600 millones de euros. Si el Estado no hubiese financiado su construcción, no tendría que haber emitido 6.600 millones adicionales de deuda. El coste medio de nuestra deuda se encuentra cercano al 5%. Si descontamos la inflación para hablar en términos reales, el coste anual de la línea de AVE ronda los 165 millones de Euros (para un tipo de interés real del 2,5%, estimación conservadora), a los que hemos de sumar unos 35 millones de euros de mantenimiento (estimación también conservadora). En total, 200 millones anuales que el Estado habrá de asumir eternamente en términos reales.
La clave de la pregunta (que no aparecía en el resumen de entrevista en Comando Actualidad) es, ¿cuántos viajeros tiene la línea? Durante 2011 ha tenido casi 2 millones de viajeros. Y el resultado de dividir 200 millones anuales entre 2 millones de trayectos anuales son 100 euros de subvención implícita por trayecto: cada billete de ida y vuelta en AVE Madrid-Valencia lleva implícitos unos 200 euros de subvención, ya que el billete solo cubre los costes de explotación de la línea.
Esos 200 euros por billete de ida y vuelta son una subvención a ciudadanos de renta alta que ya tenían anteriormente una alternativa rápida para realizar el viaje: el avión. Esto es, se mire por donde se mire, el mundo al revés: el Estado recaudando de todos los ciudadanos para subvencionar la comodidad de unos pocos que tenían una alternativa rápida. ¿Existe alguna externalidad que justifique dicha subvención? La única que sería mínimamente justificable sería la de la contaminación, pero Ginés de Rus ha examinado la evidencia empírica que indica que el AVE no es “más verde” que otros tipos de transporte, debido entre otras cosas a la ingente cantidad de recursos que se consumen durante su construcción.
Y la cosa se pone peor cuando uno piensa en el proyecto de AVE a Galicia. Solo podría aventurar las cifras de viajeros, pero sí conocemos el coste aproximado del proyecto: 25.000 millones de euros, casi el cuádruple que la línea Madrid-Valencia.Si ésta última subvencionaba cada billete de ida y vuelta con 200 euros, multipliquen esa cifra por cuatro para hacerse una idea aproximada.
Comenzaba mi argumento hablando del coste de oportunidad. ¿Qué podríamos haber hecho con esos 200 millones anuales? Para hacernos una idea, comparémoslo con el presupuesto de 2012 de dos universidades españolas de reciente creación que han conseguido hacerse un hueco entre las principales universidades europeas: la Universitat Pompeu Fabra, con 130 millones de Euros anuales, y La Universidad Carlos III, con 169 millones de Euros. El coste de la línea Madrid-Valencia podría haber financiado indefinidamente una nueva Universidad de primera línea. En cambio, nuestros representantes políticos, tras llenarse la boca durante el boom con expresiones como “Economía del conocimiento” o “I+D”, han despilfarrado tan ingente cantidad de recursos en conseguir que los antiguos usuarios del avión viajen más cómodos.
Y, por supuesto, la lista de necesidades más acuciantes que a uno se le pueden ocurrir es inacabable; basta con pensar en el endurecimiento para el acceso a las ayudas sociales para el comedor infantil de los colegios, o en las listas de espera en la sanidad pública.
El problema no es solo que hayamos despilfarrado cantidades ingentes durante el boom. El problema es que hemos comprometido el gasto público actual, como muestra el caso del AVE: los 7.000 millones de deuda emitidos para pagar la infraestructura permanecerán ahí para siempre, costando 200 millones de euros cada año. Los 25.000 millones de Galicia supondrían unos 750 millones anuales más.
¿De verdad cree el pueblo gallego que ése es el mejor uso que puede darle a 750 millones anuales? Esa cantidad equivale al 8% del presupuesto anual de la Xunta de Galicia, que ejecuta entre otras competencias tan vitales como Sanidad o Educación. ¡El 8% del presupuesto de la Comunidad año tras año! El problema aquí se encuentra en lo discrecional de la forma en que se deciden y adjudican las inversiones federales (perdón, estatales). Para Galicia es imposible conseguir hoy 750 millones adicionales en su sistema de financiación, porque el resto de comunidades pondrían el grito en el cielo. Pero adelantando sus elecciones y quejándose lo suficiente sí que pueden conseguir que el Estado dilapide 25.000 millones más en dar comodidad a quienes actualmente viajan en avión.
Creemos que el ciudadano que exige tiene a su vez la responsabilidad y el deber de comprender la magnitud de las cifras que se manejan, de ponerlas en perspectiva y de comparar unas actuaciones con sus usos alternativos. Países más avanzados que España, como Suecia o Estados Unidos, no tienen trenes de alta velocidad porque consideran que no se los pueden permitir. ¿Cuándo enterraremos definitivamente en España nuestra obsesión por llenar el país de cemento y hormigón y nos centraremos en necesidades -productivas y sociales- más acuciantes?

Exterminio en Madrid por Sergio Campos Cacho

La biblioteca fantasma.


La muerte reciente de Santiago Carrillo ha hecho aflorar de nuevo la polémica sobre los asesinatos de Paracuellos, antes incluso de que se celebre su aniversario en noviembre. Esta polémica tiene un fondo ideológico y político. Apesta. En la red berrean los guerracivilistas y en la prensa gallean de nuevo los historiadores, sin que se distingan apenas unos de otros. Mal asunto. Casi nadie habla de los muertos, que es lo importante de verdad.
El debate sobre Paracuellos se plantea sobre dos falacias fundamentales. La primera tiene que ver con la responsabilidad original de los asesinatos, es decir, con los inductores de la masacre. Ángel Viñas, hablando del libro El terror rojo, de Julius Ruiz, plantea así la cuestión: «Ruiz es consciente de que la tesis hiperfranquista de que una incitación soviética (de la NKVD) a favor de la masacre “reduciría” la responsabilidad de los asesinos republicanos». Esto es falso, o en todo caso solo sirve para la batalla particular del guerracivilismo. Con su pan se lo coman. Teniendo en cuenta que los asesinatos los llevaron a cabo los comunistas y los anarquistas y que toda la Junta de Defensa era consciente de cómo se habían organizado las sacas sin que nadie hiciera nada por impedirlas hasta la llegada de Melchor Rodríguez, importa muy poco que la idea partiera de los rusos o de los españoles. Los comunistas se implicaron con entusiasmo en la masacre, los anarquistas también participaron y el resto fue incapaz de oponerse. No se asesina a dos mil quinientas personas en pocos días si se titubea o se cumplen órdenes con las que no se está de acuerdo.
La segunda falacia sobre el debate de los asesinatos de Paracuellos tiene que ver con su supuesta excepcionalidad: “Paracuellos aparece como norma en lugar de lo que realmente fue, una dramática excepción”. Los asesinatos masivos de noviembre no fueron una excepción, sino el punto final a una labor de exterminio iniciada desde los primeros días de la contienda. Las sacas habían comenzado antes y las llamadas a la limpieza de la retaguardia y al exterminio de los fascistas eran habituales en la prensa y en las consignas lanzadas por los cabecillas de los partidos. Por poner solamente algunos ejemplos de Mundo Obrero: “¡Limpiemos la retaguardia!” (portada del 28/7/36); “Es preciso exterminar rápidamente al enemigo, se esconda donde se esconda” (27/7/36); “La Dirección de Seguridad, de por sí sola, no está en condiciones de catalogar a los enemigos del régimen” (4/8/36); “¡Limpiad la retaguardia!” (7/8/36); “La consigna es: exterminio” (portada del 10/8/36); “¡Firmes, hasta exterminarlos!” (portada del 24/8/36); “La defensa de Madrid: es preciso limpiar la retaguardia” (26/9/36). Con titulares como estos en la prensa republicana y consignas semejantes dadas a la policía se podrían cargar varios volquetes. Por otro lado, convendría hablar de las checas oficiales, como la de Fomento. Todavía no hay un estudio serio sobre los asesinatos cometidos en ella. A más de uno le sorprenderían las estadísticas. No: Paracuellos fue una meta, no una excepción. La idea de que la excepcionalidad de Paracuellos se usa como norma para tapar los crímenes fascistas no merece mayor comentario. A nadie le gusta que le tomen por idiota.
El pasado día 21 cuatro historiadores publicaron en El País un artículosobre los asesinatos de Paracuellos. En él insisten en las dos falacias fundamentales y profundizan la brecha entre dos supuestos bandos, dando lugar a que cualquier crítica razonada sea tachada inmediatamente de fascista si no concuerda con sus presupuestos. Les recuerdo, para que se hagan una idea del nivel de la disputa, que sobre éste y otros temas César Vidal sea uno de los historiadores más citados por Viñas en su libro El escudo de la República y en otros tomos sobre sus estudios de la guerra.
Los autores establecen tres categorías para hablar de Paracuellos: contexto, chispazo para la acción y responsabilidades y supervisión.
El primer punto de su artículo se refiere al contexto. No voy a decir nada más que sustituyan esa palabra por “justificación”, que es la más adecuada para las pretensiones de los autores.

Alexander Orlov
El segundo y tercer punto se refieren al “chispazo”. Basándose en un informe de Vladimir Gorev, afirman que el “cerebro” de Paracuellos es Alexander Orlov. Viñas ha sostenido en algunos foros que el informe de Gorev admite otras interpretaciones (“Para mí es inequívoco, aunque reconozco que existen otras interpretaciones”). Exacto. Lo único que hace Gorev es alabar la labor de Orlov en la represión (como también agradece el trabajo de Mihail Koltsov y de Roman Karmen). En ningún caso sostiene que fuera Orlov quien planteara ni quien planeara Paracuellos. Por otro lado, hay un informe similar de Stepanov que agradece la labor hecha por el PCE. Como a Viñas no le sirve para sus presupuestos (véase la primera falacia), lo desecha argumentando que Stepanov, alias Moreno, posiblemente alias Schwarz, no estaba en España en 1936 y que “contó de oídas”. Aquí se puede replicar que Stepanov no podía contar de oídas, como si hubiese sabido de Paracuellos en la barra de un bar, sino directamente por los implicados, a los que por otro lado conocía de anteriores estancias en España (cosa que Viñas dice que no está demostrado, aunque hay varios testimonios de ello). Como pueden comprobar, no hay ni un solo documento que permita confirmar la responsabilidad de Orlov. Interpretaciones pueden hacerse las que se quieran.

Pedro Checa (segundo por la izquierda, con gafas) y José Díaz (sentado) junto a otros miembros del PCE.
En el cuarto punto se responsabiliza a Pedro Checa (Pedro Fernández Checa, como meticulosamente lo citan) de ser el enlace entre Orlov y los elementos comunistas que se encargaron de la logística de las matanzas. No podía ser otro, por su cargo, y tenía gran experiencia en la organización de las células clandestinas desde antes de la guerra. Ahora bien, resulta difícil creer que Pedro Checa moviera un solo dedo sin la aquiescencia de, al menos, el secretario general del PCE, José Díaz. La puesta en marcha de la masacre no es responsabilidad única de una sola persona, sino de todo un partido.

El general Miaja
Del quinto punto se puede decir que las primeras sacas tuvieron lugar mucho antes de la constitución de la Junta. Es cierto que todos sabían lo que se estaba haciendo. Miaja, por supuesto, y también Carrillo. Lo que se hizo con los presos era responsabilidad directa de Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público.

Santiago Carrillo
El puntos seis, siete y ocho se insiste en la responsabilidad de Pedro Checa. Es innegable, y yo insisto en lo dicho dos párrafos más arriba. En la BF ya se le citó en 2009 en relación a Paracuellos. Por otro lado, ya era hora de que se hablara de los mandos que organizaron las sacas: Santiago Álvarez Santiago, Andrés Urresola, etc. También la BF fue pionera al aclarar estas responsabilidades y empiezo a estar hasta los cojones de que no se cite en ningún sitio (excepto aquí). El punto número 7 es curioso: como bien señaló Jon Juaristi, confirman que los comunistas infestaban la DGS desde el principio de la guerra. Su experiencia en la caza del fascista es incluso anterior a ésta, lo que desmiente la tesis de uno de los autores del artículo, Paul Preston, esgrimida en su libro El Holocausto español. También se desmiente la formulación de otro de los autores, Fernando Hernández, cuando en su libro Guerra o revoluciónachaca la responsabilidad de las matanzas a elementos “neocomunistas y anarquistas”. De neocomunistas nada de nada: comunistas de raza, corazón y pelotas.
El punto nueve es pura reflexión ideológica. Carrillo no tuvo mano a la hora de organizar las sacas, pero fue responsable de que se llevaran a cabo. Y si se le relaciona con más énfasis con Paracuellos cuanto más se acerca la Transición, quizá tenga que ver con que siempre negó haber sabido nada de lo que ocurrió en Madrid. Cargar la mano con Checa para desvincular a Carrillo no tiene ningún sentido. Carrillo jamás fue un transeúnte que pasara casualmente por allí.

Paracuellos, pintura de Carlos Sáenz de Tejada
El último punto y el epílogo no son más que la formulación exacta de la segunda falacia que he comentado anteriormente.
Por si alguien piensa que de Paracuellos ya se sabe todo, que es un tema manido y que ya se les ha rendido durante el franquismo suficiente homenaje a los muertos, les confirmo que hoy por hoy es imposible listar los nombres de los cerca de 2500 asesinados.

Labor (Soria, 7 de diciembre de 1939)