Víctimas, 2 de agosto: Melitón Manzanas González, Dionisio Rey Amez y Mario González Blasco

Libertad Digital.



El 2 de agosto de 1968 la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) al inspector jefe de Policía MELITÓN MANZANAS GONZÁLEZ, casi dos meses después de que el 7 de junio Txabi Echebarrieta acabase a tiros con la vida del agente José Antonio Pardines ArcayEchebarrieta murió horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa. El etarra que le acompañaba, Iñaki Sarasketa, fue detenido y condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada por cadena perpetua y, posteriormente, se vio beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas tras la muerte de Franco, saliendo de prisión en 1977.
El día que asesinaron al agente Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas. Es decir, los preparativos del asesinato del jefe de la Brigada de Investigación Social, en lo que ETA llamó 'Operación Sagarra' (manzana en vasco) se iniciaron bastante tiempo antes de la muerte del etarra Echebarrieta.
Iñaki Sarasketa, que acompañaba a Echebarrieta el día que asesinaron al agente Pardines, contó cómo se preparó el atentado contra Melitón Manzanas: "La primera información sobre sus movimientos me la dio Jon Oñatibia, miembro del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y antiguo delegado del Gobierno vasco en Nueva York. Fue una decisión personal, no digo que el PNV tuviera nada que ver. Supimos qué autobús cogía, a qué hora, incluso dónde solía sentarse. Yo se la pasé a Txabi" (El Mundo, 7/07/1998). Los primeros seguimientos del policía los hicieron el propio Echebarrieta y Jokin Gorostidi. Sin embargo el asesinato de Melitón fue presentado posteriormente como una respuesta de ETA a la pérdida del primer miembro de la banda, aunque la realidad fue bien distinta.
Sobre la personalidad de Jon Oñatibia, es interesante la información que proporciona José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo vasco, (Planeta 2005) tras analizar documentación inédita en los archivos de la CIA. Según esa documentación, Oñatibia había sido uno de los hombres de confianza del lehendakari Aguirre para controlar las redes de espionaje que el PNV puso a disposición del OSS, y su sucesora la CIA, durante los años cuarenta y cincuenta. Estas redes, además de infiltrarse y espiar a distintas organizaciones y partidos contrarios a los intereses norteamericanos en América del Sur, espiaron a las distintas fuerzas republicanas y a sus líderes, entregando esta información a la CIA. Uno de los personajes clave en estas redes de espionaje fue Jon Oñatibia. Cuenta Díaz Herrera que, entre otras cosas, fue el encargado de recuperar la documentación que había dejado el espía Jesús Galíndez tras su desaparición, tal y como le confirmó en entrevista el abogado Richard N. Gardner. A mediados de los años sesenta, yconservando la nacionalidad norteamericana, Oñatibia regresó al País Vasco y se estableció en Oñate, donde oficialmente vivía dando clases a estudiantes norteamericanos. Sarasketa señala que Oñatibia actuó por su propia cuenta ("fue una decisión personal" contó a El Mundo), pero Díaz Herrera deja flotar la duda de que un personaje clave de los servicios del nacionalismo vasco actuase por libre. "El asesinato de Melitón Manzanas, con datos facilitados por los agentes de Aguirre, revela que la historia pasa de padres a hijos y continúa" (Los Mitos del Nacionalismo vasco, pág. 731).
Tras la muerte de Echebarrieta en el enfrentamiento con la Guardia Civil, el Biltzar Tzipia de ETA (Comité Central) decidió continuar con los planes de asesinar a Manzanas y también al policía que desempeñaba las mismas funciones en Vizcaya, aunque este último atentado no llegó a llevarse a cabo. El encargado de organizar el asesinato fue Xabier Izko de la Iglesia que fue también el autor material del atentado.
El asesinato se produjo hacia las 15:30 horas en el descansillo del primer piso de Villa Arana, una casona de Irún con la forma del típico caserío vasco. La planta baja la ocupaba un negocio de equipos de imagen y sonido, y sobre la tienda había dos pisos. En el primero vivían Melitón Manzanas, su mujer y su hija.
Ese día, Melitón se trasladó en autobús desde la comisaría de San Sebastián a su domicilio en Irún. Al llegar a Villa Arana, abrió la puerta y subió la escalera. Su mujer le oyó y abrió la puerta. Le dijo "vienes mojado"... y en ese momento sonó un disparo que alcanzó a Manzanas por la espalda. La mujer vio al asesino, un individuo joven, de estatura media, bigote y largas patillas. Incluso llegó a forcejear con él. El asesino realizó varios disparos más, aunque no llegó a herir a la mujer del policía. También fue testigo la hija de Melitón, que se asomó a la puerta del domicilio al oír el primer disparo. Su madre la empujó al interior de la casa y ella se acercó a una ventana, pidiendo ayuda a gritos. En el lugar de los hechos se recogieron siete proyectiles del calibre 7,65. El etarra, Izko de la Iglesia, había esperado a Melitón Manzanas dentro de la casa, en un pequeño sótano situado a la izquierda de la escalera.
Melitón Manzanas falleció casi en el acto. Había recibido tres tiros en la cabeza, uno en la mano y otro en la muñeca. ETA reivindicó el atentado en una octavilla que difundió en agosto de 1968, donde se podía leer "Melitón Manzanas, ejecutado". Ante los rumores y falsas noticias que se sucedieron poniendo en duda la autoría del atentado, ETA volvió a difundir un comunicado de prensa el 13 de octubre de 1968, para reafirmar que había sido la autora. El crimen y su propaganda eran fundamentales para la banda en esos momentos, que ponía así en práctica suestrategia de acción-represión-acción contra el régimen franquista. Además, en este caso la figura del policía asesinado era propicia para hacer propaganda, pues Melitón Manzanas ya había sido acusado por miembros de la oposición al franquismo de practicar malos tratos y torturas a los detenidos.
Es frecuente que se utilice este tema para justificar el asesinato. Aunque de forma directa no se justifique, en el fondo se ha presentado el asesinato como una acción de justicia por parte de ETA. En relación con esto es importante señalar que, pese a que la banda terrorista haya alegado históricamente motivos de lo más variopintos para matar (injusticias varias, opresión de las clases populares, defensa del medio ambiente, lucha contra la drogas, la condición de confidente de las víctimas, supuestas torturas y malos tratos...), los verdaderos motivos por los que asesinaba ETA los expuso la propia banda en su revista Zutik en diciembre de 1961 (citado por José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo, pág. 514): "Nuestro enemigo no es Franco. En este momento es la Dictadura de Franco, pero podría serlo la Democracia, la Monarquía o la República. Nuestro enemigo es España encarnada en cualquier sistema, forma de Estado o de Gobierno que niegue la libertad de los vascos a crear su Estado independiente". Los demás motivos alegados para asesinar no dejan de ser meros artificios propagandísticos. Por lo tanto, cabe concluir que aunque a Manzanas le hubieran acusado de cualquier otra cosa que no fuese cometer torturas, el resultado habría sido posiblemente el mismo: lo habrían asesinado por representar todo aquello que odia ETA.
La respuesta del Gobierno al asesinato de Melitón Manzanas fue la declaración del estado de excepción en Giupúzcoa por un período de tres meses a partir del 5 de agosto, medida que fue prorrogada en octubre por otros tres meses más. Esta medida implicaba la suspensión de los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles que regulaban la libertad de residencia, la inviolabilidad del domicilio y el periodo de detención policial. Para reforzar el estado de excepción, el 14 de agosto el Consejo de Ministros aprobó un Decreto Ley sobre represión del bandidaje y terrorismo, que significaba la inclusión en el ámbito de la jurisdicción militar de los delitos de propaganda, huelgas o sabotajes si estos perseguían fines políticos.
Xabier Izko de la Iglesia fue condenado en el Consejo de Guerra de Burgos de 1970 como autor material del asesinato de Melitón Manzanas, aunque el etarra siempre negó que fuera la persona que hizo los disparos. El asesinato del jefe de la Brigada de Investigación Social de San Sebastián fue una de las acusaciones centrales contra los dieciséis miembros de ETA que se sentaron en el banquillo del Consejo de Guerra celebrado en Burgos en diciembre de 1970. Seis de los acusados fueron condenados a muerte, aunque la condena fue posteriormente revocada y sustituida por cadena perpetua, y los diez restantes acumularon penas que sumaban más de 500 años de cárcel. La banda terrorista ETA quedó diezmada por la represión franquista, que llevó a la cárcel a una parte considerable de sus cuadros dirigentes durante 1968 y 1969.
