Does Technology Drive The Growth of Government?

Tyler Cowen.


Introduction.

Why is government so large in the Western world? This has been a question of central importance to the Mont Pelerin society since its very beginnings.

I start with what Gordon Tullock (1994) has called the paradox of government growth. Before the late nineteenth century, government was a very small percentage of gross domestic product in most Western countries, typically no more than five percent. In most cases this state of affairs had persisted for well over a century, often for many centuries. The twentieth century, however, saw the growth of governments, across the Western world, to forty or fifty percent of gross domestic product. Other measures of government intervention, such as the regulatory burden, have grown as well. Whether or not we think these developments are desirable, they are among the most important features of the last one hundred and fifty years and they cry out for explanation. My basic focus is on the United States, although a comparative perspective can help us make sense of the evidence. I’d like to address the key question of why limited government and free markets have so fallen out of favor. Of course this investigation is only one small piece of that larger puzzle.

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Víctimas, 28 de mayo: Antonio Conejo Salguero y Fidel Lázaro Aparicio

Libertad Digital.



A las once de la mañana del 28 de mayo de 1983 ETA asesinaba en Pamplona a los guardias civiles ANTONIO CONEJO SALGUERO y FIDEL LÁZARO APARICIO cuando se encontraban vigilando en el interior del edificio central de Correos de la capital Navarra, situado en el Paseo Sarasate de Pamplona.
Tres guardias civiles se encargaban de la seguridad del edificio. Dos de ellos en la zona de acceso al público y un tercero en el interior de una garita blindada. Dos etarras se introdujeron en el edificio donde, en esos momentos, se encontraban unas sesenta persona entre empleados y clientes. Cuando estaban a un metro de distancia de los guardias civiles los terroristas sacaron sendos revólveres del calibre 38 y dispararon doce tiros.
Los guardias cayeron al suelo y ahí fueron rematados, sin que el tercer guardia civil fuese capaz de reaccionar. Los etarras contaron con la ayuda de una tercera persona, al parecer una mujer. En medio del pánico provocado por el tiroteo, los pistoleros huyeron del lugar con toda tranquilidad.
El tercer guardia civil acudió al lugar donde se hallaban sus dos compañeros agonizando en medio de dos charcos de sangre. Los guardias civiles fueron trasladados rápidamente al Hospital de Navarra, el cabo primero Antonio Conejo, y a la Clínica Universitaria, el guardia civil Fidel Lázaro. Ambos ingresaron ya cadáveres.
A los pocos minutos de producirse el atentado, varias personas que habían acudido al lugar de los hechos colocaron una bandera española y dos ramos de flores donde habían caído los guardias. El delegado del Gobierno en Navarra, Luis Roldán, acudió también al edificio de Correos, junto con miembros de la Guardia Civil y la Policía Nacional y varios parlamentarios navarros.
El atentado se produjo a unos doscientos metros escasos del palacio de la Diputación Foral de Navarra, donde había comenzado la reunión de la junta preparatoria del recién elegido Parlamento de esta comunidad para decidir la fecha de constitución de la Cámara. Los partidos políticos que integraban el Parlamento, con excepción de Herri Batasuna que no asistía a las sesiones, condenaron el atentado en duros términos.
La capilla ardiente con los cuerpos de los dos guardias civiles se instaló por la tarde en las dependencias de la Delegación del Gobierno. Al día siguiente, 29 de mayo, se celebró el funeral por sus almas en la Iglesia de San Miguel de Pamplona. Los féretros con los restos mortales de los guardias civiles fueron llevados a hombros por sus compañeros desde el edificio de la Delegación del Gobierno hasta la iglesia. Al funeral asistió el Rey Juan Carlos, acompañado del ministro del Interior, José Barrionuevo, y altos mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Posteriormente, una marcha con varios centenares de personas recorrió las calles de Pamplona gritando consignas en contra de la banda asesina ETA.
El asesinato de Antonio y Fidel fue reivindicado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, pero judicialmente ha quedado impune.
Antonio Conejo Salguero, de 41 años, era de Valle de Santa Ana (Badajoz). Estaba casado con Mercedes Pérez y tenía dos hijas de 12 y 11 años. Cabo primero de la Guardia Civil, pasó muchos años trabajando en las oficinas de la Comandancia de la Guardia Civil. El día de su asesinato estrenaba destino en Correos. Su hija Ana recordó en 2008, a través de las páginas del Diario de Navarra, como fue ese día: "Recuerdo a compañeros de mi padre de la Comandancia que lloraban y que pregunté a mi madre qué pasaba. Me respondió que habían matado a mi padre. ‘¿Por qué si es tan bueno?’. Mi madre nos explicó que no lo habían matado porque fuera malo, sino por el uniforme que llevaba. No tuvimos la ayuda de ningún psicólogo, afortunadamente ahora se hacen las cosas mejor. Entonces me dieron un valium (...). Hubo algunas promesas que no se cumplieron. A mi padre le faltaba muy poco para ascender a sargento y nos dijeron que se iba a efectuar esa promoción, también que iban a colocar una placa a él y a Fidel en Correos... Pero nadie se acordó de eso, aunque algunos terroristas aún tengan su placa en las plazas (...). Nos quedamos sin casa, puesto que el último año habíamos vivido en la Comandancia. Fuimos a vivir a la de mis abuelos. En cuatro años cambié cuatro veces de colegio. Pero lo peor fue que, de la noche a la mañana, habíamos perdido a un padre que con nosotras siempre había sido muy cariñoso. El recuerdo posterior es que tengo que acompañar a mi madre, que sufrió depresiones muy fuertes, cada tarde al cementerio. Mi padre siempre quiso que las dos hijas estudiáramos y así lo hicimos. La Asociación de Víctimas nos dio una ayuda de cien mil pesetas y con alguna beca pude estudiar Geografía e Historia y mi hermana Derecho".
Fidel Lázaro Aparicio era natural de Torrehermosa (Zaragoza). Tenía 48 años y estaba soltero. Unos minutos antes había comentado a un oficial de Correos que tenía pensado marcharse de vacaciones en los próximos días. Llevaba catorce años destinado en Navarra y tenía planeado pasar a la reserva y volver a su tierra natal. El 27 de agosto de 2010 el Ayuntamiento de Torrehermosa organizó un homenaje al guardia civil asesinado, con asistencia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Durante el acto se descubrió una placa en la calle en la que nació, junto a la Plaza Villarreal de la localidad.

Buitrago de Lozoya

Fotografías de María Jesús Martín Villar.





































Premisas iniciales para Juan Impaciente

Álvaro Guzmán de Lázaro.


Hará un año que le conocí. Juan Impaciente es un español con ahorros. Quiere proteger su capital y, si es posible, ganar dinero. Lee la prensa financiera española, la internacional, y suele escuchar las emisoras financieras de radio.

Le gusta invertir personalmente su dinero y tiene opiniones radicales respecto a temas tan variopintos como el papel del Estado en la economía, las probabilidades de éxito de las reformas en Italia, la sostenibilidad del crecimiento económico brasileño o el rol geoestratégico de Rusia dentro de diez años. Lo que le mueve a saber de todo un poco es la posibilidad de ganar dinero en bolsa. Cuando me pregunta , se ríe siempre de mis contestaciones y suele gritar “A largo plazo… ¡todos muertos!”, como si eso del largo plazo fuera algo inútil, ininteligible, una especie de falso escudo en que nos escondiéramos los profesionales… Juan, esta columna va por ti: a ver si te convenzo de la utilidad del largo plazo para tu objetivo de ganar dinero comprando acciones en bolsa…
¿Para qué sirve el largo plazo, Juan? Por ejemplo, para identificar las acciones de CAF en el año 2000. Han pasado doce años y, pese a la burbuja puntocom, el 11S, las guerras en Irak y Afganistán, la crisis de las hipotecas subprime, etc… sus acciones han subido de 20 euros a casi 400. Mientras, la bolsa está mucho más baja que entonces. No todas las inversiones serán igual de rentables, pero tampoco es necesario. Basta con que aprendas a distinguir una buena inversión de una mala. Las compañías que te interesan son aquellas que vayan a seguir existiendo dentro de quince años y con beneficios superiores a los de hoy. Para encontrarlas, suele bastar con que cumplan cinco requisitos.
Primero: tienen que ser negocios que resulten difíciles de copiar por alguna razón (ya hablaremos más de esto).
Segundo: tienen que estar gestionados por gente capaz y honesta. No te fijes sólo aquí en su capacidad para generar crecimiento en ventas y márgenes. Busca además sentido común y responsabilidad en las compras y ventas de activos que hayan realizado en el pasado.
Tercero: que el balance de la compañía no tenga demasiada deuda, es la mejor manera de que el tiempo juegue a tu favor.
Cuarto: (¡muy importante!) paga un precio barato por las acciones. Para estar seguro de esto, piensa si las razones por la que las acciones están baratas son inasumibles por ti o encierran una oportunidad (también hablaremos más de esto).
Quinto: busca compañías con negocios globales.
A Juan le dan miedo muchos aspectos del entorno actual. Reacciona siempre ‘demasiado’ a los titulares optimistas/apocalípticos. Eso hay que evitarlo. Mi consejo es que tengas un marco teórico sólido para más o menos entender en qué parte del ciclo nos situamos, y qué países debes evitar. De esto hablaremos también en otras entregas.
En el caso de España, no sé si será o no rescatada. Si logramos reducir el tamaño del Estado y se abordan reformas liberalizadoras que den más ‘espacio’ a la sociedad civil, volveremos a ser competitivos en unos años. Si no lo logramos, tendremos que irnos del euro y devaluar. Si limitas tus inversiones a negocios cotizados en España pero globales, bien gestionados y baratos, todo esto no te afecta como ahorrador tanto como crees a largo plazo. Y hay algunas acciones a precios ya muy interesantes en España.
Respecto al resto del mundo, algunos sucesos podrían hacer caer a los mercados. Que el euro se rompa o cambie de ‘perímetro’ (esto depende de los políticos). Que la inflación americana crezca a niveles que obliguen a la Fed a subir tipos (en cuyo caso, la banca sufriría de nuevo). Que los americanos no logren reducir su elevado déficit (quizás las elecciones de noviembre arrojen algo de luz sobre este tema). Que las masivas inyecciones de liquidez de los bancos centrales arrojen consecuencias no deseadas/previstas. Y cualquier otro que surja de repente. De todas formas, hoy, ‘gracias’ al miedo en los mercados, puedes hacerte una cartera de negocios cotizados en Europa pero globales, difíciles de replicar, bien gestionados y saneados financieramente, pagando menos de 10 veces beneficios. Con eso ganarás dinero a 5-7 años vista.
Si no quieres, no tienes por qué invertirlo todo ahora. El dinero que decidas dejar ‘aparcado’ puedes invertirlo en letras del Tesoro de países más o menos sanos como Canadá, Suiza o Alemania, entre otros. No sacarás rentabilidad, pero podrás vender al mismo precio si la bolsa cae, para reinvertir en las acciones que hayas descubierto, a precios más baratos.
Hay temas mucho más concretos y complejos que desearías tratar. Perdona que en esta primera ‘descarga’ insista en recordar lo que para mí son “Principios Básicos”. Si de verdad lo son, nunca te sobrarán Juan.

Response: How Morals Crowd Out Markets

Matt Welch.

“To determine whether kidneys should or shouldn’t be up for sale,” Michael Sandel writes, “we have to engage in a moral inquiry.” Quite so. Here’s what my investigation turns up.
Every day, eighteen people die in the United States while waiting in vain for a kidney transplant, according to the National Kidney Foundation. The Department of Health & Human Services reports that nearly 92,000 patients were on the kidney waiting list as of April 6 (up from 66,000 six years ago), but that only 16,812 transplants were made in 2011. That deadly math is part of the reason that, according to the National Institutes of Health, more than 380,000 Americans are on dialysis, a punitively expensive and physically grueling death-postponement procedure. The imbalance cannot be meaningfully addressed via cadaver-harvesting alone. As the writer (and kidney donor) Virginia Postrel observed in 2009:
If every single person who died the right way became an organ donor, an optimistic estimate would be that 7,000 more kidneys a year would be available for transplant. Since the [waiting] list is now increasing by 6,000 a year, that would be enough to end it—in 80 years.
So we know that maintaining prohibition—letting the law be guided by our moral revulsion toward placing price tags on human organs—will certainly increase the body count. We know that boosting the number of kidney donations from the living is the only real way to whittle the waiting list down. And we also know, from such procedures as egg donation, that legalizing monetary rewards is a guaranteed method for expanding the pool of living donors. Your morality may vary, but mine says that sentencing more than 6,000 people a year to an avoidable death falls well short of the Golden Rule. My inquest therefore concludes that the burden of argumentative proof on the legality of kidney sales should fall squarely on those who back the lethal status quo.
But Sandel doesn’t really care about preventable renal failure; for him the more urgent national crisis is the allegedly pervasive encroachment of “markets” into our most personal spaces. Instead of grappling with whether sick people should die for his prejudices, Sandel changes the subject to: Do we want a society where everything is for sale?
Because Sandel disagrees with people’s choices, he wants to take those choices away.
So let’s address the unrelated question. No, I don’t want a society where everything is for sale, and thankfully we’ll never live in one as long humans retain both choice and prosperity. You cannot buy my friendship, my political loyalty, or my musical tastes. I choose not to buy sex, or wedding toasts, or (in most cases, anyway) gift cards. These are hardly outlier notions among my fellow libertarians.
So what do free marketers and Michael Sandel disagree about? This: he expresses no apparent concern about enshrining his market-aversions into law, fully backed by government force. Because he disagrees with people’s choices, he wants to take those choices away.
How do you get so far afield from the life-and-death issue of kidney transplants? The answer lies in Sandel’s depressive opening paragraph: “Markets have come to govern our lives as never before.” As a logical notion, this ranks right down there with “phone books are governing my telecommunications as never before.”
Before we assign omnipotence to the M-word, let’s remember for a second what markets originally were: locations where farmers could sell their wares. Customers no longer had to waste time trekking to each individual farm, with its limited choice and noncompetitive pricing. Markets saved people time and money and increased their choice, while producers benefited from gathering customers in one place and focusing more on the areas where they were most competent.
It’s precisely because of markets, and the choice and prosperity they bring, that I don’thave my life governed by either markets or financial considerations (separate concepts that Sandel conflates). I have turned down job offers with substantial raises, chosen to live in extremely high-tax cities, and donated money to nonprofits, including the one I work for. People who live in market-averse societies, like my wife’s native France, invariably have fewer choices.
Are markets somehow “crowding out” morality? If so, surely there must be better evidence than a two-decade-old referendum in Switzerland that had nothing to do with markets. (Repeat after me: financial incentives are not markets.) That a famously civic-minded and rules-oriented country rejected a government bribe is interesting, and if anything it suggests the opposite of what Sandel concludes. Sounds to me like the morals crowded out the financial incentives. Though I suspect you’d get a much different result in Romania.
This is not some academic exercise. People are dying right now because we have let our revulsion at markets create serial prohibitions of consensual behavior, whether it’s buying and selling marijuana, sex, or kidneys. How many more people are we willing to let perish for this mistake?

