The economics and history of cronyism


“When you leave the honey jar open, expect ants.”
—anonymous
When I speak of the benefits of economic freedom and free markets, many people in my audiences do not think of those terms the way I think of them. In the question-and-answer sessions that follow my talks, it seems people often think they are taking issue with free markets when they are actually rejecting cronyism—a term that encompasses government favoritism, special privileges, and special interests.
For example, people will object to the Wall Street bailouts carried out by the Bush and Obama administrations. As do I, because those bailouts violate free-market principles. They will object to government regulation that makes it difficult for small food producers to produce and sell food not inspected and approved by the U.S. Department of Agriculture. As do I.
As we shall see, cronyism has been around for a long time and is a bipartisan problem that has thrived under Democratic and Republican presidents and congresses. Cronyism not only picks winners based on political connections rather than on the extent to which they serve consumers, but also is destructive of wealth, sometimes highly so.
This is not a comprehensive overview of cronyism. No short study could be. Rather, it provides a perspective of cronyism: what it is, what’s wrong with it, some examples of it, why it happens, and how to reduce it.
WHAT IS CRONYISM?
What is the difference between free markets and cronyism? In free markets, buyers and sellers are free to agree on price; no government agency restricts who can buy or sell, and no one is told how or what to produce.[1] In contrast, under cronyism the government rigs the market for the benefit of government officials’ cronies. This takes various forms. Governments sometimes grant monopolies to one firm or limit the number of firms that can compete. For example, most U.S. municipalities allow only one cable company to operate in their area even though there is no technological reason more could not exist. The same is true for most other utilities.
Governments sometimes use quotas or tariffs to limit imports with the goal of protecting the wealth and jobs of domestic producers who compete with those imports. President George W. Bush did this in 2002, for example, when he imposed tariffs ranging from 8 to 30 percent on some types of imported steel.[2] Governments sometimes subsidize favored producers, as the Obama administration did with the politically connected solar-energy firm Solyndra. Governments may use antitrust laws to prevent companies from cutting prices so that other, less-efficient companies can prosper: For example, beginning in 1958, the U.S. government prevented Safeway from cutting prices for a quarter of a century.[3]
The entities governments help with special regulations or subsidies are not always businesses; sometimes they are unions. The federal government’s National Labor Relations Board’s (NLRB) complained against Boeing in April 2011, for example. In response to a complaint from the International Association of Machinists and Aerospace Workers (IAM), the NLRB sought to require Boeing to produce its 787 Dreamliner in Washington State rather than in Boeing’s chosen location of South Carolina. According to the NLRB, by saying that “it would remove or had removed work from the [Puget Sound and Portland] Unit because employees had struck” and by threatening that “the Unit would lose additional work in the event of future strikes,”[4] Boeing was making “coercive” statements to its employees. As a matter of fact, it was not. Boeing was simply telling the employees some likely consequences of the union’s actions.
The Boeing-IAM case is not as simple as most of the press implied. It turns out there was a prior case of cronyism. The government of South Carolina promised Boeing “$900 million in tax relief and other incentives” in exchange for moving production to South Carolina.[5] Such is the tangled world of cronyism.