En 1968 no hubo ninguna víctima mortal más después del asesinato de Melitón Manzanas. En1969, la única víctima mortal fue el taxista de Arrigorriaga Fermín Monasterio  por resistirse a llevar al etarra Miguel Etxevarría Iztueta, alias Makagüen, que huía de una redada policial en un piso del casco viejo de Bilbao en la que fueron apresados Mario Onaindia, Txutxo Abrisketa y Víctor Arana Bilbao. En 1970 y 1971 no hubo víctimas mortales, aunque sí se produjo una intensificación de los atentados de la mano del líder de ETA en esos momentos, el fraile benedictino Eustakio Mendizabal, alias Txikia -que murió en 1972 por disparos de la Policía-, y en 1972 sólo hubo una víctima mortal: el asesinato el 29 de agosto del policía municipal Eloy García Cambra, atentado no planificado, sino que se produjo durante la detención de un sospechoso en la estación de autobuses de Galdácano (Vizcaya).
Sin embargo, el Consejo de Guerra de Burgos acabaría provocando graves dificultades al régimen de Franco, pues las protestas por las condenas a muerte se extendieron por todo el mundo hasta conseguir que fueran conmutadas por las de cadena perpetua. Además, la oleada de solidaridadque despertó el Consejo provocó un flujo de nuevos militantes hacia una banda que en esos momentos estaba totalmente debilitada, no sólo por la acción de las Fuerzas de Seguridad, sino por la crisis interna de ETA con la celebración de la VI Asamblea en 1970, crisis que dividió a la banda en dos: el frente obrero y el militar. El frente militar se transformó en ETA-V Asamblea, que sería la que se quedaría finalmente con la "marca" y con la estrategia de los asesinatos y atentados como fórmula de actuación. El año 1973 sería el del gran golpe propagandístico de ETA: el asesinato, en noviembre, del almirante Luis Carrero Blanco, su escolta, el policía Juan Antonio Bueno Fernández, y su chófer, José Luis Pérez Mogena. A todos los efectos, y durante muchos años, el de Carrero Blanco fue el único atentado con víctimas mortales de ese año, porque los otros tres asesinados por ETA en 1973 fueron los jóvenes gallegos José Humberto Fouz Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga que, el 24 de marzo, cruzaron la frontera francesa para ver la película El último tango en París y, tras ser secuestrados y torturados hasta la muerte, nunca más se supo de ellos.
Melitón Manzanas González, de 59 años de edad, nació en junio de 1909 en San Sebastián. En esta ciudad estudió Peritaje mercantil y, en su juventud, formó parte de un grupo teatral. Al mes de iniciarse la Guerra Civil, fue detenido y encarcelado en el fuerte de Guadalupe, donde permaneció hasta ser liberado por las tropas que se alzaron contra la República. Al terminar la guerra, entró en el Cuerpo General de Policía como inspector en 1941. Estuvo destinado en Irún y, de aquí, pasó a San Sebastián como jefe de la Brigada Social. Su actuación en la comisaría de San Sebastián le hizo "acreedor de más de cincuenta felicitaciones públicas por su destacadas acciones policiales al servicio de la región en donde encontró una alevosa pero gloriosa muerte", como rezaba una reseña oficial difundida tras su asesinato (Alonso, R., Domínguez, F., García Rey, M., Vidas rotas, Espasa, 2010). Estaba casado y tenía una hija.
El 2 de agosto de 1979 falleció en la residencia Francisco Franco DIONISIO REY AMEZ, cuatro días después de que estallase en Atocha la tercera bomba de una cadena de atentados indiscriminados de la banda terrorista ETA en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren de Chamartín y Atocha. La bomba de esta última estación alcanzó de lleno a tres miembros de una misma familia: Guadalupe Redondo Vian, que falleció en el acto, su marido Dionisio Rey, que lo haría cuatro días después, y la hija de ambos, Carmen Rey Redondo, que consiguió sobrevivir pese a la gravedad de sus heridas.
Dionisio Rey Amez era policía nacional retirado. Natural de León, tras su fallecimiento fue trasladado a su tierra natal, donde fue enterrado.
El 2 de agosto de 1980 la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) a MARIO GONZÁLEZ BLASCO, trabajador de la empresa Agruminsa en Vizcaya.
