Mejorar la competitividad por Eduardo Martínez Abascal‏

Artículo de Eduardo Martínez Abascal en el que indica las directrices a seguir para mejorar la competitividad de las empresas españolas.


Destaco:

El efecto de esta reducción de gasto y aumento de eficiencia será, en un primer momento, más paro y crisis; pero en poco tiempo las empresas que sobrevivan serán eficientes, crecerán y crearán empleo, y entraremos en el círculo virtuoso del crecimiento. Todo esto es fácil de decir, pero muy difícil y penoso de hacer.


Pero no hay más remedio si queremos salir adelante. Lo han hecho muchas empresas españolas en las últimas dos décadas y han pasado a ser líderes. Estamos mejor preparados que en el 93 y entonces lo hicimos. Sobrevivirán aquellos que sean capaces de producir de forma eficiente y con poco gasto general y que además salgan fuera para vender.



ARTÍCULO:

Es ya un tópico oír que la economía española no es competitiva. Es decir, nuestros productos y servicios son percibidos como caros en calidad/precio. Esto hace que nos cueste vender y que las empresas tengan dificultades.

Hago aquí un resumen telegráfico de los puntos para mejorar la competitividad de la empresa española, tratados en artículos anteriores.

Hay que vender más, sea como sea. Si no vendemos aquí, no hay más remedio que salir fuera, exportar. Se puede, ya lo hicimos en el 93 y estábamos entonces peor preparados.

Hay que producir a precio competitivo (barato) para poder vender. Para ello hay que bajar los costes de producción y para ello hay que utilizar menos horas para fabricar el mismo producto o servicio. Hay que planificar mejor, para ser más eficientes. Debemos repasar los procesos de producción (en industria, pero sobre todo en servicios) para eliminar pasos inútiles que no aportan nada. Hay que hacer en servicios el mismo ejercicio de métodos y tiempos que se ha hecho en la industria.

Hay que mejorar el producto, para que con las mismas horas de producción podamos vender un producto más caro. Y para esto hay que innovar. Un modo de innovar: salir y ver qué hacen nuestros competidores y qué producto venden las empresas que venden. Copiarlo y mejorarlo. Siempre hay que estar pendiente del competidor y mejorar lo que él hace.

Hay que reducir los costes de aprovisionamiento: comprar materias primas y componentes más baratos. Un modo: evitar intermediarios, otros, agrupar poder de compra.

Hay que reducir los gastos generales, repasándolos uno por uno. O también, volver a los mismos gastos generales de hace cuatro años. Si ahora vendemos lo mismo que en 2006 ó 2005, deberíamos ser capaces de volver a la misma estructura de gastos de 2005. Eliminar todo lo que sea innecesario. Todos a vender y/o producir. Cuantos menos controladores, personal de apoyo y staff, mejor.

El efecto de esta reducción de gasto y aumento de eficiencia será, en un primer momento, más paro y crisis; pero en poco tiempo las empresas que sobrevivan serán eficientes, crecerán y crearán empleo, y entraremos en el círculo virtuoso del crecimiento. Todo esto es fácil de decir, pero muy difícil y penoso de hacer.

Pero no hay más remedio si queremos salir adelante. Lo han hecho muchas empresas españolas en las últimas dos décadas y han pasado a ser líderes. Estamos mejor preparados que en el 93 y entonces lo hicimos. Sobrevivirán aquellos que sean capaces de producir de forma eficiente y con poco gasto general y que además salgan fuera para vender.

Smiley en vela por Carlos Rodríguez Braun

Rodríguez Braun pone a Zapatero en su sitio.

Las negritas son mías.



ARTÍCULO:

Suena a lucecita de El Pardo. Hace poco lanzó la señal Felipe González al decir que a Smiley «le ha golpeado la realidad de la crisis y se le nota el peso del ejercicio del poder». Y el domingo pasado el sujeto fue homenajeado en «El País» con una entrevista y este titular: «He pasado muy malos ratos y noches sin dormir por la crisis». Vieja idea antiliberal: el líder se sacrifica por nosotros; viola nuestra libertad y nos arrebata el dinero pero es por nuestro bien, lo hace con dolor y desvelo, etc. Otros cuatro ingredientes totalitarios. Uno, la paranoia: «Hay poderes que pretenden ocupar el poder de la política, que es el único legitimado por el voto ciudadano». Dos, la impostura. Sobre si cometió algún error, dice: «estar demasiado tiempo en el debate de si crisis o desaceleración». ¡El debate! Como si no hubiera sido una estrategia premeditada para ganar las elecciones de 2008, que incluyó insultos a los economistas que dijimos la verdad. Tres, el narcisismo: «Para tener una responsabilidad como la mía, la primera condición personal es tener fortaleza emocional para poder transmitir serenidad». La fortaleza es emocional, no la de unos principios inexistentes. Y cuatro, el delirio: «con las reformas que hemos emprendido debemos generar una espiral económica positiva cuanto antes». La mejoría será gracias a él, no al sacrificio de millones de españoles que permitirán la recuperación a pesar, muy a pesar del Gobierno.

