La misteriosa muerte de un disidente en La Habana. Mary Anastasia O'Grady


Durante más de ocho años, el régimen de Castro hizo su mejor esfuerzo para silenciar a la líder de las Damas de blanco, Laura Pollán. Hace 10 días Pollán quedó en silencio. Falleció, luego de una breve enfermedad, en un hospital en La Habana.

Funcionarios del hospital inicialmente afirmaron que murió de un paro cardiorrespiratorio. Pero según Berta Soler, la vocera de las Damas de blanco en La Habana, el certificado de defunción dice que Pollán sucumbió a diabetes de tipo II, neumonía bronquial y un virus "sincicial".

Ya que no había atención médica independiente disponible para tratarla y no hubo autopsia, es improbable que alguna vez sepamos las causas reales de la muerte de Pollán. Sí sabemos que aunque era diabética con hipertensión, ambos cuadros estaban bajo control y no necesitaba inyecciones de insulina regulares. De hecho, estaba saludable sólo semanas antes de su muerte, según amigos y familiares. También sabemos que mientras más tiempo pasaba bajo cuidado médico estatal, más se enfermó.

No es sorprendente que la oposición cubana tenga sospechas sobre la muerte de Pollán, y sus preocupaciones merecen difusión aunque sólo sea por la naturaleza del régimen totalitario, que aprendió su oficio de la Europa del Este comunista, donde se refinó la práctica de eliminar enemigos mientras estaban bajo custodia estatal.


Leer texto completo en The Wall Street Journal.



John Quincy Adams (1875 – 1933)





Source: Suzie Lamb

Doce años solicitando vivienda. Dania Virgen García


Mercedes Medina Paz lleva doce años solicitando una vivienda, por las condiciones infrahumanas en que vive con sus cuatro hijos.

Medina refiere que ha rogado a todas las instancias del gobierno, para que se le dé solución a su caso, pero no ha sido tenida en cuenta por los funcionarios del gobierno.

En 1998 le fue asignado a un hermano de ella una vivienda, por la micro social, en Alamar, pues vivían en condiciones insalubres en un inmueble de la Habana Vieja que iba a ser demolido. La condición fue que ella trabajaría en una micro brigada social para que le fuera asignada un apartamento. Pero la Dirección de Vivienda de la Habana Vieja no cumplió con lo prometido.

Al demolerse la vivienda de la Habana Vieja, Mercedes Medina y sus hijos quedaron en la calle, y obligada a convivir con su hermano en un apartamento afectado, donde la convivencia se hizo cada vez  peor.

Con el tiempo tuvieron los dos hermanos que dividir la vivienda. Ella y sus hijos tuvieron que coger la parte más afectada. Tenían que dormir en el piso y hacer sus necesidades en el vertedero del patio.

Mercedes Medina empezó a padecer de los riñones, desde hace 8 años, debido al esfuerzo físico. Los médicos le diagnostican litiasis renal,  en el riñón derecho. Debía ser sometida a una operación, donde su vida corría peligro.

Mercedes ha escrito al Consejo de Estado, la Dirección de Vivienda municipal y provincial. Su situación la conoce también el Poder Popular, el PCC del municipio Habana del Este, y la policía, pero no ha sido atendida.

El 28 de septiembre, Mercedes Medina, junto a sus hijos se introdujo en el apartamento 26 del edificio E 64, de la zona 9 de Alamar. Este apartamento lleva 26 años deshabitado, sin dueños. La Dirección de  Vivienda fue enseguida a desalojarla y el jefe de sector de la policía le impuso una multa de 20 pesos.

Mercedes Medina no puede operarse porque no tiene donde pasar la rehabilitación. En una consulta que tuvo hace varios días, el médico le suplicó que debía operarse, porque si no tendría que  someterse a hemodiálisis para toda su vida. 



