Lecturas 17.03.2013

Blinded by the Light, by Bjørn Lomborg.

Electricity has given humanity huge benefits. Almost three billion people still burn dung, twigs, and other traditional fuels indoors to cook and keep warm, generating noxious fumes that kill an estimated two million people each year, mostly women and children. Likewise, just a hundred years ago, the average American family spent six hours each week during cold months shoveling six tons of coal into the furnace (not to mention cleaning the coal dust from carpets, furniture, curtains, and bedclothes). In the developed world today, electric stoves and heaters have banished indoor air pollution.

Indicares económicos del Banco Mundial.

El socialismo del siglo XXI: un fracaso en todos los órdenes, por Juan Ramón Rallo.

Los hay que, aun así, han intentado poner en valor la herencia económica chavista apelando a los grandes logros sociales cosechados por el régimen, como si las mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos no fueran consecuencia directa del enriquecimiento de esos ciudadanos, es decir, del crecimiento económico. Si Venezuela prosperó bajo el gobierno de Chávez (y lo hizo, aunque mucho menos que sus vecinos), entonces inexorablemente nos toparemos con diversos indicadores que mostrarán una cierta mejoría y que los palmeros de turno interpretarán de manera descontextualizada como una reivindicación de la poco razonable y muy liberticida política económica del régimen bolivariano.

Los cateados, por Arcadi Espada.

España tiene un problema descomunal con el trabajo. Endémico. Cualquier análisis de la situación económica, de sus hipotéticos brotes verdes, es prácticamente inmoral cuando se encara con la evidencia de que casi la mitad de la población joven está en paro. Una situación que afecta al 27% de la población activa. Se supone que en estas condiciones un opositor es una fiera. Y que una oposición por una plaza de maestro en Madrid, combate terrible por la supervivencia y el futuro, debería presentar unos resultados muy distintos. El temario de esas oposiciones es perfectamente accesible al nivel de cualquier persona que se lo proponga. Y, desde luego, de un maestro, que por obligación ha debido hacer el bachillerato. La dejadez, la indolencia, el desentendimiento que suponen esos resultados dice demasiadas cosas ingratas sobre la fibra de los opositores. Naturalmente uno puede fracasar en la oposición y en la vida. Pero aquí ni siquiera hay fracaso, porque no hay lucha. Solo una desmayada frivolidad.

La ignorancia maestra, por Xavier Pericay.

Desde hace un montón de años, a los maestros se les instruye para que cambien de «paradigma educativo» o, lo que es lo mismo, se les enseña que lo verdaderamente importante es «aprender a aprender». Y al final, claro, de tanto aprender a aprender no aprenden nada de nada.

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