¿Todo por la patria? por Javier Nart

Artículo de Javier Nart sobre el engaño de la política y la reflexión que debemos hacer para descubrir la realidad, y no lo que nos quieren hacer ver.

Destaco:

Es necesario que en este país (¿Cataluña, España-Estado Español o planeta planetario?) seamos capaces de serenar el ánimo, hacer funcionar las células grises, recuperar el sentido crítico y bajarnos del propio campanario para meditar seriamente dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.



ARTÍCULO:

Hace unos años en el Parlamento de Cataluña se armó el Belén por la mención del entonces presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, denunciando que el problema de Convergencia se llamaba 3 por ciento.

Escandalizado, el líder convergente amenazó con la ruptura del consenso sobre el Estatut si no se retiraban esas palabras.

Ambos próceres se equivocaban. No era el 3 por ciento sino el 4 por ciento.

Porque el caso Palau ha puesto al descubierto la pestilencia del llamado "oasis catalán".

Y así, el dignísimo señor Millet participaba en espléndidos ménages à quatre donde las constructoras beneficiables de contratación pública entregaban generosas subvenciones (4 por ciento) al Palau que, acto seguido, transfería un 2,5 por ciento a la fundación de Convergencia (el resto correspondía a "gastos de gestión").

Y también aparecen cartas en las que proponía (ahora en ménage à trois) a otra empresa "pasar por caja" a fin de acrecentar su "imagen de catalanidad" para lo que un periodista "de cámara" le entrevistaría en un diario de Cataluña.

Y toda esa cloaca, oculta tras el manto de la patria.

¿Recuerdan ustedes cuando Jordi Pujol tocó a rebato a la ciudadanía convocando manifestaciones por el nefando crimen de que la Justicia actuara en el caso de Banca Catalana?

¿Hasta cuándo?

Es necesario que en este país (¿Cataluña, España-Estado Español o planeta planetario?) seamos capaces de serenar el ánimo, hacer funcionar las células grises, recuperar el sentido crítico y bajarnos del propio campanario para meditar seriamente dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.

Quiero decir dónde nos ubican y hacia dónde nos empujan.

Y establecer que, más allá de las tripas, se encuentra el incómodo ejercicio de pensar por nosotros mismos.

Y no dejarnos manipular por la bandera, abrazando hipócritamente la cartera. Con el Estatuto violado como alfombra bajo la que esconder tanta miseria moral.

Javier Nart, abogado.

Entrevista a Peter Schiff

Entrevista de Daniel Luna a Peter Schiff.

El resumen es que hay que basar la economía en el ahorro y la inversión, y no en la deuda y el consumo como hasta ahora. De cajón de madera de pino gallego.

Destaco:

P: Muchas personas piensan que el libre mercado tiene la culpa de la actual crisis.

R: No saben de lo que hablan. Los que dicen eso son los mismos que en 2007 decían que la economía iba de maravilla. Muy pocos fueron capaces entonces de pronosticar lo que iba a ocurrir en EE.UU. Yo fui uno de ellos, y lo hice con mucho detalle, como puede ver en una conferenciaque di en 2006, y en mi libro Crash Proof[del 2007].

Yo sí entendí lo que estaba pasando, avisé de que la economía de EE.UU. era un castillo de naipes a punto de desmoronarse y señalé al Gobierno como el origen del problema.

A quienes entendimos el daño que estaban creando las políticas del Gobierno, el Congreso y la Reserva Federal no nos sorprendió lo que ocurrió en 2008. Quienes no lo entendieron se vieron sorprendidos por lo que pasó, y ahora dicen que la culpa es del mercado.

P: ¿Por qué tantos analistas decían en 2007 que la economía iba bien?

