Kuwait, Catar y la lenta primavera árabe del Golfo Pérsico. Jordi Pérez Colomé



Docenas de kuwaitíes asaltaron anoche el Parlamento. Antes habían intentado marchar hacia la residencia del primer ministro, pero la policía lo impidió. El espectáculo parlamentario -en el vídeo- y los heridos que hubo hizo que la noticia corriera rápido.




Pero hace años que en Kuwait piden lo mismo: que el primer ministro, Naser Mohamed al-Ahmad Al-Sabah, se vaya. Kuwait tiene el parlamento y la prensa más libres de las monarquías del Golfo. Pero eso no impide que Naser -nombrado a dedo por el emir- evite dar cuentas de sus presuntas fechorías.

Varios diputados de la oposición acusan al gobierno de comprar votos de 16 diputados en el Parlamento y al primer ministro de engrosar sus cuentas en el extranjero. Desde 2006, cuando fue nombrado, Naser, de 71 años, ha visto seis veces como todo el gobierno dimitía y el emir le nombraba de nuevo. Se ha convertido en un círculo vicioso. La invasión del Parlamento ayer fue un escalón más en la presión.


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