The Delinquent Teenager. Matt Ridley


Donna Laframboise is a journalist and civil libertarian in Toronto, who made her name as a fearless investigative reporter in the 1990s. She has recently been investigating the Intergovernmental Panel on Climate Change and has come up with startling results about how its reports are compiled. For those of us who took the IPCC's evaluations of climate at face value when they came out -- I know I did -- and thought that they were based on an impartial and careful process that relied on peer reviewed evidence, these revelations are shocking. Her book The Delinquent Teenager is now available on kindle and will shortly be in paperback. It is one of the most important pieces of investigative journalism in recent years. It demolishes the argument that we need the mainstream media because the blogosphere will never do the hard work of investigative journalism. The opposite is true.

Read full post in The Rational Optimist blog.

Triste Realidad Marzo del 2003. Miguel Galbán Gutiérrez.

Iba recorriendo entretenido en la tarde del 18 de marzo del 2003 , la calle Campanario del municipio capitalino de Centro Habana, cuando alcance la populosa San Rafael fui abordado por tres gendarmes de la policía política y conducido a la Estación Policial de Zanja y Dragones.

La vida de mi familia y mía a partir de este momento comenzó a transformase en un martirio, producto a la intransigencia de un gobierno que no admite que sus ciudadanos tengan pensamientos distintos a los que ellos infunden.

Tiempo después me encontraba en el tenebroso cuartel de la Seguridad del Estado conocido “Villa Marista”. Agresivo recibimiento, me tomaron datos personales huellas dactilares, fotografiado con el número 239665, en diferentes perfiles .Evidentemente mi identidad desaparece, con esta cifra me llamaran.

Recluido en la celda 62, lugar donde se hallaban tres delincuentes comunes, que manifestaban que fueron apresados dentro de la operación “Coraza Popular” nombre del operativo que efectuaba en esos días las autoridades policiales contra el mercado de droga, el tiempo mostró que eran confidentes.

Las condiciones de encierro donde me mantuvieron 34 días ante de ser enviado a la prisión Agüica, situada en el municipio matancero de Colon fueron infrahumanas, mosquitos, falta de agua, para ingerir, realizar las necesidades fisiológicas y bañarse.

La asistencia médica abominable nunca se me proporcionó los medicamentos para atenderme las diarreas, ni me dieron el que mi familia entrego. Asimismo ni para un fuerte dolor de muelas que presente durante varios días.

La alimentación era adecuada pero no suficiente, el hambre es otro método de tortura que debíamos sufrir a partir de este momento.

Asfixiante era la falta de ventilación de la celda, el espacio de reclusión muy pequeño imposibilitaba caminar, debía estar encima de la cama, “litera” todo el tiempo.

Quien adoptaba posición de desafío, como mi caso le retiraban el colchón a las seis de la mañana hasta las diez de la noche, una plancha de acero de tres milímetros servía como bastidor del lecho.

En el interrogatorio basado en la actitud de fuerza del instructor, amenazas, chantajes y presiones, incluso hacia el núcleo familiar, este sicario me manifestó que no comprendía como siendo un profesional graduado de Ingeniería Mecánica con un Master en Mantenimiento, llegue adoptar una actitud contestataria.

Mi comportamiento de refutación, consecuencias, me solicito el Ministerio Fiscal cadena perpetua, el juicio fue con carácter sumario efectuado el tres de abril donde soy sancionado a veintiséis años de privación de libertad, la tercera más elevada del grupo de los 75.

El abogado licenciado Edilberto Marcos González Rodríguez lo conocí horas antes de la vista oral, cuando lo solicite por segunda ocasión me declaro que lo perjudicaba, sus primeras palabras cuando le brindaron la oportunidad de hablar, manifestó que: “no compartía la ideología de su defendido, pero la revolución le daba el derecho a defenderme”, parecía que no habíamos trasladados a la Roma Antigua.

La conciencia se le removió a este personero, que se retiró de la sección ante de terminar, estaba en esa lugar porque mi familia con un gran sacrificio lo había contratado. Además le gestiono el transporte para que pudiese asistir, presuponiendo que podía defenderme. La obra duro más de ocho horas en dos secciones, las cuales estuvieron llenas de mentiras fabricadas de todo tipo.

Mi trabajo de periodista independiente como corresponsal de la agencia de prensa independiente “Havana Press”, denunciando las violaciones de derechos humanos según ellos era con el fin supuestamente de subvertir el orden social, incitar a la desobediencia civil y provocar una intervención humanitaria si se diera la coyuntura internacional que lo permitiera.