R: Porque no entienden los principios de la economía. Creen que ésta se debe basar en el gasto, que mientras haya consumidores gastando todo irá bien. Quieren que el Gobierno estimule la economía, no se dan cuenta de que la economía está enferma precisamente por los estímulos gubernamentales del pasado

P: ¿Qué efectos tendrán los planes de estímulo actuales?

R: Agravar los problemas existentes. Hasta que el Gobierno abandone esos planes no se recuperará la economía. Hay que reconstruirla desde los cimientos, que ahora son la deuda y el consumo. Eso es insostenible. Una economía sana se basa en el ahorro, la inversión de capital y la producción. Así se genera el crecimiento. Pero en lugar de eso lo que hacemos es tomar prestado más dinero y gastarlo. Es una economía falsa, un engaño.

P: ¿Una regulación más estricta sobre el mercado de hipotecas no habría evitado la creación de la burbuja inmobiliaria que desencadenó la crisis?

R: Sí, claro. Se podría haber impuesto una entrada mínima del 20 por ciento para cualquier hipoteca, o prohibir las de tipo variable. No se hizo para no molestar a los votantes, que estaban encantados pensando que se iban a hacer ricos. No iban a ser los políticos quienes aguasen la fiesta.

Lo que hay que preguntarse es: ¿Por qué se pidieron tantas hipotecas de tipo variable? Porque estaban garantizadas por el Gobierno, mediante su respaldo a Fannie Mae y Freddy Mac [agencias patrocinadas por el Gobierno para financiar la compra de viviendas], y porque la Reserva Federal bajó mucho los tipos de interés. Sin estas regulaciones la burbuja simplemente no habría existido. No se habrían solicitado tantas hipotecas, y no se habrían concedido las destinadas a gente que no podía pagarlas.

Cuando el Gobierno aprueba cinco normas y después se necesitan otras cinco para arreglar los problemas que han causado las primeras el problema no es que falte regulación sino que hay demasiada.



ENTREVISTA:

Corría el año 2006, en pleno apogeo de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, con Wall Street por las nubes y el desempleo olvidado como un mal de tiempos pasados, cuando un desconocido inversor de Connecticut lanzó la voz de alarma: se avecina un colapso financiero y económico.

Ante el estupor, la indignación e, incluso, la burla de los demás comentaristas, Peter Schiff repitió sus predicciones durante meses en las principales cadenas de televisión. Cuando llegó la crisis los "expertos" dejaron de reírse, y el vídeo de Youtube Peter Schiff tenía razón, que en sus diferentes versiones supera los dos millones de visitas, lo convirtió en uno de los personajes más populares del mundo financiero.



Casi dos años después de la quiebra de Lehman Brothers el Gobierno de Obama habla de recuperación económica, pero la Cassandra de Connecticut no se lo cree. Peter Schiff, candidato para las elecciones al Senado en noviembre, es el presidente de Euro Pacific Capital, una compañía de inversión que se prepara "para el colapso del dólar y de la economía nacional".

Pregunta: (P): ¿Cuál es la situación actual de la economía estadounidense?

Respuesta (R): Extremadamente precaria. Gastamos mucho más de lo que ahorramos y pedimos cada vez más dinero prestado. Los servicios financieros ocupan una gran parte de la economía, pero no hay suficiente industria ni producción. En lugar de corregir estos desequilibrios, la política del actual Gobierno los agrava. Nos estamos endeudando cada vez más para mantener esta economía ficticia basada en el consumo y la deuda. La economía de Estados Unidos es un desastre.

Para empeorar las cosas, el Gobierno multiplica las regulaciones y cada vez recauda un porcentaje mayor del PIB. Estamos pasando de una economía basada en el mercado a una planificación central, donde los recursos se asignan con criterios políticos, no económicos. Hemos emprendido un camino muy peligroso.

P: ¿Se puede comparar la situación de EE.UU. a la de otros países altamente endeudados como Grecia y España?

R: Nuestra deuda es mucho mayor que la de esos países, y un porcentaje muy alto de ella es con extranjeros. Lamentablemente, en lugar de invertir todo el dinero que nos han prestado lo hemos gastado, así que ya no podemos devolverlo.

P: ¿Llegados a este punto, de dónde puede venir la recuperación económica?

R: Es que no va a haber una recuperación.

P: ¿Y qué va a ocurrir entonces?

R: Nuestra economía seguirá deteriorándose. Estados Unidos se encuentra en los primeros pasos de una depresión inflacionaria.

P: Desde hace años usted dice que el dólar va a colapsar. ¿Por qué no ha sido así?