El secuestro de Mario González se produjo poco después de las seis de la mañana. Tras finalizar su turno de trabajo como soldador en el pozo minero Bodovile perteneciente a Agruminsa, la víctima se dirigió a su domicilio en la localidad minera de San Salvador del Valle a bordo de un Land Rover de su propiedad acompañado por otro trabajador de la misma empresa. El vehículo fue interceptado por varios terroristas encapuchados que, tras dejar atado al vehículo al acompañante en un monte cercano, secuestraron a Mario y huyeron a bordo de otro automóvil.
Hacia las tres de la tarde se recibieron en las redacciones de varios medios de comunicación vascos sendas llamadas en las que se anunciaba, en nombre de ETA político-militar, el "secuestro y ejecución de Mario González". El anónimo comunicante anunció la difusión de un nuevo comunicado explicando las causas del asesinato y precisó que el cadáver se encontraba en un barranco del barrio de Aguinaga, en las afueras de Éibar, "cerca del lugar donde había sido asesinado Jesús María Zubikaray Badiola" militante de EIA (Partido para la Revolución Vasca), simpatizante de la coalición Euskadiko Ezkerra y antiguo militante de ETA, asesinado seis meses antes, el 2 de febrero, en un atentado reivindicado por el Batallón Vasco Español.
Para esa hora, un vecino del barrio de Aguinaga de Éibar había descubierto ya el cuerpo sin vida de Mario y había dado aviso a la Policía Municipal hacia las 13:00 horas, siete después del secuestro. El cuerpo de Mario, abandonado a unos cincuenta metros del lugar donde apareció el cadáver de Zubikaray, un paraje conocido como Zubitxa, presentaba ocho impactos de bala: uno en la cabeza, con orificio de entrada a la altura del pómulo derecho, y el resto en el tórax, cerca del corazón, todos ellos mortales de necesidad. Los terroristas habían colocado sobre el cadáver un recorte de prensa en el que aparecía una fotografía de Zubikaray que pegaron con un esparadrapo en la camisa de la víctima. La banda terrorista ETA acusaba a Mario de estar relacionado con el asesinato de Zubikaray.
Los trabajadores de los tres turnos de la empresa Agruminsa acordaron realizar un paro de veinticuatro horas en señal de duelo por el asesinato de su compañero. Por su parte, el pleno del Ayuntamiento de San Salvador del Valle condenó en sesión extraordinaria el atentado. Varios concejales del Ayuntamiento, además de familiares, amigos y compañeros de la víctima, asistieron al funeral por su alma celebrado en la parroquia de María Magdalena de La Arboleda en San Salvador del Valle, en cuyo cementerio fueron enterrados sus restos mortales.
Mario González Blasco, tenía 51 años y, desde veinticinco años antes, trabajaba como soldador en la empresa Agruminsa de la localidad vizcaína de Gallarta. Era natural del enclave minero de La Arboleda, barrio de San Salvador del Valle, en la margen izquierda vizcaína. Afiliado a Comisiones Obreras desde 1979, estaba casado y tenía dos hijos.

Cuba: Con el cuchillo hasta el cabo

por José Hugo Fernández.

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -El Cuchillo de Zanja, sitio donde renació para los cubanos la pequeña empresa privada, es por estos días una prueba, otra, irrefutable y lastimera, de esa insana magia de que se vale el régimen para hacer que fracase todo buen proyecto.
Hace apenas algo más de una década, este lugar, corazón del barrio chino habanero, volvió a ser punto de masiva convergencia para nuestra gente, a la vez que parada de rigor en todos los recorridos turísticos por la capital de la Isla.
La apertura de una docena de restaurantes de participación familiar, administrados por descendientes de los antiguos culíes que fundaron la zona, no sólo nos había devuelto aquellos exquisitos aromas y sabores casi olvidados de la cocina asiática y de la chino-cubana. También, y sobre todo, nos retrotrajo la eficiencia comercial, la extraordinaria laboriosidad y esa imbatible voluntad de empresa que es atributo de los chinos, y que, especialmente para nuestras nuevas generaciones, resultaba ya más que extraña, inconcebible.
El enclave no pudo ser mejor escogido. Justo a la entrada del Cuchillo de Zanja (también conocido como el Boulevard del Barrio Chino, o el Callejón del Cuchillo) existió la primera fonda de comidas baratas de Cuba, creada por Chang Leng, en el siglo XIX. Ningún otro sitio tan idóneo entonces para el renacimiento del pequeño comercio privado, que había sido suprimido entre nosotros, varias décadas atrás, por un absurdo y pernicioso decreto del gobierno.
