¿De verdad ha fallado el mercado? J. Andrés Sánchez Pedroche


Leer artículo.


Extractos:

Pero, como bien ha apuntado W. Garrison, cuando en la economía intervienen los bancos centrales, la baja tasa de interés no refleja ya la verdadera voluntad de los consumidores de retrasar sus compras, y los inversores son inducidos a invertir sus recursos en fases anteriores de la producción, con el desbarajuste que todo ello comporta. En unidad de acto se puede tener más inversión y menos consumo, o menos inversión y más consumo, pero no ambas cosas a la vez. Sin embargo, con su intervención, las reservas federales tratan de lograr ambos objetivos, empujando a la economía a transitar en dos direcciones excluyentes y creando una descoordinación sistemática de fatales consecuencias. A su través, los recursos serán mal invertidos, pues no se dirigirán a satisfacer los deseos de los consumidores, sino a responder a indicios falsos, mutilando la mano invisible smithiana capaz, por sí sola, de equilibrar suavemente el mercado. Y eso, por no hablar de la acerba crítica que M. Rothbard ha dirigido a los sistemas bancarios occidentales de reserva fraccional en los que si las entidades financieras no pueden hacer frente a las obligaciones contractuales asumidas con sus clientes, se les considera tan solo unos insolventes justificados, en lugar de unos desfalcadores atrapados con las manos en la masa. O el olvido de las tesis ricardianas sobre el dinero, en cuya virtud, un aumento de su suministro no provoca ningún beneficio social, al no tratarse de un bien de consumo, sino de un medio de intercambio. Demasiados olvidos para quienes se aferran a la idea de que la intervención administrativa, avalada por las mayorías democráticas, puede, por sí sola, rechazar las leyes económicas más elementales y la justicia esencial de un mercado libre que supone un sistema de cooperación social pacífico, infinitamente superior a otras alternativas basadas en la coacción, que empobrecen a la mayoría y que contribuyen a una peligrosa concentración de poder político.


Vía Francisco Capella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario