El sudor del deportista. Hablamos con Ricardo Mora

Audio en la entrada original.


Después de disfrutar de las hazañas conseguidas por un grupo reducido de mujeres y hombres en los Juegos Olímpicos, – y pongo a las mujeres en primer lugar a propósito, porque han sido ellas las que más medallas olímpicas han logrado para España – el que les habla, tiende a sentir orgullo de sí mismo como especie y sueña, inevitablemente, con destacar, aunque sea mentalmente, en alguna disciplina deportiva, por más que esté fuera de mi alcance, por razones obvias. Después de todo, nuestros cuerpos no dejan de ser máquinas biológicas que en nada se diferencian de las de aquellas y aquellos olímpicos, aunque, en mi caso, con una puesta a punto mucho más deficiente.
Como máquinas que son, al menos energéticamente hablando, nuestros cuerpos son capaces de almacenar energía y consumirla después. En el proceso se libera calor, como se calienta el motor de su vehículo cuando lo pone en marcha, y todos sabemos que el calor, cuando se produce en exceso, no es bueno para ninguna maquinaria, ya sea biológica o mecánica. Al hacer ejercicio, nuestro cuerpo quema energía y se calienta, pero se trata de una maquinaria muy sensible que tan sólo puede funcionar correctamente dentro de un margen muy estrecho de temperaturas. Si no gozásemos de un eficaz sistema de refrigeración, una carrera de pocos minutos a velocidad moderada elevaría la temperatura corporal por encima de los 40º C poniendo en peligro nuestra existencia.
Sin embargo, todos hemos visto cómo los atletas olímpicos hacen esfuerzos mucho más grandes y logran sobrevivir para recoger las medallas. El secreto está en la habilidad del cuerpo para expulsar el calor sobrante antes de que la temperatura se eleve hasta el punto de destruir las proteínas corporales convirtiéndolas en una masa blancuzca y poco flexible, como sucede a las proteínas de la clara al cocer un huevo. Para evitar tan poco recomendable transformación, cuando hacemos ejercicio, una parte de las reservas de agua que existen en el organismo es expulsada al exterior, en forma de sudor, a través de la piel.
Cuando el sudor entra en contacto con el ambiente exterior, una parte del agua se evapora y al evaporarse absorbe energía del propio cuerpo, refrigerándolo. La más leve brisa de viento arrastra el vapor y nuevas moléculas escapan de nuestra piel sudorosa llevándose consigo más calor generado durante el ejercicio. Ésa es la razón por la que agradecemos una corriente de aire “fresco” cuando el calor aprieta, no porque el aire esté realmente más frío ( en los momentos en los que escribo estas líneas, en la calle estamos a 43 ºC) sino porque el viento arrastra el vapor y favorece que más moléculas de agua líquida se conviertan en gas y absorban calor corporal. Habría que darle una medalla de oro al inventor del abanico y de plata al del ventilador.
Por supuesto la forma de enfrentarnos al exceso de calor corporal no es igual para todos, unos sudamos más que otros, los hay que tienen más peso y generan más calor que otros haciendo el mismo ejercicio, no todos eliminamos la misma cantidad de sales con el sudor, etc. Tampoco reaccionamos igual cuando hacemos ejercicio en un ambiente seco que en otro cargado de humedad, ni reaccionamos de la misma manera al hacer ejercicio en el recinto cerrado de un gimnasio, donde no sopla la más mísera brisa, que al aire libre con el viento acariciando nuestros sudorosos músculos. Si esto hace diferentes a los más comunes de los mortales, imagínense lo que debe ser el mundo de la alta competición, donde todos los parámetros corporales se mueven al límite. Estudiar esas variaciones y comprender lo que sucede al hacer ejercicio físico, tanto en los cuerpos de los atletas como en los de la gente común, es lo que investiga nuestro invitado de hoy en Hablando con Científicos.
Ricardo Mora Rodríguez es Catedrático en la Universidad de Castilla – La Mancha y Director del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio de la Facultad de Ciencias del Deporte de Toledo. Sus trabajos abarcan una gran variedad de investigaciones: deshidratación y pérdida de sodio durante el ejercicio de atletas de élite, concentración de sodio en el sudor durante el ejercicio realizado tanto por personas entrenadas como por personas sin entrenamiento, termorregulación durante el ejercicio en condiciones ambientales calurosas, influencia de la cafeína en el rendimiento de los atletas, etc. Éstas son algunas de las investigaciones en las que ha participado y de ellas habla hoy en el programa.
Ricardo Mora comenta también otro tema muy interesante para los que, como yo, hacemos deporte esporádico y no aspiramos a medallas olímpicas pero que, al terminar, necesitamos beber para reponer líquidos. Todos sabemos que las bebidas deportivas se inventaron para ayudar a los atletas pero ¿es realmente necesario tomar una bebida especial tras un ejercicio moderado, sin las enormes exigencias del deporte de competición?
Les invito a escuchar a Ricardo Mora Rodríguez.

