Entrevista a Fernando Savater. Oswaldo J. Hernández


Bueno eso es verdad y es uno de los problemas que tiene nuestra educación en nuestros países. Si tu educas a los jóvenes en la idea de que todos los políticos son malos y corruptos, es muy difícil que un joven se interese por la política puesto que le has descrito una idea tan repulsiva, tan nefasta, que es igual a que los manuales de cocina indicaran cómo envenenarse preparando una tortilla o una paella. Entonces, claro, hace falta que alguien te diga las ventajas de las cosas y la necesidad que implica hacer algo para que te intereses por ello.

Normalmente, los que han vivido en una dictadura no necesitan que les expliquen las ventajas de la democracia. Son los que viven en una democracia los que necesitan que se las expliquen.

Hay males históricos contra los cuales todavía no hemos aprendido a luchar, y no lo hemos conseguido incluso con los principios de aquello que merece la pena en los sistemas de gobierno donde todos pueden participar. Esa es la diferencia que hay que hacer.


[...]

Pues mira, la primera condición para volverte bueno es haber sido antes malo. Lo importante, claro, es que se haya conseguido que sucediera el proceso entre los dos estados.

Por ejemplo en España, cuando fue la transición de una dictadura a una era democrática, quién no había estado, pues, colaborando forzosamente con el gobierno de la autocracia. La interacción inevitablemente era un trámite. Algo mecánico. Y durante la transición hubo que ver de qué modo incluir a todos los actores, sobre todo cuando existían líderes o representantes sociales que habían abandonado una postura específica aun si luego buscarán un nicho ideológico en la política, pues tampoco podías intentar importar a gente del extranjero para que se hicieran cargo de asuntos como estos. No. Y en todo caso, de fondo, había que considerarlo como un progreso.

En el contexto reciente, pues bueno, nosotros quisiéramos creer que ETA o Bildu son personas que verdaderamente han renunciado al ego, pero está implícito que también hay que exigirles varios requisitos para su credibilidad. Si renuncian a las armas, también deberá cumplir un castigo, por lo que haya cometido. Y muy bien, recorrido este trayecto, será correspondiente una integración a la sociedad.

Las democracias se basan en el no exterminio del adversario. Las autocracias, por su parte, si no piensas como ellos te cortan la cabeza. La democracia es negarse a la sentencia de la reina de Alicia en el País de las Maravillas. Que no le corten la cabeza. Que hagan algo con ellos (los que piensan distinto) para que hagan algo, y circunstancialmente no prescindir del todo de ellos.


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