R: Avisé de la burbuja del Nasdaq, de la de Internet y de la inmobiliaria, pero pasó un tiempo hasta que los precios de esos activos cayeron. Esta burbuja es más grande y la gente va tardar más tiempo en reconocerla. Pero explotará, como todas las burbujas. Los compradores desaparecerán, los vendedores inundarán el mercado con dólares y su valor se desplomará. No tengo ni la más mínima duda de que va a ser así.

P: ¿En qué plazo?

R: Pronto. No sé si en dos meses, en seis o en un par de años, no se puede saber la fecha exacta. Pero estamos cerca.

P: Muchas personas piensan que el libre mercado tiene la culpa de la actual crisis.

R: No saben de lo que hablan. Los que dicen eso son los mismos que en 2007 decían que la economía iba de maravilla. Muy pocos fueron capaces entonces de pronosticar lo que iba a ocurrir en EE.UU. Yo fui uno de ellos, y lo hice con mucho detalle, como puede ver en una conferencia que di en 2006, y en mi libro Crash Proof [del 2007].


Yo sí entendí lo que estaba pasando, avisé de que la economía de EE.UU. era un castillo de naipes a punto de desmoronarse y señalé al Gobierno como el origen del problema.

A quienes entendimos el daño que estaban creando las políticas del Gobierno, el Congreso y la Reserva Federal no nos sorprendió lo que ocurrió en 2008. Quienes no lo entendieron se vieron sorprendidos por lo que pasó, y ahora dicen que la culpa es del mercado.

P: ¿Por qué tantos analistas decían en 2007 que la economía iba bien?

R: Porque no entienden los principios de la economía. Creen que ésta se debe basar en el gasto, que mientras haya consumidores gastando todo irá bien. Quieren que el Gobierno estimule la economía, no se dan cuenta de que la economía está enferma precisamente por los estímulos gubernamentales del pasado

P: ¿Qué efectos tendrán los planes de estímulo actuales?

R: Agravar los problemas existentes. Hasta que el Gobierno abandone esos planes no se recuperará la economía. Hay que reconstruirla desde los cimientos, que ahora son la deuda y el consumo. Eso es insostenible. Una economía sana se basa en el ahorro, la inversión de capital y la producción. Así se genera el crecimiento. Pero en lugar de eso lo que hacemos es tomar prestado más dinero y gastarlo. Es una economía falsa, un engaño.

P: ¿Una regulación más estricta sobre el mercado de hipotecas no habría evitado la creación de la burbuja inmobiliaria que desencadenó la crisis?

R: Sí, claro. Se podría haber impuesto una entrada mínima del 20 por ciento para cualquier hipoteca, o prohibir las de tipo variable. No se hizo para no molestar a los votantes, que estaban encantados pensando que se iban a hacer ricos. No iban a ser los políticos quienes aguasen la fiesta.

Lo que hay que preguntarse es: ¿Por qué se pidieron tantas hipotecas de tipo variable? Porque estaban garantizadas por el Gobierno, mediante su respaldo a Fannie Mae y Freddy Mac [agencias patrocinadas por el Gobierno para financiar la compra de viviendas], y porque la Reserva Federal bajó mucho los tipos de interés. Sin estas regulaciones la burbuja simplemente no habría existido. No se habrían solicitado tantas hipotecas, y no se habrían concedido las destinadas a gente que no podía pagarlas.

Cuando el Gobierno aprueba cinco normas y después se necesitan otras cinco para arreglar los problemas que han causado las primeras el problema no es que falte regulación sino que hay demasiada.

P: ¿Cómo afectará su falta de experiencia política a su candidatura al Senado?

R: Es una virtud. Yo no estaba allí creando los problemas que tenemos ahora sino en el sector privado, avisando de lo que iba a ocurrir. Si resulto elegido seré el primer senador que desafía el status quo, y trataré de que se recuperen los principios del mercado libre.

P: El Tea Party apoya su candidatura. ¿Qué significado tiene este movimiento popular?

R: Es la expresión de que los americanos están hartos de la dirección que lleva Washington. No quieren más despilfarro ni más intervención del Gobierno en sus vidas y en la economía.

P: ¿Cuál es la estrategia inversora de Euro Pacific Capital?

R: La diversificación global y la preservación del poder adquisitivo. Nos preparamos para el colapso de nuestra moneda y nuestra economía. Intentamos proteger nuestros activos mediante la diversificación internacional: metales preciosos, materias primas y diferentes monedas, además de acciones en países asiáticos, entre otros.