Aquel proyecto representaba, además, un persuasivo ejemplo para fomentar la iniciativa particular de los cubanos como opción ante la crisis económica del país.
Los restaurantes no eran completamente privados, puesto que sus locales (antiguas casas de vivienda de las que se apropió el gobierno, gracias a la muerte o a la emigración de sus dueños) pertenecen a la Oficina del Historiador de la Ciudad. No obstante, al menos al principio, recibieron apoyo de parte del Grupo Promotor del Barrio Chino, entidad estatal encargada de prestarles atención directa, cobrándosela a precio de oro, pero con la imprescindible efectividad.
Y así funcionaron durante varios años, convertidos en una muy socorrida alternativa de recreación nocturna y de fines de semana para muchos habaneros. No había propuesta más tentadora para iniciar una relación de pareja, o para agasajar al pariente que vino de visita desde el exterior, o para celebrar cumpleaños y aniversarios, que una invitación al Cuchillo del Barrio Chino.
Tampoco hubo (no hay todavía) en La Habana otra muestra tan convincente de lo que es posible lograr, en unos pocos años, a través del trabajo por cuenta propia.
Pero pasó el tiempo. Sobrevino una nueva apertura para el establecimiento de pequeños negocios, y, con ella, la proliferación de restaurantes y cafeterías en todas las zonas céntricas. El Cuchillo de Zanja comenzaría entonces a perder terreno, debido a un grupo de inconvenientes y desventajas competitivas, detrás de los cuales parece asomar la fea jeta el monopolio expropiador de la Oficina del Historiador de la Ciudad, mediante su empresa turística Habaguanex.
Así, pues, este sitio, que hasta ayer de tarde fue emblema de la eficacia comercial, se sostiene ahora a duras penas, con peligro incluso de caer en la descomercialización.
De las trece familias de ascendencia china que, con modestos capitales de su propiedad, participaron en la apertura de los restaurantes, sólo quedan dos. El resto se vio precisado a renunciar, pasando sus administraciones a quienes se atreviesen a asumirlas, fueran o no de origen chino. Por cierto, el último traspaso, ocurrido hace poco, permaneció vacante durante largos meses sin que apareciera un aspirante. Una de estas familias fundadoras entregó sus derechos al Estado. Y a una de ellas se los retiraron por negarse a seguir pagando los abusivos impuestos de la Oficina Nacional de Administración Tributaria.
Precisamente en el sistema tributario radica una de las desventajas competitivas que hoy desangran a los administradores del Cuchillo de Zanja. Sus impuestos no sólo son muchísimo más altos que los de cualquier restaurante particular ubicado en otras zonas de La Habana, sino que deben ser pagados íntegramente con divisas, a diferencia de muchos otros establecimientos.
Como si fuera poco, también están obligados a pagar en divisas la electricidad, el agua, los suministros y, en fin, todos los servicios que les brinda el Estado, cuyas entidades gozan por ley de la máxima prioridad como sus proveedores. Ello, desde luego, les obliga a vender más caro, con la consecuente pérdida de la clientela.
¿Qué explica este trato particularmente oneroso para con el sitio que inició la pequeña empresa privada en Cuba, demostrando su factibilidad de un modo tan rotundo?
Los administradores del Cuchillo de Zanja, tanto en grupo como individualmente, han acudido a las diversas instancias para rogar atención, demostrando de todas las maneras posibles el tratamiento discriminatorio de que son víctimas. Pero es inútil. No pueden cambiar el orden de las cosas, porque al parecer las cosas han sido ordenadas de esa forma obedeciendo a un plan que persigue vencerlos por cansancio para que dejen vía libre al Estado.
Se asegura, incluso, que los directivos de Habanaguanex ya tienen preparado un diseño de explotación comercial para el momento en que el enclave pase totalmente a sus manos. Sólo están esperando ver caer a sus pies la fruta madura.
Mientras, los del Cuchillo de Zanja sobreviven a la buena de Dios. Ni siquiera pueden contar con la ayuda de la embajada china, pues a ésta le asiste únicamente la facultad de atender a un reducido grupo de restaurantes ubicados en las Sociedades Chinas de Instrucción y Recreo, cuyos inmuebles sí están comprendidos dentro de su jurisdicción diplomática. Pero el área del Cuchillo era de casas particulares que hoy pertenecen al gobierno, por mala ley.