La llegada a la cárcel matancera, situada a más de 180 kilómetros de mi localidad de residencia de nuevo fue hostil. Lo primero que presencie fue un cartel que se encontraba a la entrada del centro penitenciario decía “ha llegado a Agüica sino te ubica te ubicamos“, solo hay un modo de hacerlo es a través de las golpizas y malos tratos; percibiría la realidad de lo que se sufre en estos cementerios de hombres vivos que son las prisiones del régimen castrista.

Mis vivencias fueron tristes conocí en este sitio a uno de los gendarmes más represores del sistema penitenciario cubano, el capitán Emilio Cruz Rodríguez, este esbirro no se sentía bien si diariamente no golpeaba o maltrataba a un recluso. En una ocasión me aplico una técnica de asfixia consiste es con las dos manos sobre el cuello presiona con los dedos la arteria carótida hasta que esté a punto de desmayarte.

En esta cárcel me mantuvieron en celda de castigo (zona de aislamiento) durante los primeros catorces meses de mi encierro, me provoco la pérdida parcial de la visión, audición, de varias piezas dentales. Hoy tengo una gastritis erosiva que me impide ingerir muchos alimentos.

La asistencia medica fue casi nula, otro método de tortura que le aplican las autoridades de la Habana a sus adversarios políticos.

La visita familiar cada tres meses con una duración de dos horas, aprobaban la presencia de dos familiares mayores de dijeseis años y dos menores; una jaba de 30 libras de peso, comprendía todo lo que necesitaba, y la literatura no censurada por las autoridades carcelarias.

El posible aniquilamiento por falta de alimentos, te comenzaba a golpear diariamente, viviría atormentado buscando lo que te dejaban pasar alcanzara el tiempo entre visita, ardua tarea tienen los reclusos en este recinto.
El personal médico y civil de la penitenciaria, siempre fueron insensibles, poseían temor a que el régimen la suspendieran las prebendas que le entregaban, que le asegura un nivel de vida por encima de otros trabajadores, que realizan labores similares en otro sectores de la economía.

Cuando en la tardes del 17 de septiembre del 2010 recibí la llamada del cardenal Jaime Ortega proponiéndome viajar hacia España, me encontré en una disyuntiva por un lado terminaba con el sufrimiento y privaciones de mi familiar, el otro una lucha en el terreno idóneo de dieciséis años.

La familia prevaleció había perdido a mi madre el 3 de octubre del 2008 de sufrimiento, no tenía ninguna enfermedad biológicas en ese momento me encontraba en la cárcel habanera de Guanajay sitio donde pase los últimos tres años de prisión.

Mi sobrina también había sido expulsada de su trabajo, después que la contrainteligencia le detecto un E mail en su buzón de correo a mi nombre.
Confió de nuevo retornar a mi patria como dice José Martí el apóstol cubano: “un principio justo en el fondo de una cueva puede más que un ejército”.


Leer original en el blog de Miguel Galbán.

How Friends Ruin Memory: The Social Conformity Effect. Jonah Lehrer

Humans are storytelling machines. We don’t passively perceive the world – we tell stories about it, translating the helter-skelter of events into tidy narratives. This is often a helpful habit, helping us make sense of mistakes, consider counterfactuals and extract a sense of meaning from the randomness of life.

But our love of stories comes with a serious side-effect: like all good narrators, we tend to forsake the facts when they interfere with the plot. We’re so addicted to the anecdote that we let the truth slip away until, eventually, those stories we tell again and again become exercises in pure fiction. Just the other day I learned that one of my cherished childhood tales – the time my older brother put hot peppers in my Chinese food while I was in the bathroom, thus scorching my young tongue – actually happened to my little sister. I’d stolen her trauma.

The reason we’re such consummate bullshitters is simple: we bullshit for each other. We tweak our stories so that they become better stories. We bend the facts so that the facts appeal to the group. Because we are social animals, our memory of the past is constantly being revised to fit social pressures.


Read full in Wired.