Desesperanza cubana por Javier Nart

Otra opinión sobre cuba, esta vez de Javier Nart.

Destaco:

En Cuba, la humillación es cotidiana; la necesidad, la de todos los días; las frustraciones, permanentes, siendo obscenamente evidente cómo viven los turistas, cómo viven los cubanos.



ARTÍCULO:

Cuba es un país, una sociedad inscrita en el Registro de la Propiedad por una familia.

Y desde entonces el pueblo más culto de la América hispana ha sido mantenido en la condición de súbdito, que no de ciudadano. Súbdito de los hermanos Castro, que con la excusa de la revolución mantienen con puño férreo a millones de cubanos que están más que hartos de las batallitas del ayer de los abuelos, de la sórdida miseria de su presente.

Y de ser la racista excusa de tanto izquierdista de salón europeo, que lucha contra el imperialismo? hasta el último cubano.

Peculiares progresistas que a la infame gestión económica, al liberticidio, lo justifican en nombre de la supuesta "dignidad del pueblo cubano".

Diez días de vida en esa "dignidad" cambiarían radicalmente su pensamiento, perdidos sus privilegios de hoteles turísticos o casas de protocolo.

En Cuba, la humillación es cotidiana; la necesidad, la de todos los días; las frustraciones, permanentes, siendo obscenamente evidente cómo viven los turistas, cómo viven los cubanos.

Varios años lleva el raulismo-fidelismo gestionando (es un decir) la isla. ¿Qué ha cambiado, Sr. Moratinos? ¿Qué es la liberación de una cincuentena de liberados (deportados) cuando los presos son centenares y la cincuentena que sale de la cárcel será inmediatamente sustituida por otros, ya que nada ha cambiado?

La gran tragedia de Cuba es que el castrismo ha creado una división interna profunda entre los beneficiados del poder y los excluidos. Sin olvidar la otra Cuba: los exiliados que cuando se derrumbe el putrefacto andamiaje del régimen retornarán a la isla comprándola metro a metro.

Y convirtiendo a los cubanos que no pudieron irse, en asalariados de los cubanos de Miami? con pasaporte norteamericano.

Pensar que nuestra transición será modelo de la cubana es tener el sentido común de los mosquitos.

Javier Nart, abogado.

Entre generaciones por el General Luis Alejandre

Artículo del General Luis Alejandre en el que analiza las relaciones entre las fuerzas armadas y la política.

Destaco:

Pero no deberían llegar a Defensa políticos por cupo ni por equilibrios autonómicos, cuando no por amiguismo o por pago de favores. Porque el recién llegado sin bagaje específico, se tiene que apoyar en los supuestamente fieles a su partido, que llevan años en el Ministerio, separados del mundo real de los ejércitos, o se rodean de sumisos, que faltos de porvenir en sus escalafones buscan la posible promoción por la vía del reconocimiento político, dueño de los ascensos en Consejo de Ministros. Por supuesto, no todos. Y así salen las leyes que salen, completamente desconectadas de la realidad.



ARTÍCULO:

No deberían llegar a Defensa políticos por cupo ni por equilibrios autonómicos, cuando no por amiguismo o por pago de favores

Somos muchos los que nos hemos esforzado a lo largo de nuestra carrera en acercar posiciones entre lo que podríamos llamar el mundo político con el mundo militar. Podría defenderme atacando, pero lo haré reflexionando, intentando buscar las causas que forman las trincheras del desencuentro en el mundo de la Defensa.

En mi opinión, aparecen como causas principales las diferencias generacionales y las formaciones culturales consecuentes. Los políticos que han ido llegando a Defensa rondan los 40 años, máximo los 50, y despachan habitualmente con generales que pasan de los 60. Esto no sería un problema grave si esta generación no viniese educada en el espejismo de la década de los noventa en la que la disolución de la URSS hizo concebir esperanzas de una paz perpetua y cuya mayor experiencia en materia de Defensa fue la de marchar tras las pancartas del «no a la guerra». Son los que bebieron las ideas de la insumisión, la objeción y todas las formas de romper un sistema de valores apoyado más en los deberes que en los derechos.