Hasta hace poco, el único apoyo desinteresado y efectivo que recibían era del general Moisés Sio Wong, combatiente del Ejército Rebelde y hombre fuerte en el gobierno, que había sido hijo de un pequeño comerciante chino, por lo que se mostraba especialmente sensible ante ellos. Pero después del fallecimiento de Sio Wong, en febrero de 2010, sólo les han quedado, como recurrencia y abrigo, los espectros de los antiguos culíes que fundaron aquel sitio y que aún parecen vagar por allí, tan perplejos y desesperanzados como en sus peores épocas, con el cuchillo de la traición clavado en sus almas, una vez más, y hasta el cabo.

Analfabetismo numérico, versión Groenlandia

por Arturo Quirantes.



En España existe grandes lagunas en determinados campos mientras que en otros somos realmente expertos. Un desconocimiento realmente preocupante en temas científicos o culturales acompañado de un descompensado conocimiento en temas de corazón o deportes.  A veces se trata de asuntos que el ciudadano medio no tiene por qué recordar, como la diferencia entre una proteína y un aminoácido, o cuándo nos birlaron Gibraltar.  En otras muchas ocasiones, se trata de echarle dos dedos de frente.  En cierta ocasión, un concursante del concurso “¿Quiere ser millonario?” se debatía intentando adivinar qué general ganó la batalla de Bailén.  Había dos nombres a escoger, un español y un francés.  Bastaba con saber qué bando había ganado la batalla.  Por supuesto, el concursante falló.
Entre los múltiples casos de ignorancia, el anumerismo está especialmente extendido.
Con ese palabro me refiero a la incapacidad de muchas personas para desenvolverse en el mundo de las cifras (Bernardo Marín dixit).  Ya saben, el tipo de persona incapaz de distinguir entre millón y billón, que cree que subir el IVA del 8% al 16% es un aumento del 8% (es el doble).  Yo los veo en todos los exámenes.  Les pongo el típico ejemplo de un satélite en órbita terrestre, para que me calculen la masa de la Tierra, y les sale una masa inferior a la de un portaaviones.  Y se quedan tan panchos.  Y si luego van a revisión de exámenes y les haces notar lo incongruente de la respuesta, se encogen de hombros en plan “yo hice los números y he cumplido, si me sale un resultado absurdo no es culpa mía.”  Por supuesto, sí es culpa suya, y nos veremos en septiembre.
Recientemente hemos sido testigo de anumerismo en grado de tentativa masiva y alevosa, con el periodismo copypasteador como colaborador necesario.  La NASA ha distribuido imágenes basadas en datos de satélite, según las cuales el 97% del hielo superficial de Groenlandia se había derretido.  La noticia, desde su fuente original, fue recogida por Europa Press (en realidad, traducida y poco más), y desde ahí ha saltado a telediarios y periódicos.  A tenor del tratamiento informativo que ha recibido la noticia, bien parece que el becario de guardia (con mis respetos a los becarios) se limitó a tomar la nota de prensa y pasársela al jefe, al que le venía de perlas una noticia impactante para rellenar el minuto que siempre les queda antes del bloque deportivo.
El problema es que la noticia fue totalmente distorsionada.  La nota de la NASA afirmaba que una cantidad récord de superficie helada se había derretido en Groenlandia.  Donde el satélite captaba hielo, ahora hay agua.  Eso les llevó a los periodistas a pensar que toda la capa de hielo de Groenlandia se había derretido.
El detalle, sin embargo, es que esa capa de hielo tiene un espesor de dos kilómetros.  ¿Tienen idea de la cantidad de hielo que significa eso?  Se trata de un volumen enorme.  Mucho hielo.  De verdad, muuucho.
El primer problema radicó ahí: en que muy pocos periodistos se preocuparon por leer bien la nota de prensa original.  No se les puede perdonar por no saber inglés, ya que el comunicado de Europa Press era poco más que una traducción al español.  Hay medios de comunicación que recogieron la noticia con cierto grado de fidelidad, como por ejemplo RTVE.es y Publico.es; aunque sospecho que el motivo es que se ajustaron a la nota original escrupulosamente, al menos no metieron la pata y dieron la noticia correctamente, hablando del “hielo superficial.”  También cumplieron correctamente su tarea medios más serios como La Información, donde aberron vigila incansablemente contra la tontería. Echo de menos alguna noticia de esmateria.com, pero en el momento de escribir estas líneas no han reaccionado todavía.