Por un nuevo mecenazgo

por Arcadi Espada.


Un inmigrante ilegal (ni irregular ni sinpapeles como acepta llamarle, con el beneplácito kumbayá, la artimaña eufemística del poder político) debe tener los mismos derechos que un preso y entre ellos, por supuesto, el derecho a una sanidad gratuita. Como en el preso, un inmigrante ilegal es una condición provisional. En el caso del inmigrante la provisionalidad debería ser muy fugaz. Solo hay dos modos de que lo sea: o papeles para todos o aquello del presidente Aznar a las pocas horas de serlo, cuando metió en un avión a 103 bajo los efectos de algún narcótico: «Había un problema y lo hemos resuelto.» Sin embargo, la socialdemocracia vigente ha optado por dotar a algunos inmigrantes (medio millón en España, según parece) de una suerte de estatuto parecido al que se extiende sobre aquellos ectoplasmas apátridas de los aeropuertos, que ni pueden salir ni pueden entrar y que de tanto limbo acaban olvidando quiénes eran y a qué vinieron. El «inmigrante irregular» solo es el producto de la mala buena conciencia europea: que su irregularidad ontológica se pretenda legalizar ¡sanitariamente! por unos cientos de euros al año (como de un modo u otro hace la mayoría de países europeos) me parece un escándalo de hipocresía formidable. Un inmigrante ilegal no es nada más que un fallo en la seguridad de los Estados, cuyas consecuencias el Estado debe asumir. Y si no puede hacerlo, y quiere seguir siendo un Estado donde la ley se echa para atrás al contacto de la piedad, que no obligue a los inmigrantes enfermos a sufragar su bondadoso corazón.

Que busque espónsors.

Yo creo, compañeros, que las cosas están llegando a un punto en que ha de empezar a ser la vida y no el arte, ese suburbio lujoso, la que caiga bajo la competencia del mecenazgo. Lamento los problemas que esta propuesta pueda causarle al secretario cultural Jose María Lassalle pero esa ley que redacta habrá de prever la posibilidad de mecenazgos atrevidos. No veo bien por qué los señores Ortega, Andic y Roig deberían limitar su contribución social, impuestos aparte, a la reconstrucción de una catedral gótica o la potabilización del agua en un confín subsahariano. Ha llegado la hora de sacar réditos publicitarios de la proximidad moral y de ver grandes carteles que cuenten, por ejemplo, cómo Zara, con el 0’92 (medio millón de hombres por 700 euros cada uno) de los 38.000 millones que atesora la fortuna de su propietario, ha resuelto la asistencia sanitaria de los irregulares. «Implicándose en las soluciones»: yo pongo el eslogan.

(El Mundo, 9 de agosto de 2012)

Héroes, 16 de agosto: Antonio López Carrera y Clément Perret


El jueves 16 de agosto de 1979, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en la localidad vizcaína de Sondica a ANTONIO LÓPEZ CARRERA, antiguo miembro de la Guardia de Franco.
Esa noche Antonio y su mujer habían salido a cenar con unos amigos a un restaurante en Sondica, algo que hacían una vez por semana. Tras terminar de cenar, regresaron a su domicilio. Cuando ya estaban cerca, la mujer se dio cuenta de que se había olvidado un jersey, por lo que Antonio volvió al restaurante a recogerlo, mientras ella subía al domicilio. Una vez recogido el jersey, Antonio emprendió de nuevo la vuelta a su casa, pero en el camino le esperaban tres terroristas de la banda ETA en un Renault 7 que habían robado media hora antes. Fue ametrallado por la espalda y alcanzado por siete disparos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, muriendo en el acto.
Según el propietario del automóvil utilizado por los terroristas, éstos le interceptaron en la carretera de Guecho y le ordenaron que bajara del coche. Posteriormente, lo ataron a un árbol con cadenas y le quitaron el Documento Nacional de Identidad. Lo abandonaron allí advirtiéndole que no diera cuenta del hecho a la Policía hasta pasadas dos horas.
En 1982, la Audiencia Nacional condenó como autores del atentado a José María Astola Iruretagoyena, Juan Bilbao Moro y Luis Alberto Pastor Landa a 26 años de cárcel.