To comment on this forum, click here to return to the lead article by Michael J. Sandel.

25 Propuestas para Salir de la Crisis

Xavier Sala i Martín. (Aquí y aquí dos críticas a algunas de las propuestas).
Ayer en TV3 hice un resumen de las propuestas de solución a la crisis económica europea que he ido haciendo en los medios de comunicación durante los últimos años. Creo que ha llegado el momento de ponerlas todas juntas en negro sobre blanco para demostrar, entre otras cosas, que existen propuestas de solución a los problemas económicos y que si éstas no se implementan es por las luchas absurdas y cortoplacistas de nuestros líderes políticos: luchas entre partidos dentro de un país y luchas entre países. Ya he explicado en más de una ocasión que, más que a una crisis económica, nos encontramos ante una crisis POLÍTICA e INSTITUCIONAL causada por una cadena de errores políticos monumentales. Entre esos errores, destaca la creación del euro, una moneda que la teoría económica decía que no debía ser creada, una teoría que fue ignorada por una clase política que desoyó el consejo de los economistas. Esa trágica decisión la estamos pagando hoy entre todos. Dado que la crisis es política e institucional, al final deben ser los políticos y las instituciones las que deben cambiar el rumbo y empezar a hacer los deberes. Yo aquí propongo una serie de medidas de carácter económico. Pero implementar esas medidas va a requerir que los líderes políticos de Europa recapaciten y cambien de rumbo.
Antes de empezar el listado, dejadme que haga dos reflexiones preliminares que pueden ayudar a entender la naturaleza de las propuestas. Primera, aunque muchos analistas digan lo contrario, la crisis europea actual no tiene nada que ver ni con los bonos tóxicos americanos, ni con Lehman Brothers, ni con la desregulación financiera estadounidense, ni con la codicia y la avaricia de Wall Street. Al fin y al cabo, en España no había ni un solo bono tóxico americano porque el regulador, el Banco de España, los había prohibido. Pero en otro error catastrófico que demuestra nuevamente que cuando los reguladores aciertan, lo hacen por casualidad, el Banco de España no vio que ese sistema financiero que regulaba y supervisaba estaba de centenares de miles de millones de bonos tóxicos provenientes de la costa del sol (el gran error del Banco de España no ha sido cómo ha gestionado la supervisión de los bancos una vez explotada la burbuja -que lo ha hecho muy mal- sino cómo permitió que el sistema financiero diera tanto crédito a tanta empresa de un solo sector). Y es que la burbuja española era insostenible y hubiera explotado con o sin la caída de Lehman en Estados Unidos. España y la periferia de Europa hubieran entrado en crisis aunque Estados Unidos no lo hubiera hecho.
Segunda, Europa está muy interrelacionada. Muchos de los problemas que aquejan a un país ya no pueden ser arreglados por el gobierno de ese país. Requieren la cooperación y la intervención de todos los socios europeos. Ha llegado la hora de comprobar si esto de Europa es un proyecto serio o es simplemente una asociación de países en la que todos intentan sacar partido cuando las cosas van bien, pero de la que todo el mundo reniega cuando van mal.
Dicho esto, empecemos. Organizaré las propuestas bajo cuatro grandes grupos correspondientes a los cuatro grandes problemas a los que se enfrenta Europa en la actualidad: el problema de la deuda, el problema del déficit fiscal, el problema de la falta de crecimiento y el problema del divorcio de Grecia. Lógicamente, en macroeconomía todo está interrelacionado: si no se crece, no se generan recursos fiscales y el déficit y la deuda pública empeoran. Si no se arregla el problema de la deuda bancaria, no fluye el crédito y no se crece. Si se suben los impuestos en medio de una crisis para reducir el déficit, se agrava la recesión. A pesar de que todos los problemas económicos están interrelacionados, pienso que es interesante separarlos conceptualmente para entender por qué cada una de las propuestas puede tener sentido.