Admitían que las Fuerzas Armadas se involucrasen en «misiones de mantenimiento de la paz» y cuando no tuvieron más remedio, se ampararon en las teorías de Betatti y de Kouchner para asumir la «injerencia humanitaria» -casos de Bosnia, Somalia y Kosovo- mirando a otro lado, cuando se bombardeaban duramente con aviones de la OTAN objetivos que meses antes se proponía defender una flácida Unión Europea con observadores desarmados -los llamados «lecheros», aquellos oficiales vestidos insultantemente de blanco-. No hace falta que les recuerde quién ordenó el bombardeo y cuál era, meses antes, su posición respecto a la Alianza: ¡OTAN, NO! pregonaba, quien luego sería su secretario general. Por cierto: de buen recuerdo. ¡Había madurado!

Este «apagón del pensamiento estratégico», desaparecido el enemigo tradicional, contagió incluso a los estrategas estadounidenses que, tras la primera Guerra del Golfo, diseñaron una «limpia» Revolution in Military Affairs (RMA) que preconizaba una forma de ganar las guerras con base en el uso de armamento de alta precisión, en la obtención de información procedente de sensores y satélites y en alta tecnología en el uso de las comunicaciones. Era una guerra de diseño, casi robotizada, que aseguraba un mínimo de bajas. Pero, trágicamente, sin enterarse, con su misma tecnología, les abatieron las Torres Gemelas de Nueva York y poco faltó para que arrasasen el Capitolio y el Pentágono. La dura realidad los había traicionado. Luego las guerras de Irak y de Afganistán les obligaron a poner los pies en el suelo. Los generales de ISAF piden sobre todo soldados, porque pelean contra una insurgencia -ha vuelto la vieja doctrina de la contrainsurgencia- sobre un territorio hostil. No sienten la necesidad de costosísimos programas de la NASA, ni necesitan grupos de portaaviones nucleares. Necesitan batallones. Pero a esta generación, educada con la caída del Muro, le va costando reconocerlo. Y no quieren aún hablar de guerra, ni en unas Ordenanzas Militares. Con el tiempo, bien asesorados por la generación anterior, viajando a los teatros de operaciones, reunidos en conferencias internacionales, maduran, se asientan y llegan a servir. Pero lo consiguen cuando se agotan las legislaturas. Seguramente dentro de un año habrá que comenzar de nuevo. ¡Cuántas energías se volverán a perder! ¡Cuántas horas han dedicado y van a dedicar los Jefes de Estado Mayor y otros mandos, a discutir, a explicar, a convencer, a aclarar conceptos!

Yo pediría que los dos partidos que nos gobiernan fuesen preparando con tiempo a las «tripulaciones» que pretendan desembarcar en Defensa. Que formen a sus «tapados». Las Comisiones del Congreso y del Senado son buenos bancos de prueba. El Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN ) proporciona cursos y especializaciones constantemente. Sus publicaciones, de gran calado, aunque de poco atractiva presentación, abarcan todos los campos en la materia.

Pero no deberían llegar a Defensa políticos por cupo ni por equilibrios autonómicos, cuando no por amiguismo o por pago de favores. Porque el recién llegado sin bagaje específico, se tiene que apoyar en los supuestamente fieles a su partido, que llevan años en el Ministerio, separados del mundo real de los ejércitos, o se rodean de sumisos, que faltos de porvenir en sus escalafones buscan la posible promoción por la vía del reconocimiento político, dueño de los ascensos en Consejo de Ministros. Por supuesto, no todos. Y así salen las leyes que salen, completamente desconectadas de la realidad.

Las generaciones que ahora sirven en las Fuerzas Armadas han crecido en Bosnia, en Centroamérica, en Irak y en Afganistán. Los que escriben estas leyes llevan años en Castellana 109. Necesitamos gentes que lleguen con conocimiento de causa, respecto al puesto donde tienen que servir y para el que tienen que servir. ¡Hasta el prestigioso colectivo de Ingenieros Industriales nos acusa ahora de injerencia y suman su protesta a los miles de recursos contra la Ley de la Carrera Militar. ¡Todo, todo hubiera podido evitarse! Reflexionemos juntos, ahora que vienen tiempos de descanso.

Amarcord

Amarcord de Fellini muestra la vida de un pueblo de Italia durante los años 30.

Película nada convencional, en la que incluso algunos personales se dirigen directamente al espectador, en la cual cabe todo: amistad, familia, sexo, enfados, bromas, tradiciones, trabajo, muerte, enseñanza, locura, etc.

Me entretuvo y me divirtió, incluso con algún momento delirante como cuando en plena discusión familiar el abuelo sale de la cocina para ir al salón y peerse a gusto.

En la película se dan cita todo tipo de personajes, y de sus relaciones surgen todo tipo de situaciones.

Una película para volver a ver.