Antonio López Carrera, más conocido como Gento, tenía 66 años. Había nacido en Camposanto (Cantabria) y tenía cuatro hijos, tres de los cuales estaban ya casados. Llevaba residiendo unos cuarenta años en Vizcaya. Hasta su jubilación había trabajado en la factoría de Astilleros Españoles en Olabeaga. Había pertenecido a la Guardia de Franco y, al parecer, había recibido amenazas. Algunos vecinos de Sondica manifestaron tras el atentado que Antonio López tenía vinculaciones con la extrema derecha.
A las tres y cuarto de la tarde del viernes 16 de agosto de 1985, miembros del grupo Argala de ETA asesinaban en Benicasim (Castellón de la Plana) al empresario francés CLÉMENT PERRET. Dos etarras se presentaron en la pizzería que regentaba junto a su hermano Gilbert en la localidad castellonense y, tras localizarle, abrieron fuego contra él. Perret recibió trece impactos de bala que le provocaron la muerte en el acto, y Miguel Palanques Sanahuja, camarero de 19 años, resultó herido de bala en una pierna.
Los dos terroristas irrumpieron en el restaurante, por puertas diferentes, y dispararon contra Clément Perret, que en ese momento se encontraba sirviendo una de las mesas. La víctima recibió un primer disparo, mortal de necesidad, y luego fue rematado en el suelo. Seguidamente, los terroristas huyeron a bordo de un vehículo con matrícula francesa en el que les esperaba un tercer terrorista. En el momento de cometerse el atentado, el restaurante estaba lleno de clientes. Además, estaban también presentes Gilbert Perret, un hermano de ambos, la esposa de Clément y un sobrino.
Al día siguiente, la banda terrorista ETA reivindicó el asesinato de Perret a través de un comunicado dictado telefónicamente, en catalán y en euskera, a una telefonista del Avui. También hubo una segunda reivindicación al diario Egin. La banda terrorista anunciaba, además, la continuación de su campaña de atentados contra organismos del Estado español, especialmente el estamento militar y sus servicios de inteligencia.

Clément Perret y su hermano Gilbert, además de Jean Pierre Chérid, habían sido citados en varios medios de comunicación españoles en abril de 1985 como presuntos integrantes de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Según estas informaciones los tres habrían pertenecido a la Organisation de l´Armée Secrète (OAS), banda que se opuso a la descolonización de Argelia. Como miembros de los GAL, y según esas informaciones, el 23 de noviembre de 1980 los tres habrían cruzado la frontera franco-española de Irún minutos después de haber cometido un atentado en un bar de Hendaya frecuentado por proetarras. En el atentado murieron ametrallados dos ciudadanos franceses, Jean Pierre Aramendi y José Camio, y resultaron heridas otras diez personas.
Sin embargo, desde que salieron esas informaciones en la prensa vinculándolos con la guerra sucia contra ETA, los hermanos Perret habían recibido numerosas amenazas de muerte, y en algunos momentos recibieron protección de la Policía. Fuentes francesas confirmaron que un responsable de ETA militar, muy próximo al por entonces jefe de la organización terrorista, Domingo Iturbe Abasolo, alias Txomin, estuvo buscando información en París a principios de 1985 en medios oficiales y periodísticos sobre supuestos miembros de los GAL refugiados en España, y especialmente en la comunidad valenciana.
Además, el nombre de los hermanos Perret había salido en la prensa valenciana con motivo de la explosión de un artefacto que destruyó el restaurante El Rincón del Arrantzale, ubicado en el Grao de Castellón. El diario Levante de Valencia atribuyó al accionista mayoritario de la sociedad y propietario del restaurante, José Luis Araquistain, de origen vasco, amistad con los hermanos Clément y Gilbert Perret, de los que el rotativo decía que eran comensales habituales en el local. Estas circunstancias fueron desmentidas por el propio Araquistain.
Fuentes del Gobierno Civil de Castellón desmintieron en el periódico ABC que los hermanos Perret tuvieran nada que ver los GAL (17/08/1985). En el mismo periódico, Gilbert Perret declaró que su "hermano hacía once años que no salía de aquí y sólo se dedicaba a sus negocios. La Prensa ha facilitado abundante información en los últimos tiempos sobre nuestras residencias y propiedades (...). La Prensa ha matado a mi hermano" (ABC, 18/08/1985).
En 1992 la Audiencia Nacional condenó a Henri Parot como autor del asesinato a la pena de 29 años de reclusión mayor. En 1997 el Tribunal Criminal de París condenó a cadena perpetua a Jacques Esnal y Jean Parot. El primero fue considerado autor material, mientras que el segundo era el conductor del vehículo en el que huyeron del lugar de los hechos. Este mismo tribunal condenó en rebeldía en 1998 a cadena perpetua a José Luis Arrieta Zubimendi, alias Azkoiti, por complicidad en el asesinato del empresario francés. El caso de Arrieta Zubimendi fue uno de los más polémicos en las relaciones entre Francia y España en la lucha antiterrorista. Azkoiti fue puesto en libertad vigilada por las autoridades francesas en febrero de 1993, cuando Francia ya había concedido su extradición a España. El etarra aprovechó para huir y a finales de los noventa se situó de nuevo en la dirección de la banda terrorista. En octubre de 1994 se dictó contra él orden de busca y captura. José Luis Arrieta Zubimendi murió de un ataque al corazón en la clandestinidad en Toulouse en el año 2001.
El grupo Argala de ETA, también llamado Itinerante y Francés, se creó en 1978 y fue desarticulado en marzo de 1990. La nacionalidad francesa de sus integrantes y su movilidad dificultaron su captura. Se les considera responsables de numerosos atentados, principalmente en Madrid y Zaragoza, que provocaron la muerte de treinta y siete personas y lesiones a decenas.
Clément Perret, industrial francés de 45 años de edad, había nacido en Aix-en-Provence (Francia) el 13 de diciembre de 1939. Estaba casado y residía en Benicasim (Castellón de la Plana). Vino por primera vez a España en 1971 y fue expulsado en 1974.

