Entrevista a Ginés Morata.


Por Arcadi Espada.

Ginés Morata, en su estrecho cubículo del Centro de Biología Molecular. Moscas por un tubo. El ambiente está perfectamente descrito en Tiempo, amor, memoria, de Weiner.

Pregunta. ¿Cree que el diseño del hombre le permitirá comprender las leyes del universo?

Respuesta. El hombre es la única especie de todas las que existen, de los cincuenta millones de especies que existen...

P. ¿Tantas?

R. Sí, los especialistas en biodiversidad hablan de hasta cincuenta millones... Pues bien, entre todas ellas el hombre es la única que se interroga sobre sí misma, sobre el lugar dónde vive, sobre su origen y su futuro. En el desarrollo de la especie humana hay una clave: hace cincuenta mil o cien mil años el hombre logró tiempo para pensar. No es lo común entre las especies. Las especies dedican todo su tiempo a sobrevivir y propagarse. Watson, el co-descubridor de la estructura del ADN, decía que para hacer observaciones significativas uno tenía que estar algo subempleado. Es decir, que el pensamiento creativo requiere liberarse de las ataduras de las necesidades inmediatas. Esto fue, seguramente, lo que le sucedió a nuestra especie, o al menos a algunos individuos singulares. El tiempo libre representó el comienzo de la cultura.

P. El tener tiempo libre y cerebro para poder tomárselo.

R. Claro, claro. La capacidad humana para controlar el medio vino determinada por tener un cerebro especial que, si bien se originó como el de todos los animales, acabó desarrollando unas propiedades especiales. El hombre en su origen es igual que el resto de las especies. Pero ha desarrollado una capacidad intelectual singular.

P. No sabemos por qué.

R. Pues no, realmente no lo sabemos. En el aspecto intelectual somos cualitativamente muy diferentes de otras especies, a pesar de que en algunas especies se pueden reconocer características de la especie humana como la solidaridad, o la capacidad de aprendizaje, perceptibles en determinados monos. Cómo han surgido estas propiedades de nuestro cerebro pues francamente no se sabe. El cerebro es el gran enigma de la biología. Ahora empezamos a saber cómo se conectan unas neuronas con otras o muchos otros aspectos de la anatomía y de los diversos compartimentos funcionales del cerebro. Pero cuál es el diseño molecular de las altas funciones del cerebro humano: la creatividad, la compasión, la solidaridad, la capacidad de percibir una obra de arte, cómo se implementan químicamente estas funciones en las células... Queda mucho por saber. El problema fundamental de los estudios del cerebro es que aún no se han desarrollado los conceptos adecuados para hacer las preguntas significativas. Esta es mi opinión. Yo he sido muy aficionado a la ciencia-ficción. Recuerdo un libro en que dos exploradores del confín celeste se encontraban con las huellas de una civilización desaparecida que había logrado descifrar todas las claves del Universo y había almacenado toda la información en un enorme ordenador. Ante las preguntas de los exploradores sobre el origen y evolución del Universo, sistemáticamente el ordenador contestaba que, en los términos planteados, la pregunta no era adecuada.

P. Es un problema filosófico algo antiguo, desde luego.

R. Claro, claro. Cuando uno da con la pregunta adecuada ya tiene parte de la respuesta. Ahora bien, volviendo a la pregunta que usted me hacía, si el hombre está preparado para comprender el Universo...

P. Sí, en el mismo sentido en que el gusano no está preparado para tener conciencia de sí.

R. Como es natural, yo no lo sé. Algunas de las leyes del Universo se conocen. Yo no sé si algún día el hombre podrá determinar que el Universo es finito o infinito, si hubo un comienzo, si habrá un final. No sabría dar una respuesta bien fundamentada a eso. Ahora yo le puedo decir que la biología es diferente. La biología es una ciencia local del planeta Tierra. Aquí hace unos 2.000 millones de años apareció un sistema de moléculas autorreplicantes que es lo que ha dado origen a todos nosotros. Seguramente si este tipo de fenómeno apareciera en otro sitio del Universo sus propiedades moleculares serían muy diferentes de las de la vida terrestre; no estaría basado en la química del carbono, ni en el ADN, etcétera. Serían unos seres vivos radicalmente diferentes.

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