Héroes, 17 de agosto: José Manuel Fernández Lozano y Juan Manuel Martínez Gil


Minutos después de las cuatro de la tarde del 17 de agosto de 1992, la banda terrorista ETA asesinaba en el aparcamiento de un hipermercado de la localidad guipuzcoana de Oyarzun a los jóvenes guardias civiles JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ LOZANO y JUAN MANUEL MARTÍNEZ GIL.
Los dos agentes, vestidos de paisano y desarmados, acababan de salir del hipermercado, tras realizar unas compras, y se subieron al vehículo de Fernández Lozano, un Renault 19 con matrícula de Granada. En ese momento un terrorista se acercó al coche y efectuó nueve disparos, que les alcanzaron en la cabeza y el cuello, emprendiendo inmediatamente la huida en una furgoneta donde le esperaba un segundo terrorista. Fernández Lozano, con tres impactos en la cabeza, murió en el acto, mientras que Martínez Gil, alcanzado por un proyectil en la garganta, fue trasladado en estado muy grave al Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián, falleciendo poco después. Los dos guardias civiles residían en el cuartel de Intxaurrondo de San Sebastián y llevaban menos de un año destinados en el País Vasco.
Desde el asesinato en Irún del policía nacional Juan Manuel Helices, el 23 de abril de 1992, la banda no había vuelto a asesinar, aunque sí había cometido otros atentados, algunos de ellos con coche-bomba que, por fortuna, no provocaron víctimas mortales, aunque sí heridos, algunos de gravedad. El 24 de mayo la banda hizo estallar un coche-bomba en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, hiriendo a siete policías que prestaban servicio de vigilancia durante el partido que enfrentaba al Atlético de Madrid y el Logroñés. Entre los heridos se encontraba Juan Antonio García Casquero, que en 2008 se convertiría en presidente de la AVT. En junio, una potente bomba destrozó de madrugada la casa-cuartel de la Guardia Civil en Lerma (Burgos), mientras dormían los agentes y sus familias, que pudieron ser desalojadas a tiempo al ser detectadas antes de la explosión las mochilas con las bombas por los vigilantes del recinto. Y también en junio, la banda terrorista ETA hizo estallar otro coche-bomba en Madrid al paso de una furgoneta de la Armada en la calle Madre de Dios. Resultaron heridos de gravedad el soldado Francisco Pérez García, el capitán de navío Miguel López Nuche, el capitán de fragata Juan Antonio Muñoz Roig y el teniente coronel de Infantería de Marina Manuel Aldereguía Couceiro.
El asesinato de los guardias civiles José Manuel Fernández Lozano y Juan Manuel Martínez Gil era el primer atentado de la banda terrorista ETA desde que el 10 de julio de ese año hubiera ofrecido una tregua de dos meses condicionada a que el Gobierno central reiniciase negociaciones. Literalmente, la propuesta de la banda, según el escrito en el que la hizo pública, decía que condicionaba la tregua a que se produjera un "comienzo de una nueva fase de contactos oficiales en un país neutral". Los dos meses de tregua coincidieron con la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, durante los cuales no hubo atentados. Sólo ocho días después de la clausura, ETA asesinaba a los dos guardias civiles en Oyarzun.
El día anterior al atentado, el diario Egin recordaba que en el curso de las interrumpidas conversaciones entre el Partido Nacionalista Vasco y Herri Batasuna, el PNV se había comprometido a solicitar al Gobierno el establecimiento de un contacto con los etarras deportados en Santo Domingo, en el caso de que no se produjeran atentados antes del 1 de septiembre de 1992. Sólo unas horas antes del doble asesinato, el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, había asegurado que ETA no actuaba porque no quería, y no porque no pudiera, y añadió que su partido estaba dispuesto a propiciar un final dialogado de la violencia.
Dos días después del atentado, la banda asesina ETA afirmaba en un comunicado a los medios de comunicación que mantenía la oferta de tregua, pero advertía que seguiría teniendo "todos sus frentes abiertos" mientras "el Gobierno español no abandone el juego sucio y la estrategia de alargamiento del conflicto que está llevando a cabo con el Gobierno francés".
En el funeral oficial, celebrado en la Iglesia de la Sagrada Familia en San Sebastián y presidido por José Luis Corcuera, ministro del Interior, se vivieron momentos de tensión cuando el sacerdote oficiante, Bartolomé Auzmendi, leyó el Padre Nuestro en euskera. Muchos asistentes abandonaron la iglesia y se oyeron frases como "¡Canallas, sinvergüenzas!" o "¡Esto es una burla!".

José Manuel Fernández Lozano, de 25 años, estaba casado y tenía un hijo que no había cumplido el año. Era natural de Alfacar (Granada) y pertenecía a la Guardia Civil desde tres años antes de su asesinato. Antes de ser destinado a Oyarzun, estuvo en Alustante (Guadalajara). El funeral por su alma se celebró en Alfacar, donde fueron inhumados sus restos mortales.


Juan Manuel Martínez Gil, de 23 años, era natural de Orense, aunque desde niño residió en Gondomar (Pontevedra), donde estuvo destinado su padre, José Martínez, sargento de la Guardia Civil durante varios años. Juan Manuel llevaba tres meses prestando servicio en Guipúzcoa. Anteriormente había estado destinado en Burgos. Sus restos mortales fueron enterrados en Sarreus (Orense), localidad natal de su madre, con la presencia de más de dos mil personas entre familiares, amigos, compañeros de la Guardia Civil, y autoridades de los Gobiernos central y autonómico, además del alcalde y concejales del Ayuntamiento de Sarreus.

Cuba: Que ser valiente no salga tan caro que ser cobarde no valga la pena

por Lilianne Ruíz.