La Habana agoniza por los derrumbes

por Augusto Cesar San Martin.


Edificio Majestic, en La Habana. Fotos: Cubanet.
LA HABANA, Cuba, 14 de agosto (Augusto Cesar San Martin Albistur, www.cubanet.org) – El derrumbe en enero del edificio habanero ubicado en Zanja, entre Zapata y Salud, fue la continuidad del efecto dominó que promete más colapsos de edificaciones en la capital.
Seis meses después, las ruinas del edificio adyacente causaron otra muerte y desde la pasada semana las edificaciones colindantes están siendo desalojadas ante el inminente peligro de nuevos derrumbes.
Los vecinos del edificio de cuarenta y cuatro apartamentos ubicado en Jesús Peregrino número 508, con esquina en la avenida Infanta, del municipio Plaza, sintieron los estremecimientos de los anteriores derrumbes. Narran que las sacudidas derribaron algunos adornos en las casas y resintieron las columnas y placas del edificio, cuyo estado técnico es ya crítico.
Previniendo una nueva catástrofe, las autoridades locales comenzaron a evacuar a las personas que habitan en la zona posterior del edificio, la más crítica del inmueble. Hasta la fecha han sido trasladados hacia los municipios de Guanabacoa, Alamar, Boyeros y Playa.
Otro edificio afectado en la misma dirección es el Majestic, cuya construcción data de 1920. El segundo piso del inmueble ya fue desalojado, aunque la intención es vaciarlo para su demolición.
El edificio se ubica en la avenida Infanta entre Jesús Peregrino y Salud y, aunque se encuentra en condiciones peligrosas para sus residentes, la disponibilidad de albergues en este municipio es crítica por lo que la evacuación tomara algún tiempo.
Aunque existe incertidumbre entre los vecinos de los 58 apartamentos, algunos afirman que solo se desalojaran los pisos superiores y la zona posterior del edificio, resentida por los derrumbes. Otros esperan que, por motivos de seguridad para el resto del vecindario, evacúen todo el edificio porque las columnas que soportan el inmueble están visiblemente quebradas.
Hasta el momento en las edificaciones pertenecientes al municipio Plaza las autoridades de la Dirección Municipal de Vivienda no han encontrado resistencia para desalojar los inmuebles. El estado crítico de las construcciones y las muertes recientes de personas sepultadas por los escombros han sido demasiado poderosos para los agobiados residentes.
“La Habana nos está cayendo encima y no le cae ni una piedra a los culpables”, protesta una vecina que vende sus mercancías en el portal del edificio.
“Mi casa está apuntalada por dentro. Casi no puedo dormir, cuando pasa un camión o una guagua por Infanta parece que va haber otro derrumbe”, confiesa otro vendedor, residente del edificio.
acesar2004@gmail.com

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