En cualquier caso, un medio de comunicación que contase con un científico de guardia no sería engañado tan fácilmente.  En primer lugar, el derretimiento de una capa tan enorme de hielo requeriría una cantidad de energía asombrosamente alta.  En segundo, tanto hielo derretido subiría el nivel de los mares de forma perceptible.
Vamos a hacer unos números, a ver de cuánto hielo fundido estamos hablando.
Comencemos por el volumen.  Por supuesto, nuestros datos no serán exactos, pero nos darán una idea aproximada del “orden de magnitud,” que es el término elegante que usamos los científicos para decir “poco más o menos.” Según la Wikipedia, Groenlandia tiene una superficie de unos dos millones de kilómetros cuadrados“.  La nota de la NASA nos indica que la capa de hielo tiene un espesor de hasta tres kilómetros en el centro; cerca de la costa, esa cantidad es bastante menor.  Seamos conservadores, y supongamos un grosor medio de dos kilómetros.  Eso nos daría un volumen cuatro millones de kilómetros cúbicos.
Un volumen tal de hielo se reducirá un 10% al convertirse en agua, lo que nos dará unos 3.600.000 km^3 de agua, que evidentemente irán a parar a los océanos de la Tierra.  Si recuerdan de sus tiempos de colegio (y si no, ya saben), la superficie de agua (océanos y mares) de nuestro mundo es de unos 360.000.000 km^2.  De distribuirse uniformemente por todos lados, el nivel del mar subiría en más o menos 3.600.000 / 360.000.000 = 0,01 kilómetros, es decir, unos diez metros.
Ahora que tenemos a montones de comentaristas de televisión desplegados en la playa para informarnos de que en verano hace calor, incluso el más alelado se daría cuenta de que un chiringuito sumergido bajo las aguas resultaría un fenómeno digno de mención.
Estos datos son bastante aproximados, pero incluso si no los tuviésemos a mano, nada nos impediría utilizar el sentido común.
Digamos que usted no tiene Internet.  No sabe cuál es la extensión de Groenlandia, pero según recuerda de los mapas es grande, digamos “del orden” del millón de kilómetros cuadrados.  Eso de “del orden” significa que puede ser algo más o algo menos, pero no será mucho más ni mucho menos (es decir, no 1.000 ni 100.000.000).  El grosor de la capa de hielo es desconocido, pero podemos razonar que es “del orden” del kilómetro.  Así que el volumen de hielo es “del orden del millón de kilómetros cúbicos.”  La superficie de los océanos es … vaya, tampoco nos acordamos, pero si recordamos del cole es “del orden de los cientos de millones de kilómetros cuadrados.”  El cociente será “del orden de la centésima de kilómetro,” es decir, del orden de los diez metros.  Incluso sin saber los datos exactos, la regla de los dos dedos de frente y un poquito de cultura general nos salva el día.
El siguiente cálculo es de nota: ¿cuánta energía sería necesaria para fundir todo ese hielo?
Yo he hecho algunos cálculos sencillos, pero tienen bastante margen de error, así que para no liarla parda mejor me los guardo.  No importa, porque no hay más que usar un poquito el sentido común.  ¿Cuatro millones de kilómetros cúbicos fundidos en apenas cuatro días, en una región del globo a temperaturas bajo cero, donde apenas luce el sol y con capas de nieve que reflejan la luz solar en un 90%?  Incluso el becario editor más tonto debería darse cuenta de que algo suena raro.  No hay más que pensar en lo que tarda en fundirse un charco helado en invierno, la cantidad de quitanieves y sal que necesitamos para dejar expedita una autovía.  Sentido común, no se pide nada más.
Llevo algún tiempo pensando que una de las cosas que necesitan los medios de comunicación de este país es un asesor científico, que pueda “traducir” e interpretar este tipo de noticias.  En un paisaje donde todos los periódicos y televisiones echan mano de las mismas notas de prensa para dar casi exactamente la misma información (excepción hecha de la muy polarizada información política), una especialización en ciencia y tecnología puede marcar la diferencia.  Puede que me equivoque, pero no me quiten la ilusión de soñar con un mundo en el que la información científica y técnica sea veraz, clara y popular.  Adopte usted un divulgador científico, señor editor. Le evitaremos quedar en ridículo.  Y además, somos amables y cariñosos.