En uno de esos programas que inserta la Seguridad del Estado en la programación de la televisión cubana he visto a uno de los hombres que más admiro por su valor en esta saga por la libertad de Cuba. Pero la Seguridad no presentó realmente a Antúnez, ni habló de sus años de presidio político, de los horrores de las cárceles cubanas tan oscuras y olvidadas.
Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, es un cubano que estuvo en la cárcel desde 1990 hasta hace pocos años por el solo hecho de expresar sus ideas contrarias al poder político.
Si fuera únicamente haber estado preso por difundir sus ideas ya sería atroz la injusticia pero en sus testimonios del presidio político castrista en Cuba se puede revivir el horror de las celdas de castigo, y como reducen a los seres humanos a las más inimaginables degradaciones para hacerlos retractarse de ser quienes son, obligarles a vestir uniforme de preso común y hacerles pasar por los cursos de reeducación política.
Algún día Cuba estará en la primera plana de los periódicos del mundo a causa de los juicios que entonces podremos hacer a los violadores de los derechos humanos, los criminales contra la humanidad de estos 53 años. La Izquierda radical, extrema, carnívora, depredadora, en el mundo ha querido desconocer esto quizá porque ellos estarían dispuestos a hacer lo mismo en sus países. Hablar de esto cuesta trabajo, imaginar hasta dónde llega la maldad del hombre comienza por una puerta cerrada que no queremos atravesar. Posiblemente por eso muchas personas influyentes en el mundo prefieren mirar en la dirección de los niños uniformados saludando la bandera, las graduaciones de médicos en la escuela latinoamericana, el discurso de la justicia social. Y eso ha sido al parecer muy bien estudiado por la élite de poder en mi país. El mundo prefiere ignorar testimonios como el de Valladares, Hubert Matos, Antúnez, los 75. Y mientras tanto la Seguridad del Estado fabrica estos programas donde intenta desacreditar a personas mayormente desconocidas para los televidentes cubanos. Quizá hasta para los mismos periodistas cubanos y extranjeros, exceptuando por supuesto a los periodistas independientes y algún corresponsal extranjero desobediente, que decida salir a buscar la verdad y no quedarse en la comodidad del discurso oficial.
Lo único que consiguió la mafia de Villa Marista y la Sección 21 con el último engendro documental fue evidenciar una vez más como vigilan y persiguen a las personas que se han declarado en contra de régimen.
En respuesta al embuste para estúpidos con que intentan condicionar la percepción los segurosos, reduciendo el problema a asunto de dinero y no de libertad y autentica rebeldía, respondo en mi blog, por si alguien en Cuba (donde yo vivo y he salido de mi closet) pudiera leerme, que para salir a las calles a protestar en reclamo por la libertad de los presos políticos, como hacen las Damas de Blanco, se necesita de manera abismal mucho más que dinero.
Que para plantarse, como hizo Antúnez (y otros cubanos que también intentan desacreditar por ser opositores) en una cárcel castrista, en soledad, sin derechos, se necesita tener un no sé qué que la mayoría de los cubanos no tiene. Que no tienen los segurosos que hicieron el programa de televisión ni los carceleros que infligen torturas a los presos, especialmente los que torturan a los presos políticos con tratos crueles y degradantes. Ni los máximos jefes que mueren de miedo y son los primeros culpables de esas lesiones contra la humanidad propiciadas por la ideología del sistema y el escaso valor que tiene en él la persona humana, y  que es la condición sin la cual no se mantendrían en el poder los actuales dueños de Cuba. En los primeros siglos de cristianismo el mayor testimonio de la fe en Jesucristo que se podía dar era el martirio, y Antúnez ha probado hasta el martirio su fe en la libertad: está vivo y cuerdo gracias a la fuerza espiritual que Dios le dió. (Boitel Vive, es un libro de testimonio de sus años de cárcel en Cuba)
En el caso de las entrañables gladiadoras, Damas de Blanco -que también se hizo evidente en el programa de televisión el monitoreo y la violación del derecho a la privacidad- el mayor “pecado”  que la Seguridad presentó fue el de haber aceptado colaboración de otros cubanos en el exilio, quién sabe si otra Dama quizá de mejor retórica, para redactar un comunicado por la muerte de Oswaldo Payá. Estas mujeres en su mayoría de procedencia humilde pero que con verdadera inteligencia han elegido la mejor parte tienen lo que nadie en el exilio, ni muchos hombres en Cuba, ni ésta humilde servidora tenemos, que es el valor y la resistencia para llegar hasta el final, como llegó Laura Pollán, en su lucha por la Libertad de los presos políticos. Enfrentar la falta de justicia y de seguridad ciudadana en los Tribunales, después de saber que el poder en Cuba es un perro fiero que calcula sus jugadas sin respeto alguno a la condición humana ni a la condición de ser mujer, necesita de mucho valor y mucha fe.
Debería invertirse mucho más dinero en la Libertad de Cuba. Dinero que los cubanos residentes en la Isla no tenemos, dinero que mueve en el mundo los hilos de la política, de todos los movimientos humanos mucho menos drásticamente orientados a aspiraciones básicas, de Libertad, como tiene en Cuba la oposición  –pacífica, siempre justo aclarar-
La libertad en peligro se asiste. Los únicos que han vendido su libertad individual, y por ende la de su país, han sido los mercenarios del actual gobierno de la Isla de Cuba, los gendarmes sádicos del MININT, que sin temor de Dios ni respeto por los hombres poblaron los recuerdos de Antúnez de las condiciones de infierno que los cubanos y mucha gente en el mundo prefiere desconocer. Y que una vez más no fue comentado por el sitio Cubadebate, ni presentado en televisión por la Seguridad del Estado.

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